20.- De cómo el vínculo esperado se volvió real

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Jhon:

Mis labios sobre los suyos, la maravillosa sensación de dominarle. Estaba disfrutándola, saber que era ella y seguir besándola me permitía el lujo de pecar por inocente, ¿quién más iba a besar como si el mundo se acabase, pero con una lentitud tal que desataba las pasiones escondidas que solo llevaban su nombre?

La extrañaba, tanto que no me reprimí de morderla y prometer afecto al mismo tiempo. Se separó, aunque no demasiado, su respiración agitada más el sudor en su cuello eran signos de haberlo hecho bien.

—No olvides nunca las magníficas cosas a las que te atreves, con un antifaz—susurré junto a sus labios.

—Prometo que no, quizá la próxima vez te dé oportunidad de quitármelo—sonrió.

—No será necesario—y me acerqué a su oído—: Mi bailarina oscura.

Sin embargo, nuestra espectacular charla fue abruptamente interrumpida por el sonido de sirenas que se percibían a lo lejos. Grace fue arrebatada de mis brazos por sus compañeros, nerviosos ante la policía que parecía acercarse. Ya se había tardado Ximena en arruinarlo, no podía negar que sin ese show su fiesta hubiese quedado en el olvido; ahora tenía mucho que agradecerle a mi pequeña, si es que algún día llegase a descubrirlo.

Todos se marcharon corriendo como locos, en especial ella, dejándome hipnotizado con su figura escultural. No obstante, al salir un sujeto muy cerca de mí, creí conocerlo. Un mechón de cabello rubio se le escapaba de la máscara.

— ¡Jhon, cómo es posible que te besaras así con la tipa esa!—me golpeó la pelinegra llorosa e histérica—. Después de todo lo que me ocurrió en el Instituto y mira como han dejado todo, y tú solo dándote gusto con la maldita que despedazó el que era, el mejor día de mi vida. Ni siquiera fuiste capaz de defenderme.

Enarqué la ceja, ¿en serio tenía que soportarla?

— ¡Ja! Al menos sí sería capaz de besar a esa mujer una y mil veces hasta el cansancio—me encogí de hombros—. Y por favor, no vayas a buscar lastima en mí, tal vez lo que te pasó te enseñe a ser mejor persona, piensa que cualquiera pudo haber sido, después de todo eres experta en esparcir mal a gran escala.

Sus chillidos fueron la respuesta, pero me di vuelta y me largué de allí como pude. Me encaminé de inmediato al sótano, necesitaba digerir lo que acababa de ocurrir, no era tan fácil asimilar que la chica que más deseaba me había besado por deseo propio. Era tan irreal que tenía que tocarme los labios y saborear su labial carmín aún impregnado en ellos para creérmelo. No me sentía poca cosa para ella, más bien porque me sentía suficiente es que anhelaba lo antes posible estar a su lado. Si ella supiera el suplicio de controlarme al tenerla cerca, los celos descomunales cuando otro imbécil le mira el trasero, y la ansiedad de conocer algún día si tales sentimientos eran correspondidos.

Sumido en tanto que pensar, habiendo llegado ya a mi destino me adentré en mi alcoba. Todo estaba a oscuras, o como recordaba haberlo dejado.

Me dirigí al baño directamente y me desvestí hasta quedarme en ropa interior.

—Con que ella estaba resfriada—reí en voz alta—. Es dinamita pura esa mujer, va a acabar conmigo antes de poder contraatacar Dios mío.

Salí en dirección a mi cama, pues mi intención era descansar y dejar el martirio para mañana. Sin embargo, ya estaba siendo ocupada por alguien más.

—Anda, contraataca, no te va a ser difícil—rió ella estudiando todo mi torso con sumo detalle—, y menos estando en ropa interior ante menores, mi querido.

Tuve el impulso de cubrirme con algo, ¡estaba en bóxer!... Aunque, ¿eso que podía tener de malo? Digna y todo seguía siendo mujer, una muy inteligente para saber que si lo quería, todo lo que admiraba podría ser suyo. No era mala idea mostrarle lo que yo sin ningún antifaz, tenía para tentarla igual o mejor que ella a mí.

Dreamy Girl Dancer © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora