22.- Cuando todo toma sentido

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Grace:

Permanecíamos fundidos en los labios del otro, atreviéndonos a rebasarnos, a nosotros mismos, al amor... A todo.

Me costaba aceptar cuán imposible resultaba que Jhon O'Donell, el sujeto con el que ahora mismo me besaba, fuese mi chico. Yo que había jurado hallar su lado débil para tenerlo en mis manos, y ahora solo alguien constituía su destrucción.

Yo, únicamente yo.

Separamos nuestros labios, pero nuestras manos continuaban entrelazadas.

—Sin duda alguna—nos interrumpieron los niños jueces—, no existe forma más digna de ganarse el premio.

—No, de verdad esto no lo hice con la intención de gan...

—Shh—lo callé—, ellos son los jueces, saben lo que hacen.

Sonrió. No, no sonrías estúpido, no hagas que quiera besarte de nuevo. Ya no me queda respiración.

—Sin más que decidir, Jhon y Grace son los ganadores de este concurso—aplaudieron con todo el furor del mundo mientras nuestros amigos se enloquecían gritando—. No solo se llevan el cheque de 90.000$, sino que tienen la opción de quedarse con él o de donarlo a nuestros niños de la comunidad.

Ese momento fue crucial, me fijé en sus ojos disimuladamente. Sin embargo, no había de qué dudar, él haría lo que tenía que hacer.

—Si a Grace le parece bien—me miró y yo asentí—, lo donaremos.

Mis niños saltaron de emoción al oírlo, gracias a Dios tal recompensa había caído en buenas manos. Y en un muy buen momento claro está. Él y yo bajamos de la tarima una vez terminado todo cuando de repente un torrente enorme de personas vinieron a abrazarnos, suerte que antes de ocurrir tenía un maravilloso e improvisado plan de contingencia. Pues en cuanto todos se juntaron con todos, halé a Jhon fuera del gentío y lo rapté tal como él hubiese hecho; nos escabullimos entre risas y al librarnos corrimos en una dirección que solo yo conocía.

— ¿A dónde me llevas?—me detuvo tomándome de la cintura—, no necesitas violarme si es eso.

— ¡Ja! Qué más quisieras—estrujé sus cachetes—. Es un lugar al que iba de pequeña.

Llegamos antes de lo que creí, se trataba de una vieja plaza que muy pronto demolerían. Nos sentamos en uno de esos banquitos de concreto e intimidados por lo que ahora éramos, dimos inicio a nuestra conversación.

—Grace, antes que todo, quiero que sepas que no me gustaría hacerte sentir incómoda—frunció los labios—; tal vez esto sea raro por un insta...

—No, solo te veo aquí, a mi lado, habiendo dejado tu orgullo solo para arriesgarte así—sonreí—, y no puedo creer que se trate del mismo Jhon que me chantajeó por un beso, el que casi estrangulo. Me asusta quizá entregar un corazón que no sé si está listo para querer a alguien después de tanto tiempo.

—No tienes que entregarme nada—acarició mi barbilla—. Esto es algo mutuo, te hago daño házmelo a mí, te hago feliz hazme feliz. Yo tampoco estoy listo, pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras me ahogo en todo el amor que te tengo.

¿Por qué me perdí de esto durante tantos meses? Ah sí, ya recordé.

—Creo que no pudiste haberlo dicho mejor.

—Y dime, ¿por qué este sitio es tan importante? Tenemos mucho de qué hablar esta noche.

Coloqué mis piernas sobre las suyas, cuidando que nada se viese debido a mi vestido y me destaqué hablando.

Dreamy Girl Dancer © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora