El ducado Gólubev abarcaba una gran cantidad de tierra rica en vegetación frondosa que ocultaba la hacienda, herencia de Evgenia, de los curiosos que pasaran por ahí. Entre helechos de más de un metro de alto, árboles frondosos y vegetación en general exótica, la propiedad de la familia se había asentado en una de las penínsulas más alejadas.
Fuera del Este, se tenía la falsa creencia de que el territorio de Rómanov era bastante escueto, debido a la fama del soberano. De hecho, quienes no lo hubieran visitado con anterioridad, se imaginaban grandes extensiones lodosas en las que los soldados entrenaban bajo cielos grises y lluvias constantes. Y aunque más o menos así era dentro de la base militar, los alrededores poseían la belleza singular de las selvas tropicales en las que la naturaleza se respetaba y, al mismo tiempo, la tecnología y comodidad habían encontrado un lugar para que los ciudadanos equilibraran el ecosistema con lo moderno.
Para cuando el sol salió aquella mañana e iluminó la piel pálida de Evgenia, tan blanca como las sábanas sobre las que su cuerpo desnudo reposaba, Frey Erland ya se estaba abotonando la camisa. Antes de salir, se arrodilló junto a ella, le acarició el pezón rosado con el único propósito de saberse capaz de provocarla incluso en sueños, le dejó un casto beso sobre los labios entreabiertos, y se fue, cuidadoso de no hacer ruido para no perturbar su sueño; en parte porque merecía dormir después de lo que había hecho la mayor parte de la noche, y también porque así le gustaba más. Esa hora del día era la menos propicia para que pusiera a trabajar a su lengua viperina.
Mientras salía de la hacienda y recorría los jardines que bordeaban la construcción, se dijo que una vida normal no le hubiera venido nada mal. Casarse con Evgenia y poseerla cada noche, para luego despertar rodeado de semejante vista, en definitiva le habría traído más satisfacción que ser el regente del Sur. No le habría pedido mucho a la vida, solo una sexy mujer que en unos años le daría a su progenie y una posición en el Parlamento que le permitiera volver a casa cada noche.
Cuando estuvo seguro de que ya no sería visto, se metió al sendero principal y caminó hasta el enrejado, donde Baldessare ya lo esperaba dentro del auto.
—No imaginé que te vería —le dijo al asistente—. ¿Cómo escapaste de mi padre?
—Amaneció indispuesto. Por las fechas, Alteza.
Cada año, Garm perdía el ánimo general al recordar las buenas épocas. Se recluía en sus aposentos para lidiar con su duelo y al día siguiente volvía a su rutina normal, como si las veinticuatro horas anteriores jamás hubieran pasado.
Frey Erland asintió al tiempo que se ponía el cinturón de seguridad. Como no volvió a hablar, Massimo arrancó directo a la Capital.
La Cámara de Archivos Secretos era un edificio dentro de los límites del Parlamento, el más alejado de los centrales y el segundo más protegido, solo por debajo del ala del Consejo Terrestre. Para ingresar, aparte de solicitar una cita previa con el debido permiso del soberano del reino al que se pertenece, hay que escribir los motivos por los cuales se desea acceder a la información requerida. Dicho documento, redactado al momento, era revisado por los tres miembros del Consejo que estuvieran en turno; si la solicitud era denegada por dos de ellos, no había más que hacer.
Pero para fortuna de Erland, Baldessare ya se había encargado del escrito y, gracias a sus contactos, el Príncipe solo tenía que presentarlo. Las intenciones plasmadas por el asistente de su padre se vieron tan inocentes que la decisión fue unánime.
Tras recibir la aprobación, fue llevado a un cubículo transparente en donde solo había un par de sillas y un escritorio. Una señorita le llevó una carpeta no tan gruesa y salió, concediéndole la mayor privacidad posible que se podía tener con un guardia de seguridad postrado al otro lado del cristal.
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Hessdalen: Exilio
FantasíaTras ver su vida en peligro, Var Aneeta Odalyn Landvik, heredera del reino del Norte, es exiliada de su natal Hessdalen. No le queda otra opción que cruzar el portal que la llevará a un mundo del que su gente se alejó muchos años atrás. En compañía...