SEIS

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Eran las cinco de la mañana y todos estaban sentados en silencio, desayunando y oyendo la lluvia caer fuera. Apenas habían dormido tres horas; Jake tomaba su café con los ojos cerrados, mientras que Jennie había hundido su rostro entre sus brazos y se había dispuesto a dormir unos minutos más. Matt parecía ser el único con energía: devoró sus tostadas y ya estaba por servirse la tercera taza de café.

Oyeron pasos en la escalera y apenas murmuraron un saludo cuando vieron a Mortimer entrar al comedor. El hombre aún llevaba puesta su bata, tan blanca como su piel, y tenía el cabello canoso revuelto.

—Buenos días.—susurró y fue directamente a servirse una taza de café. Le dio unos sorbos largos, como si fuese inmune a su elevada temperatura, y suspiró, renovado.—Saldrán de aquí a las siete, será mejor que vayan preparándose: hay reunión a las seis.—antes de salir con su taza humeante en mano, se acercó a Jennie y la observó detenidamente, comprobando que estaba profundamente dormida. Sonrió y salió arrastrando los pies.

Jake se había terminado su café, pero no había ni tocado sus tostadas. Tenía el estómago cerrado por los nervios. Se levantó sin mediar palabra con nadie y subió a la enfermería: todo el lugar apestaba a lavandina y no había ni una molécula de polvo. Se acercó a la cama diecisiete y sorprendió al encontrarla vacía. ¿Habría muerto? No, Mortimer les habría notificado. ¿O se los diría en la reunión de las seis? Se dirigió a la salida, apresurado, cuando una voz lo detuvo.

—Buen día.

Él se volteó, aliviado, para ver a Kat acomodándose el oscuro cabello en una cola alta. Llevaba una calza negra que resaltaba sus largas piernas y un buzo negro que reconoció como aquel que ocupaba lugar en las profundidades de su armario. Tenía un bulto en su muslo derecho que Jake supuso que serían vendas.

—¿Cómo estás?—dijo él señalando su pierna con su cabeza. Ella sonrió.

—Sólo molesta un poco el vendaje, está muy ajustado.

—¿Qué hay de tu hombro?

—No puedo moverlo demasiado, pero nada más.—ella terminó de recogerse el cabello y bajó su brazo herido lentamente; fue hasta su cama y se sentó para colocarse las zapatillas.—¿Qué haces despierto tan temprano?

Él se sentó a su lado y bostezó antes de responder.

—Salimos a las siete, y hay reunión a las seis.—ella asintió.—¿Y tú?

—Mortimer quiere que dirija la reunión.—Jake se mostró muy sorprendido y a ella le gustó la manera en que, sin notarlo, había dejado su boca un poco abierta.—Y también quiere que vaya con ustedes.

—¡¿Qué?!—exclamó, elevando la voz un tono.—No perteneces al Centro, sin ofender, —aclaró; Kat asintió sonriente.—y es demasiado rápido para que vayas a una misión. Tus heridas...

—Mis heridas no son un problema.—lo cortó y se puso de pie. Revisó el reloj que colgaba de la pared, sobre la cama: cinco cuarenta y ocho.—Será mejor que te arregles; nos vemos en la Sala de Reuniones.

Salieron juntos de la enfermería, pero se separaron instantáneamente: Kat fue hacia las escaleras, de bajada a la Sala de Reuniones; mientras que él fue algunas puertas hacia la izquierda, donde estaba su cuarto. Sin pensarlo demasiado, se puso una remera blanca con mangas cortas y un buzo negro encima, un deportivo negro y unas zapatillas; se detuvo frente al espejo y se revolvió un poco el cabello. El verde de sus ojos resaltaba en contraste con las oscuras y profundas ojeras que tenía.

Al cabo de cinco minutos, ya estaba yendo a la reunión. Cuando entró, se encontró con Matt, Jennie y Mortimer sentados en ronda. Junto a Matt había una silla libre, donde tomó asiento. Delante de ellos, en el centro, estaba Kat, de pie y aguardando para comenzar. Cuando él tomó asiento, Mortimer le hizo una seña con la cabeza y ella comenzó a hablar.

—Seré breve: la misión es capturar a Nathan, procurando no dañarlo, y regresarlo al Centro, donde lo encerraremos en una celda. Jake recogió un poco de agua del lago en una botella que está en posesión del Laboratorio, quienes están buscando una solución a las impurezas que causan locura y enfermedades mortales en aquellos que se exponen a ella.—hizo una pausa, esperando alguna pregunta pero, afortunadamente, nadie dijo nada.—Por el rastreador que hay en el collar que lleva en el cuello, sabemos que regresó al lago y que está allí, inmóvil, desde hace varias horas. El plan es sencillo y debería funcionar a la perfección: me acercaré a él y lo guiaré al claro, donde Matt y Jennie estarán esperando para capturarlo; utilizarán sogas para ello para mantener distancia de su mano armada, ya que nunca suelta su espada.

—¿Qué hay de mí?—preguntó Jake.

—Tú procuras que no me mate: correras a nuestra par pero un camino paralelo, para que él no pueda verte. Si notas que se está acercando demasiado a mí, o consigue atraparme, te lanzas sobre él y nos separas. Yo seguiré corriendo y tú dejarás que me siga, pero sin perderlo de vista.

Jake asintió: con su progresión, sería fácil advertir cuando él se aproxime demasiado a Kat.

Jennie levantó la mano de forma teatral antes de preguntar:

—¿Cómo podemos estar seguros de que aún quiere asesinarte?

—No podemos.—contestó Kat y todos se sorprendieron ante su sinceridad.—Sólo podemos esperar que funcione.

—¿Y si no lo hace?—preguntó la chica, desafiante.

—Confío en que no me dejarán morir.—dijo Kat y dio por finalizada la reunión.

Todos salieron de allí y se encaminaron a sus cuartos a prepararse antes de salir. Jennie se apresuró por los corredores para alcanzar a Kat, quien estaba por subir a su cuarto.

—¡Espera!—le gritó y ella se detuvo.

—¿Qué sucede?

Jennie se acercó tanto a ella que Kat pudo sentir el perfume en su cabello; olía a jazmines.

—¿Podría quedarme en el claro con Jake en lugar de Matt?

Kat la miró sorprendida, ¿por qué preguntaba esa estupidez? Jake sería más útil con sus ojos progresivos sobre Nate que aguardando su llegada al claro y, por lo que había visto, Matt era bastante musculoso, lo que sería de mucha ayuda a la hora de retener a Nathan.

—¿Por qué? ¿Sucede algo entre tú y Matt?—fingió interés y preocupación.

Jennie negó y sonrió con timidez.

—Es sólo que... quiero estar cerca de él.

Kat quiso estallar en risa: ¿estaba hablando en serio? Tenía todo el día para estar con él, ¿por qué esperar a una misión tan importante como aquella?

—Lo siento, pero no puedo permitirlo.—le dijo con seriedad.—Jake será más útil observando a Nathan que Matt, y éste será de gran ayuda reteniendo al chico.

Jennie la miró, avergonzada de sí misma, y se acercó un poco más a ella.

—Te daré un tiempo para pensarlo mejor.—le dijo amenazante y, de improviso, hundió un dedo en el hombro de Kat. La chica resistió las ganas de gritar mientras un dolor agudo le recorría el brazo.—Nos vemos en unos minutos.—dijo Jennie mientras se alejaba por el pasillo. Kat se quedó allí unos minutos, apoyada contra la pared y sujetándose el hombro con fuerza, mientras una lágrima se le escapaba y caía al suelo. Está demente, pensó.   

ProgresiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora