Bueno, tarde pero seguro, ¿no?
Nonono. Eso solo lo dicen las personas cuyas crisis existenciales no le dejan escribir, pero bueno, ya he vuelto <3
No me odien. Bye.
Grace:
Mis ojos se deslizaban por las letras que él había escrito una y otra vez sin detenerse, era como si por cada vez que lo repetía se tornaba más real, más palpable, más doloroso.
Jhon había terminado no solo conmigo, sino con toda la vida que había intentado construir aun cuando las circunstancias le recordaban su mala suerte diariamente. Quizá era demasiado bueno para mí, tal vez el destino era muy cruel en separar a dos personas que se amaban sobre cualquier tiempo, sobre cualquier decisión.
Cuando ese pensamiento vino a mí, tuve la necesidad de reírme de mí misma. Maldita sea, estaba siendo condescendiente conmigo y no lo merecía, porque el culpable no era el destino, sino mi egoísmo, ¿tenía al menos una pequeña posibilidad de perdón al mentir por amor? No, porque el amor no te lleva a mentir, no te lleva a fingir, para el amor solo hay una salida y esa, siempre será la verdad. Ahora podía verlo claro, mi mentira había sido como el fuego, al principio solo fue un chispazo insignificante, pero de pronto, en menos de un pestañeo, ya había arrasado con todo lo que amaba. Me di cuenta de que todas las personas tienen el modo de hacer añicos lo que les hace felices, no destruimos de la misma manera; pero siempre termina doliendo cuando ya no hay más por hacer, cuando te recuerdas a ti misma que fuiste tú quien colocó a aquella historia, un punto final.
Mis lágrimas comenzaron a surgir, no tuve tiempo de retenerlas ni de entender por qué después de tantas horas leyendo la misma carta, no había reaccionado.
Puede que yo no quisiera hacerlo, no quería aceptar que todo ya había acabado y el mundo no podía terminar ahí, justo ahí, sentada sobre la cama en mi habitación, con el corazón roto, sosteniendo su despedida a plena luz del día.
De repente, unos brazos me envolvieron desde mi espalda en un reconfortante abrazo, y al saber quién era mi llanto acrecentó inconsolablemente. Mi madre persistía impregnándome de su amor, un amor que quería rechazar por creerlo falso, pero era imposible cuando era todo lo que tenía para sobreponerme en la soledad; tal vez era lo que necesitaba desde antes y mi coraza, la encargada de mantenerme a oscuras, desamparada, no me permitía sentirlo. Porque el orgullo era muy buen escudo, ese que incluso me hacía sentir tras la inmensidad de mis sentimientos encontrados, como si de verdad bailar en ese preciso momento no fuese a salvarme, como si soltarme de sus suaves brazos para correr al sótano y escapar de mi mala elección fuese lo último en el mundo, con lo que pudiese evadir mi dolor.
Entrelacé mis manos con las de ella y me dejé amar, hundiéndome en mis sollozos. Entonces solo por un segundo, olvidé todo lo que me impedía amar a mi madre.
Su fragancia a jazmín me obligó a mantener los ojos cerrados aunque las lágrimas se acabaran de la nada, deleitándome con aquello. En sus brazos todos los sonidos parecían intensificarse, el viento azotando las ramas de los árboles, los autos fluyendo en la ciudad, la tenue música de un bar nocturno que apenas estaba cerrando; el silencio reinando tanto en sus labios como en los míos me hacía sentir la persona más afortunada en el mundo, por haber encontrado en el momento correcto, el lugar correcto.
Mi madre acariciaba mi cabello con suma ternura y balanceaba nuestros cuerpos en un vaivén adormecedor, tanto así que el cansancio de la noche anterior no resistió en llevarme a un ligero sueño; sentí cuando ella colocó una sábana sobre mí y cerró la puerta atrás de sí.
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Dreamy Girl Dancer © (Editando)
Teen FictionATENCIÓN: En esta historia se encuentran disponibles para lectura al público solo los capítulos enumerados. El resto está sujeto a modificaciones o eliminación definitiva. Cuando Grace Smith, una bailarina con escasos recursos económicos que lucha c...