DIECISÉIS

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—Tengo buenas y malas noticias.—dijo Mortimer mientras todos elongaban en el gimnasio.—La buena, es que tengo un misión para esta noche.

—¿Esta noche?—se exaltó Jennie.—¡Es la noche de teatro y gala!

—Esa es la mala noticia: ha sido postergada para la próxima semana.

Todos se quejaron ya habían comprado trajes o los habían enviado a la tintorería; Jennie ya tenía citas con peluquería y manicura. No podía cancelarlas con tan poca anticipación.

—Por favor Morti, dime que es una broma.—dijo ella.

—No, no lo es. El otro Centro que asistiría con nosotros tiene un asunto urgente que atender, y nosotros tenemos varias misiones postergadas que deben hacerse a más tardar, mañana por la mañana.—comenzaron a protestar y Mortimer aguardó en silencio a que se callaran.—Ustedes sólo harán una, el resto son bastante fáciles, ya saben: patrullas, allanamientos, esas cosas.

—¿Qué es lo que debemos hacer?—preguntó Jake, resignado. Mortimer hizo una pausa para encender un cigarrillo; se tomó todo el tiempo del mundo para hacerlo. Luego le dio una larga calada y largó el humo por boca mientras hablaba.

—Registrarán un edificio de oficinas abandonado sin razón aparente. Muchas fuentes dicen que la compañía presentó quiebra; otras dicen que se mudaron a otra ciudad; el hecho es, que está abandonado y, por ende, nos corresponde registrarlo.

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—¿Por qué me toca siempre la peor parte?—se quejó Jennie. Habían dividido el edificio en tres sectores: la primera planta era la de los baños y buffet; el segundo el de las oficinas diminutas y el tercero el de convenciones. Para armar los equipos, lanzaron una moneda y luego hicieron lo mismo para distribuirse los sectores. Jennie debía ir sola a la segunda planta, Matt y Nathan a la primera y Kat y Jake a la tercera.

—No es tan grave, —bromeó Jake.—sólo algunos cubículos llenos de humedad y moho.

—¿Y por qué debo ir sola?

—Destino.—contestó Matt. La chica siguió quejándose y todos optaron por dejarla.

—Bien, nos veremos en una dos horas en el segundo piso.—recordó Nathan. Todos asintieron y comenzaron a trabajar.

Jake y Kat subieron por escaleras hasta el tercer piso; cuando llegaron, se detuvieron a admirar la ciudad a través de los enormes ventanales que cubrían las paredes. Podían ver el Centro, una manzana oscura rodeada de casitas bien iluminadas en mitad de la noche; más allá, se veían los enormes árboles que marcaban el final de la zona urbana y el comienzo del bosque.

Avanzaron hacia el centro de la recepción e hicieron un tateti para decidir por dónde comenzar: Kat decía izquierda y Jake, derecha. Tras varios minutos de tensión y empates, Jake ganó. Hizo un gesto con el puño hacia el aire, victorioso.

Al ser un piso dedicado a la conferencias, sólo había una sala en cada extremo; en ambas se encontraron con sillas desordenadas y vasos plásticos que alguna vez habían portado café en sus interiores. En menos de una hora, ya estaban de regreso al segundo piso, aburridos y en silencio. Jake revisaba su reloj de muñeca cada diez minutos y Kat bostezaba ruidosamente. Mortimer los había hecho entrenar durante horas para que se acostumbraran el uno al otro, ya que los había seleccionado como el equipo de operaciones especiales: esto era, allanamientos y cacerías nocturnas por la ciudad, en tiempos imposibles y sin demasiada preparación. Hacía ya dos semanas que dormían menos de tres horas diarias, ya que Morti los despertaba en mitad de la noche y los enviaba a algún lugar a cazar progresivos o allanar edificios viejos.

ProgresiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora