Es viernes en la noche. Me encuentro leyendo una revista tirada en mi cama cuando escucho la puerta abrirse bruscamente y Julie entra en mi habitación. Lleva puesto un disfraz de enfermera excesivamente provocador.
—¿Lista para salir a fiestear?
—¿De qué estás hablando? —pregunto, desconcertada—. Son las cinco de la tarde y nunca mencionaste ninguna fiesta.
—¡Claro que lo hice! Cuando regresamos de la playa y te estábamos dejando en tu casa te dije que Joseph, Gregory y Verónica nos habían invitado a una fiesta que están organizando los del Emerson.
Recuerdo estar tan aturdida al regresar de la playa por el episodio del baño con Alexander que no escuché ni una sola palabra de lo que me dijeron mis amigos en el carro. No es que no me interesara, es que la conmoción hacía que mi mente se fuera a otra parte.
—¿Cómo es que no lo recuerdas? —insiste.
—Sí, sí. Claro que me acuerdo —miento para que no sienta que la estaba ignorando en ese momento—, pero se me pasó. No tengo ningún disfraz y no puedo ir sin disfraz.
—¿Acaso crees que todas las chicas van a andar vestidas de zombies espeluznantes o de algún personaje elaborado? Todas van a ir con unos vestidos hasta las nalgas y unas orejas de algún animal aleatorio para que parezca que sí tienen puesto un disfraz. Me acuerdo de que el año pasado te compraste unas orejas de gato en una tienda de accesorios del centro comercial.
—Julie, lamento decirte que no planeo ir vestida de gato promiscuo como los tres cuartos de las chicas del condado.
—¡Vamos! Te voy a hacer un maquillaje espectacular que va a hacer que parezcas un majestuoso gato persa al costado de una banda de gatos callejeros, ¿qué tal?
—Julie...
—¡Ella! ¡No seas así! ¡Vamos a divertirnos por una vez en la vida! Encima va a estar ahí Alexander. Es la oportunidad perfecta para seducirlo.
—No sé si estás al tanto pero en el último mes y medio, he ido a un partido de fútbol, he ido a una fiesta salvajísima después de dicho partido, he acosado a mi crush hasta un bosque y enseguida cenado con sus amigos, he ido a la playa otra vez con mi crush y sus amigos, así que no puedes decir que no hacemos nada. Además, si no logré seducir a Alexander en bikini, créeme que no lo voy a hacer disfrazada de animal excitado.
—¡Pero si en la playa ni siquiera te esmeraste en seducirlo! Más bien estuviste todo el rato evitándolo porque el chico te aterra. Es hora de que salgas de tu zona de confort.
Pienso en volver a recordarle a mi amiga todas las cosas que he hecho recientemente y que han estado fuera de mi zona de confort, pero es ahí cuando recuerdo la foto que le mandó Benjamin a Alexander de mi trasero. No puedo creer que no haya vuelto a chequear si respondió.
—Julie, dame un segundo, por favor. Voy al baño y lo discutimos.
—Bueno.
Entro al baño y abro mi celular. En efecto, ya tengo un mensaje nuevo en mi bandeja de entrada de instagram.
Alexander: «¿Te excité demasiado el otro día?»
Mierda.
Maldito Benjamin.
Cuando recién leo el mensaje, me invade la rabia, pero por una vez en mi vida decido sacar provecho de la misma en lugar de derretirme en mi cólera.
Salgo del baño con un aire glorioso, —Saca tus brochas, Julie, porque estoy a punto de convertirme en el gato más seductor de los Estados Unidos de América.

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Al otro lado de la calle
RomanceAlexander Blumenberg es inteligente, talentoso, germánico, millonario e irresistiblemente atractivo. Nunca lo vi como nada más que el amigo de mi hermano (además del protagonista de mis más descabellados sueños), hasta que una serie de sucesos, tant...