56.

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Geno observaba lo nervioso que estaba su novio, no se podía notar tan fácil, solo pudo distinguirlo cuando habían decidido tomar la siesta, Blard se movía bastante cuando algo en su cabeza no le dejaba en paz.

— Blard, ¿Sucede algo?

El mayor dejó de mirar la nada tras despertar, pero su respuesta fue su linda sonrisa.

— No me sucede nada, cielo, pero creo que es mejor levantarse.

Blard le había dicho que le tenía una sorpresa, pero aún no entendía por qué tanta tensión en sus huesos por eso, del modo que se le pegó el nerviosismo cuando quedó solo, debía vestirse de forma especial le dijo, y una vez pudo seleccionar las prendas, decidió por ir al punto de encuentro.

Caminó despacio, sus pequeños todavía no suponían una carga pero los aldeanos preocupados por su estado siempre le frenaban, cuando el trabajador del desierto no estaba trabajando, era muy raro que no estuviera cual imán con él.

Al llegar a la tormenta de arena, no pudo evitar sonreir pícaro para bromear, el adverso portaba una capa que cubría todo su torso y parte del mentón en vez del gorro que siempre portaba, dándole un toque distinto.

— Qué guapo estás, Tostadito. —Dijo tras darse un beso los dos.

— Tú también luces precioso, como siempre. —Le guiñó el ojo— ¿Qué te parece si empezamos la sorpresa?

— Por supuesto.

Se tomaron de la mano, siendo transportados hasta un camino de flores sobre el agua del oasis, pasaron sin problemas, surgiendole tenues recuerdos al menor, era un sector que pocos monstruos conocían, donde estaba el banco y una simple echo flor, empero, el lugar estaba cubierta de plantas y hierbas, un ramo de flores sobre el banco y una pequeña radio también.

No podía creerse el bello lugar, recibiendo las flores con total emoción, algo ruborizado le sonrió.

— Todo es tan bello, Blard.

— Apenas ha comenzado.

Ambos se sentaron en el banco, Geno no quería separarse de las flores, olfateando su sutil aroma, se apoyó en el hombro ajeno.

— Este lugar es muy bello.

— Lo es, acá consigo gran parte de las plantas que uso, y me gustaría que aquí vayamos de picnic cuando nuestros hijos sean más grandes.

— ¿No es el agua potable?

— No mucho, está limpia pero los minerales del suelo no permitirían su consumo. Pero no es peligrosa.

— Sería bastante hermoso verlos jugar... Ah...

Geno suspiró, más que nada por todos los momentos que le ilusionaban, Blard se levantó, mientras prendía la radio donde tocaban canciones suaves para un baile lento, se sacó la capa, mostrando una camisa blanca que le quedaba anillo al dedo. Geno tragó saliva, no entendía como todavía no le daba algo con él, era demasiado perfecto.

Blard se inclinó, estirando su mano.

— ¿Me permitiría esta pieza, Mon Cheri?

— Sí...

En medio de ensueños, ambos bailaron, realizando pasos tranquilos, mas preocupados en sus rostros, estaban tan cerca, a Blard le tentaba mucho darle varios besos, pero sabía que no era el momento. Geno estaba más calmado al sentir que su pareja estaba menos tensa, pero seguía, sabía que todavía faltaba algo, pero por más que sospechara, descartaba la idea.

— Cuando nuestros hijos nazcan... Tendremos muchos más sueños.

— Será una vida llena de sueños para ver crecer a nuestros retoños.

— Eso implica el pasar la vida juntos... Y realmente siento mucho no poder darte lo que una vida normal significa... —Mencionó Blard.

— Oh, cielo, no debes pensar así, yo soy feliz con lo que tengo, te tengo a ti y a nuestros hijos que están creciendo sanamente... No puedo pedir más.

La canción había acabado, por lo que prefirieron por seguir danzando pero más apegados, Blard le abrazó por la cintura, mientras Geno se apoyaba en su pecho, lo hacían con el cuidado de no aplastar su vientre.

— Y quiero que estés feliz cada día. —Atribuyó— Has cambiado mi vida, Geno, sin ti posiblemente me hubiera enfermado severamente por trabajar sin descanso.

—Tú también cambiaste mi vida, sin ti también estaría preso en mi depresión, ambos nos salvamos...

— No puedo estar más agradecido, pero todavía no puedo compensar todo. Quisiera hacer lo posible, dar todo de mi para hacerte feliz, en cuerpo y en alma, Geno... —Ambos dejaron de moverse, Geno vio como poco a poco Blard se arrodillaba, sacando de su bolsillo una cajita, allí había un anillo descansando, sin detalles, pero seguía teniendo un gran significado, era igual que su amor, simple pero lleno de cariño y afecto— Todo eso y mucho más necesito del permiso tuyo, si aceptas ser mi esposo, si deseas casarte conmigo.

Geno debía suponer que algo así sucedería, no comprendía los nervios ajenos si desde tiempo habían deseado unir sus vidas, mas no debía hacerle esperar más, tragando saliva antes de asentir.

— Sí... Quiero casarme contigo, Blard.

Tiempo | BlenoWhere stories live. Discover now