Madrid había vuelto a sus vidas desde que Martina aprobó aquellas pruebas de danza en el conservatorio, un año fue suficiente para los profesores para las altas capacidades de danza que tenía aquella niña de apenas 13 años, desde ese día la vida de los Cepeda Ocaña giraba entorno a esa niña que dejó de bailar en el salón de casa para hacerlo en los grandes teatros.
La gran decisión de dejar Barcelona fue un caos , que dejó grandes disputas entre Luis y Aitana, ella dispuesta a dejarlo todo y empezar de cero en Madrid una vez más, él con un trabajo perfecto en Barcelona se negaba a dejarlo para volver a una oficina y a las malas caras, le gustaba el trabajo que desempeñaba en el estudio de Alfred. Bruno se negaba a dejar Barcelona y volver a estar lejos de sus abuelos, de su tita Marta con la que había acostumbrado a ir los jueves a merendar a solas, y de Amaia que le había enseñado a tocar el piano creando una relación especial entre ambos, se negaba a dejar a sus compañeros de clase y a los del equipo de baloncesto
Finalmente fue el camino de Martina el que decidía por todos, y con ello el cambio radical de aquella pequeña niña que reía por todo y desprendía luz al igual que su madre.
La ilusión de Martina no se perdió el día que piso el conservatorio de Madrid, su día se basaba en bailar y en estirar los músculos de sus piernas, se preocupaba por no lesionarse, y sus pies estaban llenos de heridas. Decidió que no iba a hacer un bachillerato a pesar de la insistencia de sus padres y de su hermano, ella tenía una buena carrera con el ballet y quería dedicarse al cien por cien, por ello pasaba todo el día en aquel conservatorio.Las ocho de la tarde de un día de noviembre el frío en Madrid hacía que Martina se abrochara la cremallera de su abrigo hasta arriba al salir del conservatorio, charlando con algunas compañeras, sus pies le quemaban dentro de las zapatillas y deseaba llegar a casa para entrar a la ducha, había sido un día duro, escucho el sonido del coche de su padre haciéndole la señal de que por favor subiera rápido, corrió hacia el y dejó un beso en su mejilla en cuanto ocupo el asiento del copiloto.
-pensaba que vendría mamá
-se le ha complicado las cosas en el taller- respondió de la forma más seria
-¿Pasa algo?
-estoy cansado, cariño solo eso
Se centró en la carretera hasta llegar a las afueras donde tenían su casa, entraron por el garaje y cuando fueron a entrar para subir las escaleras se encontraron con Bruno, haciendo ejercicio en aquel pequeño gimnasio improvisado que fueron creando.
Bruno a sus 18 años tenía un cuerpo envidiable, sus músculos estaban cuidados del baloncesto y el ejercicio que hacía después, su pelo se rizaba en un tupé. Sus notas en el instituto también eran envidiables, estudiaba mucho para ello, pero como Aitana solía decir, tenía la inteligencia de los Cepeda, seguía teniendo la habitación llena de maquetas y puzzles imposible para quien no tiene paciencia y había abandonado un poco esa obsesión por las estrellas
Martina miró a su hermano sin decir nada y le dejo hablando con su padre, subió los dos pisos hacia su habitación y lanzó su mochila sobre la cama y busco el pijama para correr hacia la ducha.
Deshizo el moñete de su pelo que caía ondulado sobre su espalda después de todo el día, dejo que el agua caliente cayera sobre su cuerpo durante varios minutos, para enrrollarse en su toalla rosa y caminar descalza hasta su habitación, dejando que su hermano entrará a la ducha seguidamente, se lanzó sobre la cama y saco el botiquín de su armario, tenía sus pies llenos de heridas que tenía que curar para mañana seguir bailando.Aitana entraba a la habitación de su hija y besaba su cabeza observando con dolor las heridas de sus pies, el silencio solía inundar aquella habitación cuando Aitana no recogía a su hija del conservatorio, desde hacía varios años no sé entendía con su padre, no desde que tuvo que volver a trabajar en una oficina, con una horario nada flexible que le impedía componer todo lo que quería en la distancia junto a Alfred.
-mamá, no me mires así, son normales estás heridas
-nunca voy a acabar de acostumbrarme, ya lo sabes
-¿Que tal tu día?
-bien, he diseñado dos vestidos de boda
Sonrió al escuchar a su madre, sabía que no iba a preguntar sobre cómo había ido el día en el conservatorio, siempre era la misma historia
-¿Que tal con tu padre? Siento no haber podido ir
-como siempre, hemos cruzado dos palabras contadas
-¿Y con Bruno?
-solo le he visto al entrar, haciendo ejercicio
Aitana no sonreía, la situación en casa no era la mejor y ella estaba en medio de todo, les entendía a todos y casi todas las noches discutía con Luis por lo injusto que era con su hija, fue una decisión de todos dejar Barcelona y llevaba años comportándose como un niño pequeño que no acepta que la vida no siempre llueve a gusto de todos.
-vamos a cenar
-mamá.......
-Martina, hace mucho tiempo que no nos sentamos los cuatro en la mesa, no vienes a comer y casi ninguna noche cenas
Martina bajo a cenar, no le apetecía discutir con su madre.
Desde que llegaron a Madrid, Martina se sentaba al lado de su madre y enfrente de su hermano, dejando que los ojos de sus padres se cruzaran durante las comidas. Aitana noto la cara de asco que le dedicó su hija al puré de verduras acompañado de una ensalada y la vio cenar en silencio y con desgana, escuchando la conversación que padre e hijo mantenían sobre los partidos de baloncesto del fin de semana
-chicas, ¿Podemos hablar de algo que no sea baloncesto?
Las miradas de los chicos se dirigieron a Aitana y ambos sonrieron cambiando de tema, hablando de cómo les había ido el día, todos excepto Martina que permanecía en silencio.
-¿No dices nada Martina?
La chica levantó su mirada y la clavo en los ojos de su padre, mentiría si no dijera que le temblaba todo el cuerpo y que le quemaba la mirada de su hermano sobre ella, y la mano de su madre la tranquilizaba por debajo de la mesa, quizás la falta de tiempo juntos les hacía olvidarse de las guerras que se declaraban en las cenas con una simple frase.
-no tengo nada que decir
-es que las princesas solo hablan entre princesas
Las palabras de Bruno hicieron que Martina abandonará la mesa con la cena sin terminar, su hermano era consciente de lo mucho que la chica odiaba la palabra princesa y siempre la utilizaba.
-Bruno, eso no ha estado bien
-mamá.....
-no acepto ninguna justificación
-tu madre tiene razón, pero deberías hablar con la niña de que no se abandona la mesa así
-Luis, por favor
Aitana suspiro y acabo acostada en la cama de su hija acariciando su pelo y deseaba volver a ser los de siempre, estaba perdiendo a su hija por segundos, y también a Luis, tenía miedo de que todo acabará de la peor forma.
Bueno primer capítulo que espero que os guste.
No sé si podré subir todos los días pero lo intentaré, espero que entendáis que lo quiero hacer bien y me quiero sentir inspirada en esta historia.Os quiero 💛💙
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Volver a ti
FanfictionContinuación de Llegar a ti. Martina y el baile empiezan a tener una relación muy estrecha. ¿Aitana y Cepeda siguen como siempre? ¿cómo afecta la vida de Martina a Bruno?