Los rugidos de sus persecutores se escuchaban a sus espaldas, Obito desplegaba sus alas intentando ser lo más rápido y hábil posible para esquivar la mayoría de esos ataques, estaba agotado, ya había utilizado demasiada energía espiritual y por supuesto, había batallado una semana entera, por más que intentaba acabar con todas aquellas criaturas que le hacían frente parecía que no tenían fin, llegaban uno tras otro y sus habilidades comenzaban a mermar.
Había confiado tanto en su habilidad para atravesar objetos que eso le hizo gastar demasiada energía y por supuesto, él tenía que materializarse cada tanto para acabar arrancando las cabezas de sus enemigos con su Katana, ya había perdido un ojo y eso era un golpe para su orgullo, para su especie, los Tengu, criaturas sobrenaturales de ojos que alternan entre el color negro y rojizo los cuales se distinguen por habilidades que heredan de sus progenitores, alas tan negras como su propio cabello, la capacidad de transformarse en cuervos y por supuesto, un orgullo más grande que el infierno.
Quedarse a combatir ya no era una opción, por más que necesitara entrar a esa cueva no podría avanzar más, haber ido solo había sido un gran error y sanar su ojo le tomaría una eternidad si no se concentraba en recuperar su energía, era por eso que sus alas se batían con fuerza en el aire e intentaba alejarse.
El sonido de las flechas cortando el viento y casi alcanzándole resonaba en sus tímpanos, su cuerpo respondía naturalmente esquivando sin problemas la mayoría de esas flechas, la mayoría... pues una ya se había incrustado en su costado.
— ¡Joder!- Exclamó molesto mientras la quitaba con sus manos, en ningún momento se detuvo.
En el suelo las antorchas le perseguían pues esa noche estaba particularmente oscura, quizás eran esas malas energías que emanaba esa cueva lo que distorsionaba el paso de la luz natural de la luna, el caso era que incluso esos monstruos necesitaban la luz del fuego para guiarse por el camino en medio de su persecución.
De nuevo las flechas, criaturas de bajo nivel en pequeños grupos no eran un problema para alguien como Obito, pero en esa cantidad, su único ojo podía ver miles y miles que seguían brotando de esa cueva, como hormigas de su hormiguero.
— Tsk.- Estaba realmente enojado, cansado y herido.
Ya no debía mirar atrás y en un esfuerzo más grande hizo que sus alas se imbuyeran en energía espiritual para poder darse un impulso más grande, debía marcharse ya.
El parpado le pesaba terriblemente, sentía como su cuerpo se desvanecía, por ello, decidió transformarse en un cuervo, sin embargo, el cambio de forma le hizo caer desmayado, pues su energía ya estaba demasiado escasa, incluso para algo tan simple como el cambio de forma y es que ese impulso que había dado para alejarse en efecto lo había llevado muy lejos, a kilómetros del peligro, pero con un desgaste demasiado grande.
— Mierda...- Su mente comenzó a divagar mientras su pequeño cuerpo negruzco caía por los cielos sin poder hacer nada para detenerse.- Así que moriré de esta forma... Ya no podré volver a verla...- Su ojo se cerró mientras se dejaba caer.- Perdóname Tsuki...- Murmuró mientras su cuerpo golpeaba contra el suelo.
La sangre brotaba de sus heridas, aún transformado su cuerpo era resistente y la caída no fue suficiente para matarlo, pero si no era eso sería la hemorragia.
Pisadas partiendo las ramas y hojas secas caídas de arboles que comenzaban a perderlas pues el Otoño estaba comenzando, esas pisadas sonaban, hasta cierto punto, ligeras y se detuvieron frente a él.
—¿Un cuervo?- La voz suave de una mujer zumbó con fuerza en la cabeza de Obito.
El ahora único ojo de Obito se abrió, la imagen era algo borrosa pero pudo distinguir una mancha acercándose a él.
— ¿Una tennyo?- Las pequeñas manos de la mujer le sostuvieron con cuidado, ella olía incienso y por primera vez en cientos de años se sintió bien.- Tal vez morir en sus manos sea mejor...
Aquella mujer le envolvió en un pañuelo y se lo llevó lejos de ese bosque, podía sentir la vibración de energías moviéndose a donde estaba.
— No debiste salir esta noche, están particularmente activos, pero descuida.- Sonrió tranquila mientras el cuervo cerraba su ojo.- Esta noche puedes venir conmigo al pueblo que estoy protegiendo, mi barrera no les dejará entrar.
Obito se desmayó justo en ese instante, ya no le importaba a dónde fuera, su conciencia estaba perdida y no tenía manera de luchar para mantenerse despierto.

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Tengu
FanficSalvar la vida de un cuervo cambio la vida totalmente de Hinata Hyuga, conocida como la sacerdotisa errante. Encarnación de la pureza y de la bondad. ¿Podría ella sanar el corazón de un Yokai?