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La chica tarareaba una canción cociendo un pantalón color negro. Hacía mas de medio mes que ella no hacía ese tipo de trabajo, confeccionar ropa desde el inicio.

Sus pensamientos se envolvieron en un sólo tema: Aquel misterioso hombre. Le daba una sensación extraña, no sabía explicar como a cada hora y cada cosa que hacía le recordaba a ése hombre.

Decidió pasar un rato en el jardín. Le gustaba conversar con las flores, preguntarles como estaban y de vez en cuando contarles sobre sus incertidumbres. El tiempo pasaba, ella era feliz ahí, pero quería más que sólo hablar con plantas y regarlas. Quería explorar afuera.

—¿Que tal? —Ella giró asustada. —Veo que estás ocupada.

—Lo estoy —Avanzó al chico.

—¿Que tal si salimos? —Sonrió. Apenas lo notó por el cubre bocas.

—Es una invitación tentadora —Mordió su labio.

—Entonces vamos, hay una nueva película de zombies que muero por ver.

Ella negó. —Jimin no me deja. Él tiene las llaves... —El chico no respondió y asintió. T/n caminó devuelta a las flores. Giró al portón y ya no había nadie.

—¡Hola! —Jimin sacó las llaves de su bolsillo. —¿Como está el amor de mi vida? —Ella sonrió de inmediato, se besaron una vez estuvieron cerca. Entrelazaron sus manos y entraron a la casa. —¿Que hiciste hoy?

—Estuve confeccionando, después me cansé y salí al jardín y hablé con... —Jimin la miró atento. —Las flores —Dijo apenas.

—Hm... ¿Y que te dijeron?

—¿Quién? —Miró a otro lado, asustada.

Él rió. —Las flores, ¿que te dijeron?

—¡Ah sí! Bueno... Los zombies ¿que son? —Cambió de tema.

—¿Zombies? —Llevó a su boca una galleta con chispas de chocolate, le ofreció una. —¿Viste una película de zombies?

—No, es sólo que lo escuché —Jimin se acercó para llevarla hasta la habitación, donde con un poco de lentitud tomó su cintura y le sonrió. —¿Que sucede? —El aroma de Jimin era distinto, su respiración era agitada.

—¿Que llevas bajo ésta falda? —Habló haciendo círculos con la yema de sus pulgares sobre la costura. Ella lo miró confusa.

—Llevo ropa interior, tonto —Sonrió. Jimin se acercó más, conforme avanzaba empujaba a T/n hacia la cama.

—¿Que color es? —Le preguntó cerca de sus labios. Depositó pequeños besos en su mejilla y comenzó a bajar a su madibula. —Hm... —Escuchó un gemido ronco. Sus manos tocaban con fuerza su cadera y la recostó.

—Es... —Cerró sus ojos una vez sintió las manos de Park por debajo de su falda. Lo sentía demasiado suave que quería sentir más y más. Jimin paró, la observó allí, respirando con dificultad. La tomó del cuello para apoderarse de él y morder. —Jimin... —Su lengua pasó hasta su hombro que yacia desnudo por culpa de los dedos. Sintió opresión en su zona.

—Sabes tan bien —Apretó la mandíbula. —Eres la mejor, eres la mejor... —Empezó a mover sus caderas en un vaivén, simulando estocadas. —Se siente bien, ¿no es así? —Ella no contestó. Jimin lo hizo aún más fuerte y acelerado, sus gemidos se escuchaban roncos. Desesperado tomó de la blusa y al no poder quitar los botones simplemente decidió tirar sin importarle que alguno cayera, sus manos quisieron quitar el sostén pero ella se exaltó, apartandolo de inmediato.

—No Jimin —Susurró. Miró a otra parte de la habitación, ocultando con sus brazos sus pechos.

—¿Qué? —Sorbió la nariz. —De verdad que no te entiendo.

—Tengo miedo Jimin —Él se giró enfurecido.

—¡No mierda! —Daba pasos por la habitación. —¡Eres una maldita!

—Ji-jimin...

—¡Te he estado aguantando tanto tiempo que estoy arto! ¡Arto de ti! —T/n sintió una presión en su pecho. —¡Siempre tienes miedo maldita!

—No me hables así —Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

—Maldita perra —Susurró Jimin tirando de sus cabellos. —¡Maldita perra! —Escupió frente a ella. T/n no pudo reaccionar cuando sintió la mano pesada contra su mejilla, haciendo girar su cabeza. Park se acercó violentamente y la tomó de los cabellos, ella se quejó con llanto. Empuñó su mano y le dió un golpe en la nariz llenando instantáneamente su rostro de sangre, uno tras otro. Jimin no paraba y T/n no podía hacer nada, se encontraba sin fuerzas, un último gemido salió de sus labios y fue soltada quedando en la cama con un inmenso dolor. Jimin pateó sus piernas y le escupió. —Aquí, quién da ordenes, soy yo.

STALKER [K.T] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora