[26]

2.8K 301 62
                                    

La emoción de Taehyung era tan grande, creía que el corazón se le saldría con sólo escuchar los timbres de la llamada que hacía. Estaba en un teléfono público, con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Hola? —La voz al otro lado no era de T/n. Era de alguien más jóven. —¿Quién habla?

—Soy, bueno, tu mamá me ha dado éste número.

—Ah, mamá no está —Contestó la pequeña Taeha. Soltó una risita. —¡Papá!

—¡No, no! No llames a tu padre, mejor llamo en otra ocasión... ¿Hola?

Taehyung observó el teléfono, quizá se había terminado el tiempo. Seguía aún la llamada, iba a colgar.

—Buenas tardes, ¿Que se le ofrece?

Tarhyung carraspeó la garganta, intentando hacer una voz distinta.

—La señorita T/n me ha dado éste número, pero será mejor que llame después.

—¿Eres Taehyung?

—Em... Sí —Pegó su frente al teléfono al ser descubierto.

—Creí que no llamarías —Frunció el ceño al no comprender. —Le pedí a mi esposa que te diera el número de casa para hablar contigo.  Y es que me ha encantado como nos atendiste, ningún mozo nos había tratado como tu lo hiciste. Creo que eres un profesional en ello y me sorprendió tanto al saber que llegaste de imprevisto. Caíste del cielo —Se escuchó una risita. —¿Estás ocupado ahora mismo?

Un poco decepcionado contestó:

—No, no tengo nada que hacer.

—Ven a comer, ¿tienes dónde apuntar?

—En realidad no.

SeokJin le dió la dirección aún así, y el castaño apuntó mentalmente. Tomó un bus con ayuda de algunas personas a las cuales preguntaba por las calles. Después de veinte minutos estaba a sólo dos cuadras por llegar.
En aquello se notaba la diferencia de las casas, algunas más grandes que otras, para él eran como mansiones.

Estuvo frente a una casa de color marrón, y dos coches, uno rojo y una camioneta negra.
Exhaló con un poco de vergüenza en aquello que llevaba puesto. En realidad era una vestimenta demasiado usada y en algunas partes, como el final del pantalón: rasgado.

Sin embargo, el chico tenía bastante hambre y eso fue lo que le dió valor de ir hasta allí y tocar el timbre dos veces seguidas.
Y ahí fue cuando un hombre sólo un poco más alto que él, le abrió.

—Que bueno que viniste, pasa por favor.

—Gracias.

—¿Fue difícil encontrar la casa? —Le preguntó con una sonrisa. Taehyung pensó en lo atractivo que es el hombre.

—No. En realidad, tuve que preguntar a algunas personas.

—¿Sí? Hubieras hablado para pasar por ti.

—No quería molestar.

—¿Qué? ¡No, claro que no!

Taehyung le sonrió y se sintió un poco incómodo a la mirada de él. Comenzó a compararse de inmediato.
Los dos avanzaron hacia la sala, dónde estaba Taeha mirando la televisión.

—Hija, saluda.

La niña se giró y abrió los ojos tan grande. TaeHyung sabía como reaccionaban todos a su cicatriz, pero nunca antes se había sentido tan intimidado a una mirada.

—¡Hola amigo! —Lo saludó, haciendo que el chico se sorprendiera. —Los chocolates de ayer estaban ¡Deliciosos! ¿Tienes más?

—Hm... No, en realidad no tengo.

Taeha hizo un puchero.

—No te preocupes, aún eres mi amigo.

SeokJin rió un poco y acarició el cabello de su niña.

—Iré a la cocina, ¿Quieres algo de beber?

—Sí, por favor.

Taehyung se quedó a solas con la pequeña, decidió tomar asiento y entre tantos cuestionamientos de dónde estaría su madre, la miraba. Estaba embobado en ella, púes tenía tanto parecido a T/n.

—¿Te gusta mucho Mickey?

—¡Me encanta! Mis calcetas son de él —Se acercó para mostrarle.

La se quitó sus zapatos y le puso el pie en su pierna.

—Ya veo, son muy bonitos.

—Sí, mamá los hizo para mí... también mis calzones son de mickey —Susurró lo último.

Taehyung sacó una pequeña risita e iba a susurar algo también cuando una voz bastante conocida llamó la atención de ambos.

Él se giró de inmediato y se paró tan pronto miró a la chica. Ella miró a su hija y se acercó para tomarla en brazos. Sí, temía por ella, y lo mostraba en sus actos y rostro.

—Llegaste —Habló SeokJin detrás de ella. —El es el chico de ayer, al que te pedí que le dieras el número de la casa.

—Sí, si lo recuerdo.

—Ya está la comida, pasa con confienza —Le dijo de manera amable, posando una de sus manos en su espalda dirigiendolo a la cocina.

Taehyung miró por el rabillo del ojo a T/n sostener con fuerzas a su hija y dándole besos por su rostro.
Una vez allá, tomó asiento, en la mesa había bastante comida. Su panza emitió un ruido por el delicioso aroma.

—No suelo cocinar, pero cuando lo hago se me da bien. ¿Verdad? —Incluyó a las dos mujeres allí. Ellas asintieron. —Dime, Taehyung, ¿En que has trabajado? ¿Tienes estudios?

—Terminé la secundaria solamente. Salí de casa al poco tiempo y comencé a trabajar como lavaplatos en un restaurante chino.

—¡Yo también he trabajado en uno! Mi abuelo me crió y aun que tuviera prácticamente todo lo que deseara, él me enseñó a trabajar. No quería que estuviera de mediocre, tu sabes, tener todo sin esfuerzo. Pareces un chico bastante decente, no sé si te resulte incómodo, pero cuando te vi lo primero que me impresionó fue tu cicatriz.

—Sí, a muchos les desagrada.

—No me mal interpretes. No disgusta en absoluto, el pasado no debería afectar el futuro ¿no es así?

Un aíre de incómodidad se generó entre T/n y Taehyung, claro que esto no lo notaban los otros dos.

—Me gustó como nos atendiste. —Se miraron. —De verdad. Nunca antes nos habían tratado tan amble como lo hiciste, se nota el hambre de trabajo que tienes y eso es grandioso porqué no muchos te extienden un plato con esa atención.

—Sólo hacía mi trabajo.

—Y lo hiciste excelente. A mi hija le agradas y a mi querida esposa también y eso fue lo que me encantó, porqué no hay otra cosa más satisfactoria que ver a mis dos chicas felices.

T/n posó su mano en la de él, dándole un suave cariño. Inmediatamente Taehyung miró esa acción con celos. Ella lo notó y prosiguió.

—SeokJin es muy bondadoso, siempre quiere lo mejor para nosotras.

—Te amo —Alcanzó a escuchar.

Taeha hizo una mueca. De no ser por la niña, seguramente el castaño estallaría.

—¿Qué dices si te conviertes en mi asistente personal?

El chico tenía todas las miradas sobre él. Sintió un escalofrío recorrer su médula espinal. Miró a los ojos al hombre, después a T/n e intentó adivinar si lo que estaba haciendo era una mueca de disgusto o una sonrisa.

—Diría que estoy empezando a creer en el destino.

STALKER [K.T] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora