23. Porker

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—Estás equivocada —dije mientras le daba otro trago a la cerveza—. No siento ni la menor culpabilidad.

—Cerdo estúpido —rió Felicia y la fulminé con la mirada—. Te preocupas por esos chicos, quieras o no. Te sientes terrible por lo que hiciste, conmigo no necesitas hacerte el rudo.

—No me estoy haciendo el rudo, ni contigo ni con nadie —respondí molesto y ella sólo rió—. ¿Podrías dejar de reír? No tienes cinco años, Felicia.

—¿Cinco años? No, no —sonrió y luego hizo un puchero—. ¿Ya olvidaste mi edad, Porker? Creí que era tu mejor amiga en el mundo.

—Eres patética —puse los ojos en blancos y bebí—. Y no, de verdad no podría sentirme mal.

—Ya no eres el mismo, cerdito, creo que esos adolescentes han tocado tu corazón.

Giré mi rostro hacia ella y vi su expresión burlona, la cuál se intensificó en cuanto fruncí el ceño.

—Estás demente, Felicia —gruñí, claramente molesto—. No sé por qué te cuento las cosas.

—Porque confías en mí —respondió al instante con seriedad y suspiró—. Lo siento, tal vez no debería ser tan grosera con el único ser vivo que confía en mi.

Noté la ola de tristeza que se abalanzó sobre ella en el instante y sonreí, llamando la atención de sus cristalizados ojos.

—Todo cambiará en cuanto Peter, Miles y Gwen te conozcan y sepan el papel que juegas en todo esto —dije tratando de darle ánimos. Puse mi pezuña sobre su mano—. Verás como confiarán en ti y en que serás buena para el equipo.

—Un equipo inestable, Porker —exclamó irritada y se puso de pie, caminando lejos de mi.

—¿Qué quieres decir con eso?

Se giró y su mirada se ensombreció, lo cual me hizo saber que la había hecho enojar y que no me escaparía de su explosión.

—¿De verdad planeas hacerte el desentendido? Tú mismo me acabas de confesar lo que has hecho —escupió, riendo sin mucha gracia. Se había vuelto un témpano de hielo, hablando sin mostrar sus verdaderos sentimientos—. Sabes que no eres mejor que cualquiera de nosotros... sabes que no eres mejor que yo —le tomó a su cerveza y quise hablar pero me interrumpió, tirando la lata casi vacía por el suelo—. Me atrevería a decir que eres peor.

—Es el alcohol quien habla, no tú —respondí con toda la calma que pude reunir y ella soltó una carcajada que me llenó de nervios.

—El alcohol no hace nada en mi, cerdo estúpido... ahora hasta con eso te haces el desentendido —puso los ojos en blanco y comenzó a rebuscar entre los bolsillos de la chaqueta estilo militar que llevaba puesta—. Necesito un cigarrillo —murmuró hasta que encontró el paquete metido en uno de los bolsillos junto al encendedor. Sacó uno y lo encendió, colocándolo entre sus labios.

—¿Qué pretendes con todo este espectáculo que te estás montando, Felicia? —pregunté yendo al punto, pues comenzaba a preocuparme.

—Nada... aún —me guiñó el ojo y exhaló el humo de su cigarrillo, llenando el aire de olor a tabaco.

—Felicia...

—Eres una patada en el trasero, Porker —contestó poniendo los ojos en blanco—. ¿Cómo crees que me siento? Cometo un pequeño error y S.H.I.E.L.D se encarga de que el mundo olvide mi existencia, enviando a su estúpido agente cerdo a vigilarme constantemente —volvió a inhalarse el cigarrillo y expulsó el aire pero aún así era notorio que estaba a punto de llorar—. De pronto, el ya antes mencionado cerdo llega y pide mi ayuda, prometiéndome que mi vida mejorará y ¿qué hace la tonta Felicia? Decide confiar en él —soltó una carcajada y varias lágrimas rodaron por su rostro—. Pero ahora se da cuenta de que es sólo otra basura manipuladora... ¡al igual que Harry Osborn!

I couldn't save you || Spider-Gwen x Spider-ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora