26. Gwen

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Abrí los ojos, tratando de ajustarme a la luz artificial y de reconocer dónde me encontraba. Me removí y sentí una punzada de dolor en mi cuerpo, lo cuál fue suficiente para recordarme lo que había sucedido.

Me levanté de golpe, observando la habitación de Peter. Llevé mi mano a mi sien y suspiré, tratando de encontrarle un sentido a las cosas y a mis propios sentimientos.

Mi mente se quedó en blanco en cuanto Peter apareció en mi campo visual con el rostro lleno de preocupación.

—¿Gwen? —preguntó cauteloso, como si temiera mi reacción. Sonreí sin despegar los labios tratando de hacerle saber que estaba bien.

—Hola, cariño —respondí en un susurro, acercando mi rostro un poco al suyo.

Peter acortó el espacio entre ambos en cuanto pegó su frente a la mía, sosteniéndome el rostro con ambas manos de manera delicada.

—Estaba muy preocupado por ti —susurró con las lágrimas a punto de salir de sus ojos y acaricié su mejilla suavemente. Cerró los ojos al contacto.

—Estoy bien, lo prometo —respondí—. Creo que el shock de... tú sabes, la confesión... —sentí un escalofrío al mencionar el tema que había causado todo el asunto pero me contuve de hacer algo pues quería calmar a Peter y no hacerlo preocuparse más—. Me tomó por sorpresa y no supe cómo reaccionar.

Para mi sorpresa, se acercó y me rodeó con sus brazos. Dejé caer mi rostro en su hombro mientras hacía circulitos en su espalda con mi pulgar, sintiendo como todo lo malo se alejaba y sólo quedábamos él y yo: Peter y Gwen. Dos personas que creían haber estado perdidas en el mundo, pero que de alguna manera sobrenatural, volvieron a encontrar su camino de regreso.

De repente comencé a sentirme mal. ¿Por qué me había ido? Yo pedí a gritos que me hablara sobre la noche de mi muerte, ¿y que hice? Huí, no sin antes explotar dejándome llevar por el estrés, el shock, la rabia y el dolor.

Levanté un poco mi rostro y acerqué mis labios a su mejilla, depositando un beso suave. Inmediatamente, Peter se separó de mi y, tras mirarnos a los ojos por un momento, llevó sus labios a los míos y comenzamos a besarnos lento, suave y dulce.

De pronto la velocidad de los besos aumentó y comencé a sentirme algo acalorada. Pude notar que él también se sentía igual.

Nos separamos un momento y él me miró a los ojos con intensidad.

—Gwen... —susurró, juntando nuestras frentes y bajando la mirada.

—¿Qué ocurre, cariño? —pregunté con un hilo de voz, sin saber qué sucedería después.

—Lo siento —respondió pero buscó mis labios antes de poder decirle cualquier cosa. Detuve el contacto antes de que sucediera, obligándolo a mirarme a los ojos y percatándome de que estaba a punto de romper en llanto.

—¿Por qué? —tomé su mano y le di un apretón, pero él se negaba a mirarme— Peter...

—No me lo hagas más difícil, Gwen —por fin me miró y las lágrimas caían por su rostro. Sentí mi corazón estrujarse.

—¿Qué ocurre? —bajó su mirada de nuevo pero tomé su rostro entre mis manos para que me mirara— Peter, por favor dime qué ocurre.

Se puso de pie, alejándose de mi y dándome la espalda. Mi corazón dolía.

—¡Siento no haberte salvado! —exclamó y se giró de nuevo hacia mi. El dolor en su mirada era demasiado real y comencé a llorar.

—No fuiste el único que cometió ese error —sonreí. Pero era una sonrisa extraña, llena de ironía y de dolor. Me puse de pie.

I couldn't save you || Spider-Gwen x Spider-ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora