PERDIDA

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-¿Estás seguro que no nos quieres acompañar? - Albert lo intento una vez mas
-Mejor vallan y regresen pronto - Anthony respondió moviendo su tenedor pero sin comer
-Esta bien, como gustes - Albert dejó la mesa y a Anthony para ir al auto a esperar a que Candy saliera.

-Hubiera sido bueno que fueras - Candy dijo mientras pasaba tras de él
-Sera mejor que no, hoy no me siento con animos para salir al pueblo
-Es una lastima, que tengas buen dia- Candy sonrió no muy convencida, Anthony hizo lo mismo.

Subió al carro y en seguida arrancaron, Candy miraba la puerta de la mansion, quería regresar y traerlo a rastras pero sabía que no era la solución, ademas de que si volvía a ver ese cartel seguramente se pondra peor.

<Descuida Anthony, todo mejorara, ya veras> lo pensaba como si Anthony también lo escuchara
-Anthony estara bien - le consoló Albert
-Si lo se, porque ya he tomado mi decision y todo esto se resolvera, será lo mejor para todos
-Es bueno escuchar eso, esto tambien te beneficiará a ti, te lo aseguro
-Parece que ya lo esta haciendo, hoy me siento con mas fuerza y ahora si podre ayudar a mis "Madres"
-Me parece que estas entendiendo.

Condujeron hasta el otro lado del pueblo pasando por el restaurante, el Hotel y la sala de teatro, se dio cuenta que todo esta prácticamente listo para el estreno, no parpadeo ni un segundo al ver el enorme cartel de Terry y Susana en el espectacular en toda la parte superior de la entrada del teatro, fue tanto su asombro que hasta torció el cuello y parte del torso despegando la espalda del asiento.

Albert sonrió al verla, ella se acomodó en cuanto reaccionó, se sonrojó e intentó disimular.
-Para haber sabido hubiera pasado mas despacio - no quitaba la sonrisa
-No gracias no es necesario es solo que me sorprendió es todo
-Esta bien ya te he dicho que a mí no tienes porque explicar nada.

Candy ya no contestó nada mas, solo se grabó en la mente ese enorme anuncio <Asi no hay forma de olvidarse de él, me alegra que Anthony haya decidido no viajar>; el camino no parecia acabar, se dio cuenta que ya no estaban en el centro, ahora solo era pasto y árboles.

-¿Estas seguro de que es por aquí?
-Claro que si, ¿no vez? ¡Es un lugar hermoso, es perfecto para mis animales! - Albert estaba muy entusiasmado, llegaron a donde estaba una pequeña cabaña, en cuanto apagó el auto un hombre muy alto salió con una escopeta en mano, diviso con dificultad y por fin reconoció a Albert, levantó la mano en señal de saludo.

-Vamos Candy, quiero saber tu opinion - los dos salieron, Albert sonreía todo el tiempo, él hombre alto le extendió la mano y lo saludo, con Candy fue distinto inclinó un poco la cabeza levantandose el sombrero de paja, ella solo inclinó la cabeza.

-Veo que tienes prisa - habló él señor de unos cincuenta años con voz aspera
-Sinceramente si, estoy por cumplir mi sueño y no puedo esperar mas. Todos entraron a la pequeña casa donde apenas cabían, solo había una silla donde sentarse, le dieron prioridad a Candy, comenzaron a hablar de medidas y precios Candy ponía mas atención a cada visita, intentaba aprender.

Candy y Albert salieron después de un rato de charla, Albert seguía con la sonrisa que no se borraba con nada, miraba a todos lados pareciera que ya estaba organizando cada espacio, se dirigió al auto le indicó a Candy que subiera también, ella esta igual de contenta por ver a su amigo tan feliz.

-¿Qué te pareció el lugar para mis animales?
-Es perfecto, seran tan felices entre todo este campo
-Este es un día para celebrar vayamos al restaurante, tendras el pastel de chocolate mas grande del mundo - esta vez a Candy le tocó observar y apoyar asi como siempre Albert lo ha hecho en los momentos importantes de su vida.

Llegaron al pueblo, hoy les costó trabajo encontrar lugar para estacionarse, los grandes camiones que transportaban los equipos de luces del teatro y todo lo necesario para la escenografía acaparaban gran parte de la calle, tuvieron que dejar el auto en la esquina contraría, los dos bajaron, esquivaron algunos cargadores que a penas lograban ver por donde caminaban, los aparatos que llevaban eran muy grandes para una solo persona.

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