87

93 20 1
                                    

Pasaron dos horas hasta que Blard llegó, abriendo la entrada con lentitud sin antes avisar, diciendo buenas noches como saludo para acercarse a la cuna donde estaban sus retoños.

Antes Geno no decía nada, pero el ambiente no se volvía triste gracias a los ruiditos felices de sus niños al ver a su papá, Blard les tomaba si había necesidad, y tras un último intento de entablar conversación con su prometido, dejaba su atención solo los infantes. 

La rutina cambió solo por haberle respondido con un "hola" bajo, sentado en la cama mientras observaba la cuna, los mellizos se habían dormido, pues estar con Stave les había quitado energía; ahora los dos hermanitos estaban apegados y durmiendo, con una gran inocencia en sus caritas.

Blard se le quedó mirando por la sorpresa, se notaba que no estaba en su mente que le iba a responder después de cuatro días; solo se sentó a su lado, tomando distancia, desviado sus cuencas donde sus hijos.

Estuvieron así, en silencio, por largos minutos.

Sin embargo, parecía que ninguno deseaba hablar, Stave había hablado con ambos, les había hecho pensar sobre sus reacciones, y solo palabras de perdón querían salir de sus gargantas.

Geno miró de soslayo a su pareja, bajo sus ojos tenía grandes ojeras oscuras, pero se había cuidado los brazos, ya que sus vendas estaban recién cambiadas y su ropa estaba limpia; sus pupilas estaban dirigidas a la cuna, pero lentamente se desviaban hasta Geno, quien ya llevaba rato mirándole.

Chocaron sus miradas, llenas de culpa y arrepentimiento, uno por haberle ignorado por tantos días mientras el otro por haber iniciado todo ese conflicto.

¿Cuántas horas llevaban sin sonreírse? ¿Cuántos minutos sin darse un abrazo? Geno no estaba enojado, a ese punto era imposible, de verdad extrañaba a Blard, el amor de su vida. No podía dejar que por haber peleado solo una vez, todo se viniera abajo. 

Despacio tomó la mano del mayor, quien no reaccionó físicamente, pero conociéndolo, había explotado en millones de pensamientos, tanto positivos como negativos. El de bufanda sonrió, pero débil, solo para pronunciar bajo, algo tímido un:

— Bienvenido...

Blard afianzó el agarre de manos, entrelazando los dedos, sin aprovecharse del momento, ya habría momentos de conversar con la mente más calmada. Sonrió alegre, aliviado y se dispuso a disfrutar la velada junto a Geno, quien también estaba más feliz de sentir su calidez.

Otra vez estaba en familia.

Tiempo | BlenoWhere stories live. Discover now