32. Gwen

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Todo era oscuridad y frío. Sentía una brisa helada recorrer mi cuerpo a pesar de estar vestida. El miedo se apoderaba de mi como nunca antes había hecho, carcomiéndome desde el interior.

Flashbacks de lo ocurrido momentos antes comenzaron a llegar a mi y me estremecí, sintiéndome aterrada por lo que vendría. ¿Qué era lo que vendría, exactamente? Poco a poco me habían ido despojando de mis más grandes tesoros y ahora no quedaba nada. Ni siquiera la tranquilidad de saber que Peter estaba bien y a salvo; no tenía ni idea de qué pasaría con él y ciertamente quería tratar de convencerme de que no estaba en peligro ya que se rendiría conmigo y estaba a punto de correr a los brazos de Mary Jane.

Pero en mi mente retumbaban sus últimas palabras dirigidas a mi: "¡Iré por ti, Gwen!".

Deseaba con todas mis fuerzas que estuviera mintiendo. Que sólo lo habría dicho para hacerme sentir más segura y no perder la esperanza, pero que en realidad ya jamás volvería a buscarme y me dejaría ir.

Pero sabía que no era así.

—Odio... todo —murmuré para mi misma mientras le daba un golpe a la pared que tenía a un lado, sintiendo un ardor en mis nudillos—. Mierda.

—Te vas a lastimar, arañita —dijo una voz suave que me hizo apretar ambos puños—. A golpes jamás derribaras esa pared; estás en una de las mejores celdas. Hecha especialmente para ti.

Felicia comenzó a caminar hacia mi, observándome con curiosidad a través de los barrotes de la celda.

El lugar estaba bastante oscuro, pero de pronto todo se iluminó. Me forcé a ponerme de pie y encarar a la felina, negándome a dejarla ver cuán rota había quedado.

Fruncí el ceño y la miré con desdén, tratando de lucir despreocupada. Pero cada movimiento que hacía era una punzada nueva de dolor.

—Excelente —exclamé con falsa alegría—. Creí que en este lugar me tratarían como una mierda pero veo que cumplieron mi deseo y me trajeron a una prostituta.

Felicia gruñó y me sobresalté en cuanto golpeó los barrotes con su puño. En su rostro había enojo, eso era seguro, pero había algo más en sus ojos.

—Escúchame, Gwen —habló entre dientes, tomando mi muñeca y apretándola con sus garras—, no tienes idea de la gran satisfacción que me dará cuando decidan acabar contigo. Veré cómo se borra esa sonrisita tuya y después iré por Peter.

—Déjalo en paz —ataqué apretando la mandíbula—. Como te acerques a él verás como vuelvo de la muerte a hacerte la vida imposible.

De pronto y para mi sorpresa, se echó a reír, soltándome de su agarre.

—Realmente eres estúpida —respondió al ver mi gesto de confusión—. Si tan sólo dejaras de ser un poco egoísta ya lo habrías descifrado todo.

Se dio la vuelta y se quedó de pie ahí, como si vigilara que nadie más estaba presente.

—Descifrar ¿qué? —me atreví a preguntar.

—Pon atención... —volvió a mirarme y a caminar hacia mi, tomando mi mentón con su mano y pasando su afilada uña por mis labios— y verás —sonrió.

—Aléjate de mi —pronuncié cada palabra fuerte y claro, tratando de intimidarla. Sólo recibí una seca carcajada de su parte.

—Oh, Gwen... —comenzó a caminar de un lado a otro con su característico movimiento de caderas— inocente y tonta, Gwen —suspiró exageradamente y yo resoplé en desesperación—. Deja de hacerte la idiota y date cuenta del verdadero enemigo aquí.

I couldn't save you || Spider-Gwen x Spider-ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora