DOS

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—Aquí está su próxima misión.—Mortimer dejó caer un pesado periódico sobre la mesa, haciendo un estruendo que sobresaltó a todos. Jennie se despertó por el golpe, mientras que Matt, Nathan y Jake seguían bebiendo sus cafés. Le echaron un vistazo rápido al título: "Asesinato en serie: tres víctimas".

—¿No es tarea de la policía?—preguntó Matt con un bostezo.

—Lean atentamente.

Jake tomó el periódico y leyó en voz alta.

—"La noche del sábado una niña de doce años, tras unos días de gripe, ha sido encontrada muerta en su cuarto; las autoridades confirman un suicidio luego de haber asesinado a sus padres con unas agujas de tejer. El jueves por la tarde, una mujer fue internada con hipotermia; antes de morir, declaró haber asesinado a sus hijos, y que estaban enterrados en el jardín trasero de su casa. Finalmente, el lunes por la mañana, un hombre de cuarenta años salió de su casa de camino al trabajo y atropelló a tres personas que caminaban por la acera; luego se colgó en su oficina".

Todos guardaron silencio.

—Sigo sin comprender por qué esto nos compete a nosotros.—agregó Jake.

—Porque en esta ciudad no suceden estas cosas; y porque no hay explicación para los asesinatos.—dijo Mortimer marcando cada palabra con un dedo sobre la mesa.—Quiero que investiguen sus hogares, sitios recurrentes y contactos; quiero una relación entre esas personas y las víctimas, y quiero una solución. Buenos días.—salió del comedor tan rápido como había entrado, y dio un portazo tras de sí.

Los chicos terminaron sus desayunos y se dispusieron a investigar.

—¿Qué tal si nos dividimos las tareas?—sugirió Jennie.—Jake y yo podríamos investigar las casas.—le lanzó una mirada coqueta.

—Mejor que trabajemos de manera individual.—contestó él y ella se sintió ofendida.—Yo investigaré sus hogares, Matt tú los sitios recurrentes; Nathan, podrías buscar conexiones entre víctimas, y Jennie tú ve organizando la información.

Todos asintieron y salieron a trabajar. Matt recorrió toda la ciudad con fotos de los asesinos y las víctimas, preguntando si alguna vez los habían visto, si los conocían, si habían oído sus nombres. Nathan hizo lo mismo, pero preguntando por los barrios residenciales. Jake investigó los hogares de los asesinos, en busca de señales de que iban a matar a alguien: buscó medicamentos y sus prescripciones; revisó mensajes de texto, mails, redes sociales, en busca de mensajes de amenaza o discusiones. Luego revisó cajas y cajas de fotos y comparó los rostros con los de las víctimas. A las ocho de la noche, los tres chicos regresaron e informaron a Jennie de sus descubrimientos; ella organizó todo y armó tres carpetas distintas, donde guardó informes detallados.

—La mujer se llamaba Stella Kviosky. Era una de las mejores clientas de la Casa del Té y trabajaba en la Biblioteca Central. Era madre soltera; los padres de los niños desaparecieron y no hay rastro de ellos ni evidencia de haber sido partícipes de su vida. Los niños eran muy populares en la escuela, viajaban en el autobús escolar y practicaban fútbol. Los vecinos y amigos dicen que eran una familia extremadamente cariñosa.—leyó. Mortimer asintió. Tomó otra carpeta y comenzó—: Ivan Houley, el hombre de cuarenta años, era el empleado del mes todos los meses; mano derecha del dueño de la compañía y cliente recurrente del pub. Las últimas semanas había asistido a reuniones de Alcohólicos Anónimos; su psicóloga reportó una "falta de compromiso para con las citas, ya que nunca asistía". Vivía en un edificio de departamentos, y sus vecinos no sabían nada de él. No se encontraron nada más que botellas de cerveza vacías en su apartamento, pero el forense no encontró alcohol en sangre.—guardó la carpeta y leyó la última.—Anne Svenson, de doce años de edad. Estudiante de honor en la escuela, pertenecía a un grupo scout e iba a la Iglesia todos los domingos para ayudar con el comedor comunitario. Sus padres solían irse varios días de viaje por trabajo y la dejaban a cuidado de una vecina de edad avanzada. Sus compañeros, la gente de la Iglesia y vecinos aseguran que era la bondad personificada, y que, a pesar de sus ausencias, su relación con sus padres era de lo más amorosa.

Mortimer oyó en completo silencio los tres expedientes: personas normales, sin antecedentes legales ni problemas en ningún ámbito de sus vidas. ¿Por qué asesinar personas? ¿Diversión? Si era así, ¿por qué suicidarse? Le hizo una seña a Jennie para que se retirara; cuando cerró la puerta, tomó su agenda telefónica y marcó a un número que sabía de memoria. Tras dos tonos, una voz conocida atendió.

—Tengo trabajo para ti.—dijo él y sonrió.

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—Propongo limpiar los alrededores de la ciudad.—dijo Nathan en una reunión informativa.—Ya hemos revisado todos los edificios comunitarios, residenciales y privados, incluso los abandonados y los terrenos baldíos. Tal vez encontremos algo si buscamos en las afueras.

—No hay demasiado: sólo la ruta nacional y el bosque.—dijo Jennie, aburrida. Repiqueteaba sus largas uñas sobre la mesa.

—Es mejor que nada.—dijo Mortimer.—Estamos atascados, debemos buscar todo lo que podamos.—señaló a Matt y a Jennie.—Ustedes revisen las salidas de la ciudad: rutas y autopistas. Jake y Nathan, les toca el bosque.

—¿Incluyendo el camino oculto?—preguntó Nathan.

—Especialmente el camino oculto.

Todos asintieron y subieron a la sala de armas a equiparse; tras unos minutos, ya estaban de camino a la camioneta. Habían quedado en que Matt y Jennie los dejarían en las cercanías del bosque, para revisar esa salida y luego las demás; y así fue. Los chicos bajaron del vehículo y comenzaron a caminar por la acera, dejando atrás las casas y adentrándose en la zona de árboles.

ProgresiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora