26.- De cómo la curiosidad puede matar a un hombre

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ADVERTENCIA: Todos los derechos reservados a Sleeping At Last por la canción utilizada en el capítulo. Esta es completamente de su autoría, así como la traducción de la misma, le corresponde a algún autor anónimo.

N/A: *Grito de emoción* (AHHHHHHHHHHHHHHHHHHH). Definitivamente, de los 5 años que llevo editando este libro,  este es el momento que más he esperado. Casi el clímax del libro, es como un descontrol en mi corazón, espero realmente lo disfruten. En multimedia la canción <3.


Jhon:

Dejarla se sentía como si rompiesen mis huesos uno a uno. Haberme dado la vuelta a pesar de su llanto desconsolado había sido la demostración más grande de que aún, tenía fuerza de voluntad. Aunque, se fuese desvaneciendo paso a paso más lejos de ella, una que otra lágrima extrañamente fría descendiendo por mi rostro era prueba de ello.

Grace no merecía nada de mí, pero la amaba y no me creía capaz de detener ese proceso.

Al final, mi miedo se había hecho realidad, la vida me había puesto a escoger entre las dos cosas que más creía amar. Porque ella me quería lejos de mi pasado, mientras mi pasado bajo cualquier condición arrasaría con todo el presente que le estorbara.

Más seguro que nunca de mi dolorosa decisión, me encaminé al vecindario donde antes vivía. Costase lo que costase, Jack tendría que contarme lo que sabía, estaba cansado de cómo todas y cada una de las personas que quería intentaban protegerme de algo que siempre había formado parte de mí, algo que si era preciso que me destruyera, tenía derecho a hacerlo. Limpié cualquier rastro de debilidad en mi rostro y me adentré en los estrechos callejones hasta conseguirlo, sentado observando la simpleza de la noche, fumando un cigarrillo y en tanta calma, como si supiera que llegaría en algún momento a pedirle cuentas.

—Pareces muy relajado—carraspeé la garganta para que se diera vuelta.

—Lo estoy—le dio una última calada a su cigarrillo antes de deshacerse de él—, puede que pronto me libere de una carga muy pesada.

Me alegro mucho por ti—asentí—, ¿puedo saber de qué carga vas a liberarte?

Caminó directo hacia mí y cuando estuvo frente a frente conmigo, posó su mano sobre mi hombro mostrándome un semblante un tanto nostálgico y preocupado, sentí como todo el ambiente cambió de tranquilo a expectante. ¿Acaso él podía presentirlo o era yo, paranoico?

—No importa, mejor dime, ¿te pasa algo? Nunca vienes a estas horas a verme—recorrió mi rostro con la mirada—. Y por Dios, te ves terrible.

—Estoy dispuesto a regresar a donde pertenezco Jack, así que ya es momento de decirme lo que has estado ocultando durante este tiempo—exigí desafiándolo con la mirada—. Te prometo que después de esto, me iré, no tendrás que volver a saber de mí.

—Sabía que tenía que liberarme de esta promesa, más no que sería esta noche—sonrió a medias y retirando su mano me indicó el camino a algún sitio—. Vamos, en mi estudio podemos hablar mejor.

Aquellas palabras sonaron escalofriantes para mí, ¿después de tanto imaginar que se negaría a hablar, solo iba a ser así de sencillo? Esa carga sí debía pesar demasiado.

Al llegar nos sentamos cada uno en su lugar y vi que Jack revisó sus cajones buscando no sé qué cosa. Claro que tarde caí en cuenta de qué podía ser, más tratándose del inicio de un relato tan largo como el que sabía, tenía que explicarme; entonces, una muy tenue voz me susurró que no estaba preparado todavía para asumir con valor el final de aquel silencio tan largo, de aquel borrón tan perfecto en mi historia.

Dreamy Girl Dancer © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora