Capítulo 36

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Las semanas trascurrieron en Noruega sin grandes incidentes. Odalyn intentó ir a clases de cocina vegetariana, piano, tejido, yoga, pintura y defensa personal. A las de cocina asistió con gran gusto porque conoció gente que también compartía ese deseo de no consumir animales. A las siguientes solo fue una vez, dijo que no tenía habilidad manual para el instrumento ni para tejer. Su hiperactividad fue un gran obstáculo con el yoga. Aceptó que lo único que la unía con el arte era su amistad con Theo. Y de las últimas desistió porque Hummel aseguró que él podría enseñarle mejor que el instructor.

Al inicio creyó que ese comentario, que había emitido con evidente molestia después de ver al sujeto coquetearle abiertamente, fue provocado por los celos. Einar no era precisamente celoso, lo había descubierto en sus actitudes diarias, en especial cuando salían en grupo; por lo que le dio el beneficio de la duda y aceptó que él le diera su propia lección.

¿El resultado? La sugerencia, mientras estaba a horcajadas sobre él después de haber practicado una técnica de derribo, de que debería dar clases porque las de él eran más efectivas y fáciles de aprender.

Einar siguió haciendo ejercicio con Nina por las mañanas; si bien la constancia de la vecina era buena, había ocasiones en las que, con ojeras y visible cansancio, alegaba no poder seguirle el ritmo por las desveladas hasta altas horas de la noche y la resaca.

El plan de los empleos, por otro lado, se dio de forma natural y sin que lo buscaran. Aksel no pudo quedarse todo su turno en la recepción cuando iniciaron las clases; su tío, que era el gerente del edificio, hizo caso a la sugerencia del chico cuando este le propuso dejar a Odalyn a cargo durante las horas que él estuviera ausente. La princesa probó que era perfectamente capaz y, poco a poco, se ganó la confianza del hombre.

En cuanto a Hummel, inició por casualidad un día que estaba en el taller de Finn y Magnus. Recibieron la llamada de un auto que se había averiado en la carretera y, como Odalyn había hecho planes con Nina después de las clases de cocina, los acompañó. El apoyo que les ofreció fue bien recibido, tanto así que le propusieron remunerarle las veces en las que pudiera ayudarlos, puesto que había días bastante ajetreados y poco personal en el negocio que erigieron juntos.

El tiempo incluso asentó de una forma positiva las cosas para Sersjant, como fue que llamaron al cachorro cuando se descubrió su presencia en el edificio. Al señor Pedersen, tío de Aksel, casi le dio un infarto cuando vio el gran bulto que se movía en el bolso que cargaba Hummel. Tanto Aksel como Nina —que en ese momento estaba hojeando unas revistas mientras fingía escuchar al chico que le hablaba sobre Natalie Portman— se prepararon para interceder en caso de que hubiera algún altercado. Einar le dijo a Odalyn que se quedara con sus amigos en lo que él hablaba con el gerente en su oficina, y media hora más tarde vieron salir al perro, corriendo hacia ellos con total libertad.

Odalyn creyó que fue obra de la buena voluntad de Pederson, Aksel imaginó que Hummel amedrentó a su tío con una técnica de espías, y Nina apostó por un soborno gordo. Sin embargo, la realidad fue una charla bastante civilizada, un historial como buenos inquilinos y la promesa de que el viejo Pontiac del hombre recibiría servicio gratuito, o con considerable descuento, según el grado de atención que requiriera. Oh, y sin olvidar la absoluta educación del animal respecto a las instalaciones y demás vecinos.

Eso sí, para llegar a ese acuerdo, Einar tuvo que hacer un análisis de la personalidad, actitudes, postura, forma de hablar y ademanes del tipo. Tenía qué comprender cuál podría ser su punto débil para atacarlo por ahí.

Y al poder ser libre, Sersjant pudo aplicar las maneras que había aprendido de su familia. Fue tan sociable como Odalyn y protector como Einar; con los desconocidos que no pertenecían al edificio y encontraba merodeando por ahí, mostraba una desconfianza bastante graciosa. De ahí que a Aksel le diera por llamarlo así*.

Hessdalen: ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora