El trayecto fue silencioso, aunque Jake podía palpar el estrés que manaba de su compañera. Bajaron a dos manzanas de distancia, para no levantar sospechas; de todas formas, eran las tres de la mañana: todas las casas estaban oscuras, y no había nadie en la calle. Subieron las escalerillas de la entrada y se detuvieron allí, como si estuvieran esperando que sucediera algo.
—La casa tiene dos plantas: la superior sólo tiene una habitación, matrimonial; la inferior tiene una pequeña cocina, un baño y otra habitación. Bajo las escaleras hay un armario; la única forma de entrar y salir es por esta puerta: las ventanas están selladas.
—¿Cómo sabes eso?—preguntó Jake impresionado.
Kat tragó con fuerza; él notó que la mano que estaba sobre el pomo no dejaba de temblar.
—El Perdido se llama Ian: es pequeño, aparenta unos siete años, aunque ahora debe tener trece. Su progresión le permite estirar sus brazos y dedos hasta un máximo de dos metros: en ese punto siente dolor y se fatiga. Es allí cuando debemos atacar.—la voz le temblaba.—Su punto débil está en su espalda: si la tocas, aunque sea de la forma más sutil, su progresión perderá poder. Intentará alejarse, por lo que es mejor... —respiraba con irregularidad.—clavar algo para mantenerlo bajo control.
Jake la miraba desconcertado: ¿acaso el Perdido sería un miembro de su familia?
—Quiero pedirte un favor.—murmuró ella.—No mires las paredes que no tengan cuadros.
Jake asintió; la situación era cada vez más extraña, y aún no habían entrado en la casa. Kat respiró hondo y giró el pomo: la puerta se abrió sin hacer ningún sonido. Ella se dirigió sin dudarlo al piso de arriba; Jake sólo la siguió.
—¿No revisaremos abajo?—preguntó.
—Ésta es su habitación.—respondió ella mientras irrumpía en la única puerta que había escaleras arriba.
La habitación estaba vacía: no había muebles, ni basura, ni nada. Jake activó su progresión para confirmar y lo vio: un bulto pequeño en una esquina. Sin decir palabra, le señaló a Kat el rincón y ella tomó un cuchillo de su cintura. Levantó el brazo lentamente mientras hacía girar el arma en su mano, hasta que pudo sujetarla por la punta y no por el mango. En un movimiento demasiado rápido para el ojo común, pero no para el de Jake, lanzó el cuchillo hacia el Perdido. Se hundió en el centro de su espalda y aguardaron a que chillara o se retorciera, pero no sucedió. Se miraron extrañados y Kat se acercó lentamente hasta la figura; con otro cuchillo en mano, lo tomó del cuello y lo lanzó de espaldas al suelo.
—Hola Katty.—dijo una voz infantil sobre ellos. Jake miró hacia arriba en cuanto la oyó y vio a un niño caminando por el techo como una araña.
Ella soltó la figura y se preparó para enfrentar al Perdido, el cual saltó al suelo y estiró su brazo para golpearla; rodó para alejarse y retrocedió rápidamente, calculando la distancia para evitar otro ataque.
—¿Por qué no volviste Katty?—preguntó el niño.—¿Ya no me quieres?
Jake notó que Kat se tensaba de pies a cabeza y la empujó hacia atrás, por si acaso.
—Yo sí te quiero Katty.—dio un paso hacia delante y ellos retrocedieron otro.—Es por eso que te pediré algo.—la luz de la acera que entraba por la ventana les dejó ver una sonrisa maliciosa.—Ven a jugar conmigo y con James.
Kat no lo resistió y le lanzó otro cuchillo, esta vez en el rostro; el niño lo esquivó y comenzó a correr hacia ella. Jake se interpuso y clavó un cuchillo en su hombro: chilló, pero continuó avanzando. Estiró sus dedos con una velocidad increíble y sujetó a Jake por los tobillos, lo arrastró y lo lanzó contra la pared del fondo. El chico aterrizó golpeando su cabeza contra la pared; Kat vio que no se movía y quiso acercarse a socorrerlo, pero los dedos del niño se enredaron entre sus pies, haciéndola tropezar. Ella volteó velozmente para protegerse de un golpe que se dirigía a su rostro; sin embargo, sus pies seguían enredados y el niño aprovechó para lanzarla donde Jake, con tanta fuerza que, al golpear la espalda contra la pared, sintió que sus pulmones se vaciaban de aire. Ian se acercaba a ellos lentamente, disfrutando de aquello. Kat sacudió a Jake con desesperación y él pareció despertar un poco.
