Cariño, por favor, sé real

Familia

Ni Superman ni Batman me pertenecen.

Clark a veces cree que conoce mejor estas tierras de lo que se conoce a él mismo, sabe cuál es el mejor lugar para ver el atardecer y cuál es el mejor para ver el amanecer, sabe dónde puede quedarse dormido y su má nunca lo encontrara, sabe dónde es más cómodo el pasto para tumbarse y ver las nubes...

Sabe dónde van a estar sus padres a esta hora del día, probablemente su pá este peleando con las vacas como si estas pudieran contestarle y su má probablemente haya decidido que es la hora perfecta de hacer un rico pie de manzana, porque a las 6:00 en punto a Jonathan Kent le encanta entrar a la casa con flores silvestres en mano, entregarlas a su esposa y decirle que es la mujer más hermosa en Villa Chica y su má siempre sonríe, contestando que es un adulador mientras le entrega una taza de chocolate caliente en invierno, pero una taza de leche fresca en verano y una rebanada de pie de manzana.

Clark se paró en este sitio, lo suficientemente lejos de la casa de sus padres como para no ser notado por su má, pero lo suficientemente cerca como para interceptar el recorrido de su pá, una vez que hacía las paces con sus vacas. No creía tener la valentía de entrar a la casa de sus padres, en realidad estando ahí parado en medio de la granja Kent se sentía expuesto.

Quería huir.

—Clark— Llamó la amable voz de su pá y él se giró a enfrentarlo cara a cara, escuchando como su má se apresuraba en el interior de la casa abriendo la puerta con un toque de desesperación.

—Hola— Saludó torpemente.

...

Su má colocó un pedazo de pie y un vaso de leche frente a él. Pie que no se atrevía a probar. Sentía el estómago como si fuera un niño otra vez y estuviera jugando en el resbaladero, una y otra vez.

Bruce dijo que no era su culpa, pero él había visto la grabación de ese día.

Superman se veía como un monstruo.

Su má colocó una de sus cálidas manos sobre las de Clark y él no podía entender como era que su corazón latía con normalidad, justo como el de su pá, no podía entender como su má y su pá le sonreían con tanto amor.

—No fue tu culpa, cariño— Habló su má, en el mismo tono que le hablaba cuando era un niño, sin miedo, sin decepción...

—Actué como un monstruo—

—Mi hijo no es un monstruo— Contestó su pá al instante. —Mi hijo es muy bueno y es un héroe y por eso intentaron manchar su imagen— Quería creer en lo que su pá decía, pero...

—¿No los... decepcioné? —

—No— Se apresuraron a decir ambos adultos mayores, descoordinadamente. —Tú nunca podrías decepcionarnos, Clark— Agregó su má.

—Yo...— Y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro, al tiempo que su má lo escondió en un apretado abrazo.

—Te amamos, Clark— Y la calidez y aroma de su pá se unió al abrazo, envolviéndolo totalmente.

...

Martha sabía exactamente como se sentía un corazón roto, había experimentado muchos, era parte de estar vivo y sin bien preferiría no tener que pasar por esas emociones, no era como que deseara que no existieran esas experiencias.

Pero cuando vio a su hijo en televisión, sangrando y atacando a un omega, su corazón se rompió más dolorosamente de lo que nunca había sentido, viendo la acción horrible que le habían hecho a su bebé.