47.

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El de bufanda pudo pensar en lo que hacía cuando había dejado de vomitar, se limpió con la manga, sintiendo un dolor desesperante que le hizo lagrimear, miró en donde se encontraba, pero apenas distinguía los árboles entre la oscuridad, no podía creer que había corrido tan al fondo, tragando saliva todavía con un ardor en su garganta y dolor de estómago.

— Blard... 

Llamó bajo, tenía muy presente que a esas horas de la noche los amalgamas acechaban entremedio de cada hueco, ocultas en la oscuridad para atacar a quien vea, sabía que podía defenderse, por lo menos un poco, pero su estado era muy deprimente, más sintiendo el mundo dar vueltas. 

Los crujidos le aterraron, apoyándose en un árbol mientras trataba de respirar profundo, iba a llamar nuevamente, pero su voz calló debido a pasos que retumbaban cual eco. ¿Cómo era posible que un bosque sea tan tenebroso y denso sin tener siquiera tener hojas?

Una voz sonó a lo lejos, tratándose de los llamados por parte de Blard, escuchaba su nombre exclamar, pero no podía reconocer la luz de sus antorchas, confundido llamó nuevamente a su amado, caminando algo tembloroso, no distinguía los sonidos, juraba que escuchaba crujidos por más de un lado, era posible que no solo era él y su pareja cerca.

— ¡Geno!

El llamado de su novio le quitó de su concentración inestable, viendo como una luz se acercaba, era muy tenue, se acercó a esta y al encontrarse ambos, no pudo evitar correr para poder abrazarle, Blard dejó su antorcha improvisada en el suelo, acariciando su espalda a la par que su mejilla.

— Geno... Dios, me preocupaste ¿Por qué corriste de esa manera? —Iba a decir más cosas pero no pudo, estaba aliviado que no haya sucedido nada grave— Gracias que estás bien...

Antes de poder hablar, Blard le apartó con cuidado para guiarle al exterior del bosque, sentía presencias cercanas, era mejor alejarse. Una vez afuera le tomó por los hombros, claramente preocupado por lo que estaba sucediendo.

— Lo siento... Te preocupé a ti y a los demás. —Bajó la mirada.— No, no estoy bien... He tenido mareos y vómitos, Blard.

— ¿Desde cuándo...? Tengo que llevarte cuanto antes donde Alphys.

— Casi dos semanas. —Cerró sus cuencas— No quiero ir, pero igual me llevarás ¿No?

— Sí, no puedo dejarte así como así, avisaré a Papyrus y partimos, te recompensaré con mi especialidad en la cocina, ¿Sí?

Geno se quejó al ser tomado como una princesa, pero por sus mimos se calmó, acurrucándose, se sentía seguro así.

Tiempo | BlenoWhere stories live. Discover now