—Jake, despierta.—le cacheteó el rostro sin cuidado, pero él sólo se quejaba.—Mierda.—se puso de pie y cubrió a Jake con su cuerpo.
—Tu amigo es muy aburrido.—dijo el niño.—Al igual que mamá y papá.
Kat sintió la malicia de sus palabras, pero reprimió sus sentimientos: no era el momento. Sentir es morir, recordó. Ian comenzó a estirar sus brazos y ella tomó un cuchillo en cada mano y comenzó a evadir los golpes mientras intentaba hacerle daño con sus armas. Logró hacerle algunos cortes profundos que en lugar de detenerlo parecieron potenciarlo; por el contrario, ella comenzaba a cansarse y, por ende, esquivaba algunos golpes por poco, mientras que otros le daban de lleno en las extremidades. Aún a así, ella no se alejó de Jake; conocía a Ian, y sabía que iría a por él en cuanto tuviera la menor oportunidad.
—¡Esto es tan divertido!—gritó el niño emocionado. Sujetó a Kat por los tobillos y la hizo caer de espaldas, la arrastró unos metros y luego la levantó para arrojarla donde Jake, otra vez. Ella volvió a levantarse, con más esfuerzo que antes, y continuó resistiendo golpes mientras intentaba alcanzarlo en la espalda.
Hubo un segundo en el que Ian intentó ir a por sus pies otra vez, y fue allí cuando vio la oportunidad de terminar la pelea: saltó hacia él, derribándolo, y comenzaron a forcejear. Kat lo apuñaló repetidas veces en los brazos, tratando de debilitarlo, mientras que Ian envolvía sus dedos en el cuello y el abdomen de la chica. Asfixiándose, ella optó por golpearlo con el mango del cuchillo en las costillas; lo hizo con todas sus fuerzas, hasta que finalmente oyó lo que esperaba: un fuerte y claro crack, que siguió de Ian arqueándose del dolor. Fue allí cuando ella hundió el cuchillo en su espalda y observó cómo la progresión disminuía velozmente. Victoriosa y fatigada, se sentó a su lado, sin dejar de observar a Jake.
—¿Por qué lo hiciste?—preguntó el niño. Las lágrimas caían por su rostro, aunque Kat sabía que no eran de dolor, sino de orgullo. Nunca nadie había conseguido llegar a su punto débil, excepto James, y había sido su final.—Estábamos divirtiéndonos.
—Supongo que ya no me gusta este juego.—se sorprendió diciendo.—No desde que...
—Desde que James hizo lo que tú acabas de hacerme.—en su voz podía sentir el odio que le profesaba.
Kat lo miró de reojo y, trabajosamente, se puso de pie y se dirigió hacia Jake. Esta vez lo sacudió con dulzura, mientras le daba unos suaves golpes en el rostro; el chico despertó atontado.
—Kat... —murmuró y, de repente, abrió sus ojos como dos platos y la empujó hacia un lado.—¡Cuidado!
Ella cayó torpemente y vio cómo lo que debía de ser un dedo se hundía en su brazo. Jake lanzó un grito de dolor y ella se apresuró a cercenar esa cosa. Ian también gritó, pero fue una mezcla de ira con dolor.
—Apuesto a que James estará feliz de verte otra vez.—ladró y se lanzó sobre ella.
ESTÁS LEYENDO
Progresión
Mystery / ThrillerAlgunas personas nacen con la capacidad de transformar partes de su cuerpo para obtener ventajas en la batalla; esto es conocido como Progresión. Jake trabaja junto a sus amigos en el Centro, un lugar donde entrenan para explotar al máximo sus prog...