12.- Acercamientos repentinos

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(En multimedia foto de Ximena 7u7)

Grace:

Ninguno de los dos pudimos darle la respuesta que demandaba ella tan desafiante. Todavía permanecíamos inmóviles ante la sorpresa de que ella precisamente hiciese esa pregunta y se ubicara en aquel lugar, que antes gracias a mí se había mantenido oculto.

Lo que en verdad no podría hacer mejor el encuentro tan desafortunado, era que se tratase de ella. ELLA. Otra de las pobladoras terrestres que conseguía mi odio envuelto en una caja con un encantador moño, ¿cuándo querrá desenvolverlo esta imbécil? A pesar de todo, quizá por primera vez en su plástica vida había logrado hacerme un enorme favor, el cual iba a pagarle con mi más modesto presente. Sí, el regalo que acababa de mencionar.

El energúmeno sobre el que desgraciadamente estaba retiró sus asquerosas manos de mi cintura, de inmediato me hice a un lado y ambos nos colocamos de pie, uno más de prisa que el otro claro está. Su semblante no proyectaba nada bueno, aunque por supuesto esta conversación sería mi segundo acto de entretenimiento.

—Ximena—pronunció su nombre intentado tomar el control de la situación, ¿qué haces aquí?—al interrogarla me observó apenado.

¿Estás seguro de que me debes respeto? Al menos no por esa razón, qué asco.

— ¿Tenía que pedir permiso para venir a una casa abandonada?—escupió recalcando de un modo despectivo lo poco que el lugar le parecía—. Por favor Jhon, ambos sabemos que te mereces más que un montón de porquerías que pueden dejarte muerto en algún momento—me observó sin desperdiciar ninguna imperfección—, tal como yo quiero hacerlo ahora.

Supe que si quería escuchar con lujo de detalle aquel excelente cruce de palabras, tendría que al menos disimular y hallar la manera correcta. Por esta razón antes de emprender mi plan entrometido encubierto, les dediqué una mirada cínica y comencé a actuar con excusas para permanecer allí; como recoger el reproductor de sonido cubriéndolo tan despacio que mis manos bostezaban o miraba la hora temprana en mi viejo teléfono. Sin embargo, ni O'Donell ni Ximena articulaban alguna palabra.

No voy a irme sin conocer el núcleo de esta bomba, es necesario para mí.

— ¿Esta tipa vive aquí contigo o qué?—se atrevió a preguntar señalándome—. Dile que se largue, tú y yo necesitamos resolver unos asuntos—esta vez me miró profesándome el más distinguido odio que yo también compartía—, a solas, estúpida.

Jhon me miró avergonzado pero asintió como si irme realmente sería lo mejor.

Me resistí ante mis más positivos deseos de arrancarle la peluca a la pedante de Mcdenyensem, más la curiosidad que estaba consumiéndome completa. Mi Grace arriesgada y audaz me aconsejaba que me quedara en algún lugar "invisible", consideraba que si mis escapes diarios eran una aventura, esto solo sería un simple mini-juego en ella.

Fingí abandonar mi intento y me escondí en un sitio que ellos concentrados en sus asuntos no consiguieron ver. Miré cómo Jhon se transformaba en alguien distinto al salir yo de su campo visual, tomó a esa arribista del brazo como si ella le hubiese ofendido con su presencia, ¿y a quién no ofendía ella con tan solo respirar? Logré acercarme relativamente más y por fin, empecé a oír la conversación más interesante de mi noche.

— ¿Cómo es que eres capaz de hacerme esto, Jhon?—interrogó golpeándole los pectorales que lucían más notorios con esa franelilla—. ¡Estás poniéndome el cuerno con dos zorras al mismo tiempo!

Esta bomba sí que necesitaba ser detonada cerca de mis oídos. Era toda una joyita ese espantapájaros malformado, aunque quizá no tan malformado me dije al recordar las veces que le había rozado sin intención. Tenía que admitir a pesar de que eso hiriese mi orgullo, que él no estaba nada mal.

Dreamy Girl Dancer © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora