ESPERANZA

1.9K 104 13
                                    

Por fin, se abren las puertas, comienza la nueva aventura, Candy está tan nerviosa que sentía que se desmayaria en cualquier momento, pero aún así logró ver el hermoso y gigantesco jardín, el camino que los dirige al interior está hecho de piedras con un orden prediseñado, los árboles eran viejos pero no por estar secos, sino más bien por su imponente tamaño, Candy podía sentir como su corazón latia muy rápido tanto que le temblaban las piernas, ella tenía que esforzarse el doble para caminar ya que sentía que en cualquier momento podría tropezar consigo misma, una vez recorrido el camino llegó a la oficina de la rectora, la mujer tenía la cara alargada con expresión de molestia, le indicó a Candy que tomará asiento Archie y Stear se dirigieron a su habitación no sin antes desearle buena suerte a Candy aunque ella no entendía bien a qué se referían, ya estando a solas la monja inmediatamente comenzó a hablar, no precisamente para darle la bienvenida al instituto, sino más bien para reprochar su llegada tardía ya que sabían a qué hora arrivaria el barco en el que venía, sin saber qué decir siguio escuchando a la institutriz que continúa con una larga lista de reglas, tareas y obligaciones que los estudiantes debía hacer en ese colegio, fue cuando Candy comprendió las últimas palabras de sus amigos; el gran discurso privado hacia Candy terminó y le indicaron dónde estaba su habitación aún así fue escoltada por una hermana a la que se le ordenó que la llevara hasta su puerta.

Su habitación era espaciosa con un balcón que daba a otro jardín muy bien cuidado, delante de su habitación estaba el edificio de otras habitaciones, desde allí no podía ver el área de salones ya que se situaba del otro lado, en su cuarto tenía una cama individual, un closet donde no sólo ponía las ropas que trajo consigo si no también sus uniformes, que éstos ya estaban puestos en percheros, en una esquina del ventanal del balcón estaba el escritorio muy ordenado, pero sin chiste, no tenía ningún adorno que le hiciera sentir como en casa, en el otro lado, casi enfrente de la cama está el librero pintado con un color café que deprimía a cualquiera, lleno de libros con las materias que le impartirian, al pie de la cama los zapatos que debía usar, un par oscuro, era para los lunes con el traje del mismo color que los zapatos, el vestido tiene vivos blancos, de mangas largas, cuenta con un moño rojo justo a la altura del pecho a Candy no le agrada mucho la idea de ponerse vestido negro ya que sentía que ese color reflejaba tristeza, el otro par de zapatos era blanco para el resto de la semana, en las clases se tendría que poner al corriente ya que el ciclo había empezado ya hace unas semanas, pero por unos trámites tardíos no pudo llegar a tiempo, ella tenía entendido eso según George, pero eso no le importaba porque iba con una gran motivacion, que Anthony la viera como toda una dama y así no se avergonzaria de ella.

Las clases eran prácticamente todo el día, tenía que levantarse muy temprano para ir al comedor a tomar el desayuno antes de las 8 a.m porque a esa hora comenzaban las clases, puede tomar un almuerzo a la una y se les dejaba estar una hora completa en el comedor para después continuar con sus clases de francés y de música, ya que éstas eran fundamentales para poder ser una dama, eso le preocupaba a Candy ya que nunca en su vida había tomado lecciones de ninguna de las dos, en eso pasaba sus tardes practicando hasta las cuatro, para una vez más dirigirse al comedor y tomar el plato fuerte después tenían que ir a sus habitaciones a realizar las tareas de las asignaturas.

Dentro del cuarto, al contrario de lo que muchos podrían imaginar ella se sentía libre, porque ahí no había nadie que estuviera viendo cada movimiento que hacía, si no eran las religiosas era alguna compañera que la miraba como bicho raro por no saber ciertas cosas.

Recostada en su cama con los brazos en la cabeza, se preguntaba ¿Cómo la estarían pasando sus amigos? ya que las reglas en este lugar no permitían ningún tipo de contacto entre hombres y mujeres no podía verlos, ahora más que nunca se arrepentia de no haber preguntado por la ausencia de Anthony cuando fueron a recibirla en el puerto.

UtopíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora