Jhon:
La madre de Grace ya podía sentir la suave textura del suelo. Pues ante las tan trascendentales palabras del médico era imposible no caerse para atrás.
Aunque no tan imposible después de saber que yo no había reaccionado igual.
Su hijo y su esposo se centraron en ayudarle a que respondiera y lograra levantarse, acciones en vano. Por lo que, a causa de ese dramático desfallecimiento no consiguieron oír las declaraciones que pudieron devolverme el aliento. No era para menos, sabiendo que si se agraviaba más su situación podría quedar tras las rejas.
—Eso es lo que ocurre cuando no me permiten acabar de hablar—se dirigió a mí el doctor—. A pesar de esa reacción tan conveniente, creo que el único que quizá se preocupa por ella eres tú.
Sonreí. Sí, era probable que Smith me intranquilizara en esta ocasión, solo porque todo este caos llevaba mi nombre como culpable por doquier. Correspondía a algo más de la moral que ya había perdido, que por cualquier razón distinta.
— ¿Qué quiere decir con eso, doc?— pregunté cruzándome de brazos—. ¿Hay más?
—Claro que hay más—me desconcertó—. Grace podría sufrir todas esas consecuencias que mencioné. Sin embargo, son solo posibles diagnósticos, su estado ahora es estable, si no despierta dentro de al menos 72 horas se considera una entrada al coma. Pero si logra despertar antes, se deben poner a prueba su memoria y actividad cerebral, así descartamos una pérdida de memoria.
Como la mía.
— ¿En dónde está ahora mismo?—interrogué.
—Por ahora su ubicación es inestable—comentó revisando su expediente—. Tendría que estar en rayos X, realizándole una radiología craneal, así descartamos cualquier fractura.
—Gracias doc—le palmeé el hombro—. Cuando conozca su ubicación exacta me la hace saber. Tengo muchos asuntos que arreglar con esa mujer.
Rió, y fue una acción con la que los Smith al fin captaron atención, aunque de cierta forma ya nos habíamos alejado un poco de ellos inconscientemente.
—Muchacho—me tomó el hombro—, mientras no sean cuestiones pasionales, mira que eso de que se cayó casualmente te lo pudo haber creído mi enfermera para su registro de ingreso, pero yo conozco de esas causas más de lo que piensas.
No pude evitar reírme ante tan pícaro comentario. Era muy seguro que la enfermera asistente, la que me demostró que no había visto faldas más cortas en mi vida mientras esperaba noticias, fuese el manjar con el que aquel hombre para nada canoso, se deleitara las noches en que llamaba a casa para avisar de lo grave que estaba un paciente.
Y, posiblemente los hombres sepan de qué manjar hablo.
Excluí de mi mente esos pensamientos que por más graciosos que fuesen, no me hacían olvidar dónde estaba y la exacta razón.
Percibía ansias, más que nunca deseaba que despertara, ya que estando en coma jamás podría contemplarla tragándose su maldito orgullo para agradecerme el acto heroico de salvarle la vida.
Toda ella me entretenía, así que ¿qué es de un niño sin su juguete favorito? Sí, tal vez lo que era y permanezco siendo mucho antes de conocerla. Un chico que consigue diversión en las noches húmedas de chicas creyendo o no en el afecto, en amor sin nada a cambio, y por supuesto que soy del pensar que por todo sentimiento, siempre de debe pagar un precio. Lo suficientemente alto para sufrir, o lo suficientemente bajo para reírse por haberlo pagado en vano.
Para nada era que no creyese en el amor, sino que consideraba de excesiva voluntad enamorarse, enamorar a alguien más y posterior a eso, desenamorarse y aceptar la gran pérdida de tiempo por estupidez propia. Tal vez solo era cuestión de encontrar entre este mar de personas, a la ideal para perder el tiempo al menos con la primera acción.
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Dreamy Girl Dancer © (Editando)
Teen FictionATENCIÓN: En esta historia se encuentran disponibles para lectura al público solo los capítulos enumerados. El resto está sujeto a modificaciones o eliminación definitiva. Cuando Grace Smith, una bailarina con escasos recursos económicos que lucha c...