Jhon:
Era la primera vez según mis cálculos, que hacía algo mal y no lo recordaba. Aunque eso claramente sonara irónico.
¿Por qué demonios Grace me esquivaba? ¿Me había sobrepasado con ella en el tocador? ¿Sentiría de algún modo que estaba llevando las cosas más rápido de lo debido? Pensaba que era mutuo, que los dos necesitábamos esa cercanía solo por un momento.
Durante toda la mañana había intentado pedirle una explicación a su rechazo y por supuesto, solo obtenía una indiferencia muy dolorosa. ¿A qué jugaba ahora?, ¿quería acaso aumentar el interés entre nosotros actuando así? Yo estaba seguro de lo que ella sentía, pues las pocas veces que la atrapaba mirándome percibía aún esa hoguera perfecta en sus maravillosos ojos cafés, solo que ahora más tristes, más desolados; hecho al que no le encontraba razón.
Al verla salir del salón junto a Elizabeth en plena clase, supe que a ella le estaba costando su propia ley del hielo en mi contra. Si así era, ¿por qué lo hacía?
Me esforcé en concentrarme, pero era en vano. Muchos asuntos rondaban mi cabeza, la extraña despedida de mi novia la noche anterior para luego tratarme como un simple desconocido, adicional al regreso de esas largas pesadillas, un tormentoso recordatorio de lo incapaz que era para recobrar la memoria. Me enojaba conmigo mismo por ello, sentía la necesidad de recuperar mi pasado como malagradecimiento a mi presente, era este el motivo de peso por el que no había vuelto a mencionárselo a Grace; no quería que lo tomase como inconformidad con toda la felicidad que vivía gracias a ella.
El estruendo del timbre anunciando la hora de receso me salvó de sumergirme aún más en mis pensamientos, salí del salón con un poco de prisa dirigiéndome a la cartelera informativa del equipo de soccer, teníamos un juego interestatal en dos días y a pesar de estar teniendo una mala racha sentimental mis responsabilidades debían continuar. Me fijé en los nuevos horarios de entrenamiento y mis posiciones correspondientes en el campo de juego, en algún instante impreciso una palmada demasiado sonora en mi espalda me sorprendió, al darme vuelta me topé con el rostro de Alex. Qué novedad, definitivamente algo en él no terminaba de darme buena espina, tampoco era como si su acoso le ayudase demasiado con eso.
— ¿Qué tal?, ¿ya Grace cruzó palabra contigo?—su voz se oyó un tanto divertida—, la he visto por ahí con sus amigos.
Alex estaba al tanto del raro comportamiento de mi chica, todo el Instituto lo sabía, esa era su excusa perfecta para hablarme hasta el cansancio y creer que realmente me hacía un favor con su compañía, sumada a su personalidad ridícula de chico peligroso y degenerado. Yo ya sabía que parecía una mala copia mía, pero él no tenía la culpa de lidiar a diario con la competencia. Además, aún le debía agradecimiento.
—No, todavía no hablo con ella, supongo que podré hacerlo en cualquier momento antes de que las clases terminen—fruncí los labios—. ¿Por qué te importa tanto?
—Eres mi amigo, esa es la razón. Por eso estuve pensando en decirte unas cuantas cosas—se preparó para uno de sus peores comentarios—, creo que Grace está saliendo con alguien más Jhon, no hay duda de eso. Sino, puede que tus cursilerías la estén aburriendo y esté considerando enviarte de nuevo a los brazos de mi Ximena.
¿Cómo es que era "novio" de Ximena y hablaba de ello con tanto desdén?
—Hoy amaneciste más creativo de lo normal, nada de eso es cierto—fruncí el ceño, con una pizca de inseguridad en el pecho—, nuestra relación es fantástica, no hay razones para que busque algo más en otra persona.
Posó una mano en mi hombro y me condujo por el pasillo, inundado de estudiantes.
—Hombre, nadie entiende lo que quieren o necesitan las mujeres, son peores que nosotros, insaciables, inconformes y complicadas. Un día están felices contigo y al día siguiente, se quejan, te detectan debilidades y se aprovechan de ellas para conseguir lo que buscan. Son crueles y despiadadas, pero lo más importante que debes saber de las mujeres, es que siempre, óyeme bien—palmeó mi espalda de nuevo—, siempre mienten. No importa cuán sincero seas con ellas, nunca van a decirte la verdad, bajo el mismo discurso de que lo hacen para protegerte, para no perderte, o por miedo. Créeme, Grace Smith no es para nada diferente a ese concepto.
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Dreamy Girl Dancer © (Editando)
Roman pour AdolescentsATENCIÓN: En esta historia se encuentran disponibles para lectura al público solo los capítulos enumerados. El resto está sujeto a modificaciones o eliminación definitiva. Cuando Grace Smith, una bailarina con escasos recursos económicos que lucha c...