SAHARA

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                            Parte I

El colegio es espacioso, un poco antiguo, tiene muchas áreas verdes con un olor a jazmines ya que los jardines tienen muchas plantas de esas. Los salones son espaciosos, las bancas un poco incómodas, los pizarrones están prácticamente blancos por el uso.

No tenía muchos días de haber llegado al colegio cuándo encontró una banca bajo la sombra de un gran árbol que la cubría perfectamente. Le gustaba estar allí sentado, le parecía un lugar tranquilo que le permitía estar a solas con sus pensamientos y sus recuerdos.

Siempre, todos los días desde que descubrió ese rincón iba por las tardes para encontrar un momento de paz, permanecía allí durante largo rato mirando al cielo o a veces al suelo según su estado de ánimo hasta que las religiosas le indicaban volver al dormitorio.

Era en ese momento cuándo regresaba a la realidad, pero no duraba mucho ya que en su habitación hacía lo mismo, pensar. Pero preferia más el aire de afuera, el olor de las plantas, por eso no desperdiciaba ni un momento para ir a su banca favorita y rodearse de la naturaleza, gracias a esa costumbre adquirida la conoció a ella.

Sahara se llamaba, una chica linda de buenos modales. Un día ella estaba allí sentada, en su lugar favorito. Pensó que sólo fue cuestión de mala suerte que la banca que siempre utilizó para pensar estuviera ocupada, así qué al verla decidió marcharse a su habitación. Al día siguiente pasó lo mismo, la misma muchacha allí sola.

Supuso que se había quedado de ver con alguien ya que claramente  estaba esperando con impaciencia, así pasó casi toda una semana. Esperanzado de qué ya no estuviera en su lugar favorito, volvio a intentarlo pero como vio que ella seguía sentandose en "su banca" decidió por fin confrontarla ya que no pensaba renunciar a ese lugar tan único para él, así que se encaminó hasta llegar a ella.

--Hola-- Dijo ella con una gran sonrisa en los labios en cuanto lo vió, él se notaba realmente sorprendido pues estaba decidido a reclamar, pero al verla con esa gran alegría dirigida hacia su persona se le olvidó el motivo de su disgusto casi inmediatamente.

--Hola-- Respondió, para su sorpresa también se le dibujó una gran sonrisa.
--Hasta que llegaste-- Le dijo como si se conocieran o mejor dicho como si hubiera sido él con quién había quedado de verse en ese lugar.

--Te he estado esperando todos estos días y no llegabas, comencé a pensar que no querías hablarme. --Perdón ¿Nos conocemos?-- Preguntó Anthony por la familiaridad con que ella se dirigía hacia él, ella sonrió suavemente.

--No, lo siento debo presentarme, yo soy Sahara-- Le extendió la mano para saludarlo cómo se debe. -- ¿No vas a sentarte? -- Le señalaba el lugar vacío al lado de ella. --Claro-- dijo y simplemente se sentó, él ya no se sentía invadido, ya no le molestaba pensar en compartir ese lugar.

--¿Cómo que esperandome? -- Le preguntó muy extrañado y ella seguía con la gran sonrisa. --De acuerdo te explico, yo te estaba esperando, sabía que vendrías porque eso es lo qué haces todas las tardes desde que llegaste a este colegio y tengo mucha curiosidad de saber porque este lugar es favorito para ti.-- Decía mientras lo miraba fijamente.

No supo qué decir se sentía apenado porque había sido observado todo este tiempo y no se percato ni un poco de ello. --¿Te molestaste?-- preguntó ella. --No, para nada, sólo que no creí que alguien observara mis acciones.
--Te equivocas -- Replicó enseguida
--Yo siempre me he preguntado ¿Qué es lo que pasa por tu cabeza cada que miras el cielo, o el suelo? según sea el caso.

--También me da curiosidad saber ¿Qué dicen esas cartas? y sobre todo, ¿Porqué este lugar es especial para ti?-- --Llevas tiempo observandome --le dijo Anthony y ella asintió sin tapujos muy segura de sí. --Bien ¿No vas contestar ninguna de mis dudas?--insistió Sahara en saber los motivos para tal comportamiento.

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