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Gire mi cabeza unos 90° hacía atrás, ya no me sorprende tener que encontrármelo de la nada, es más, ya ni me asusta.

- ¿Usted?, ¿Qué hace aquí? - Pregunte, me aleje mientras me incorporaba.

- Vine a ver como ganabas en el concurso, Muto.

- ¿Qué?

- Te lo prometí, ¿No? - Soltó una leve sonrisa.

- Creo que no fue tampoco un buen momento para que se presente aquí. - Hable más calmado.

- ¿Por qué lo dices?

- Ya no quiero que este aquí. Mis amigos vendrán y además...

- ¿Además qué?

- ... mi papá... me prohibió acercarme a usted.

- ¿Y tú desde cuando le haces caso?

- Ah, yo...

Es verdad, ¿Desde cuando le hago caso a lo que me dicen?

- Yo, simplemente no quiero que este cerca de mí.

- ¿Estas molesto conmigo?

- No, no lo estoy. - Hable susurrando, quiero responder pero que no me escuche, no estoy molesto con él, pero no quiero decírselo. - Solo que... quiero olvidar lo ocurrido, todo.

- ¿Eso me incluye a mí?

- Ya no haga más preguntas, solo váyase. - Dije tranquilo, y devolví los 90° grados desde el inicio para mirar el suelo entre mis piernas.

Creo que, esta es la primera vez que habló tranquilo con él, y no tengo que gritar o declararle la guerra al hablar con cada estupidez.

Al cerrar los ojos y soltando un suspiro me relajé, pero toda esa calma que sentí dentro se desvaneció al sentir dos masas musculares envolverme la cintura, las piernas del profesor Sennen estaban abiertas a los costados de mis caderas, y juró que sentí la exquisita sensación eléctrica en mi columna vertebral al sentir como su orgullo hacía presión contra mi espalda cuando me apegó a su pecho, mi cuerpo estaba preso en sus brazos, tan gruesos, tan fornidos, tan fuertes, tan reconfortantes, tan...

Mierda.

Me dejé abrazar y recosté la cabeza hacía atrás hasta dejarla en su pecho, y más arriba de mi nuca siento golpes leves y suaves, y al darme cuenta después de unos segundos me percaté de que estaba recostando mi cráneo encima de su corazón: Late fuerte, y rápido.

Me perdí en su olor, era tan fresco y dulce, como una combinación de menta y fresa, como si fuera una menta andante.

- Ya no las haré, después de todo, recuerda que ya no me verás más Muto.

- ¿Ah? - Levante toda la cabeza para mirarlo a los ojos, podía ver como su tabique estaba medio fruncido, mostraba melancolía en esa mirada carmín, me miraba con serenidad y con un sentimiento que ni yo podría describir aunque me tardase en buscarlo en el diccionario... - ¿De qué habla? - Pregunte haciendo que mi labio inferior tiemble un poco.

- Pequeño. - Sentí su enorme mano en mi pulso del cuello y su pulgar levantarme el mentón. - Me voy mañana. - Hablo con a boca pequeña.

- ¿A-Adónde? - Pregunte, me olvide por completo que él tenía planeado irse al terminar el año escolar.

- Cualquier lugar que no sea Transilvania estará bien.

- Dígamelo. - Le ordené y sentí mis facciones deformarse en un ceño fruncido sin quitarle la mirada de encima.

- No voy a hacerlo, te conozco Muto, y no me gustaría pensar en lo que harás después.

- No se valla. - Intente sonar suplicante.

- ¿Acaso no me querías lejos? - Sentí frialdad en sus palabras al ver como sus ojos se pusieron entreabiertos, como si estuviera tratando de llamarme culpable de lo que esta sucediendo ahora.

- ... si pero... yo... mh... - No logré cuando iba a hablar ahogue mis palabras, y solo me deleite de como nuestros labios se entrelazaban y se acomodaban para apegarse más de lo que ya estaban.

Demonios, siempre olvido todo cuando él esta cerca, y ahora mucho más por estar concentrándome solo en su boca intentando gobernar la mía, queriendo tomar el control, ni si quiera tengo salida para separarme, su pulgar me alza más el mentón y los otros cuatro dedos sobrantes me agarraban el cuello sin ahorcarme, y el otro brazo me sujetaba la cintura, o eso era así hasta que su mano sobrante paso más abajo de la zona de la cintura, no otra vez en esa zona restringida, maldita y exquisita sensación que me hace sentir este pervertido.

Alguien nos podría ver, pero si este hombre no tuvo cerebro para intentar violarme en su escritorio dudo mucho que le de pena el besarme a su antojo en pleno parque, donde son muchas las probabilidades de traumas en niños menos de cinco años o más.

Solté un quejido cuando su boca abandonó la mía, finalmente dejándome respirar, y recién me doy cuenta del calor que surgió de mis mejillas, carajo, ese hombre es la mayor distracción del mundo, ahora entiendo por qué mi papá estuvo con él.

Sentí sus jadeos sobre mi boca sin apartar la cercanía de nuestros rostros y como nuestras narices se rozaban las puntas, yo mirando su boca y él la mía.

El color carmín no solo estaba en sus ojos, sino que se fusionó con sus mejillas y el puente de su nariz.

- No dudo en que te extrañare. - Soltó mirándome a los ojos. - Te amo mi niño travieso. - Juntó nuestras frentes.

Y a pesar de que usará esa palabra para describir mi personalidad, y que debería enojarme ahora y arruinar el momento con mis insultos no puedo evitar quedarme callado y disfrutar del momento.

Aunque estemos en una posición incomoda seguí levantando mi cabeza e incorporándome para tratar de alcanzar sus labios, quiero besar esos labios pecaminosos, que me haga olvidar todo otra vez, y dejarme consumir por esos sentimientos prohibidos y oscuros que no debería sentir.

- ¡Yugi, amigo!

¡ME CAGO EN TU VIDA JOEY WHEELER!

Al escuchar la voz de Joey no evite en separarme rápido y alejarme, vi la mirada de confusión del profesor Sennen, pero entendió después de ver a mis amigos junto con el profesor Kaiba la razón de mi separación a nuestro momento intimo.

Ay Ra, solo espero que no hayan visto nada, al regresar mi mirada a las escaleras, sentí un vació.

¡¿POR QUÉ CARAJO TUVO QUE IRSE DE NUEVO?!

¡MALDITO PERVERTIDO AÚN NO HEMOS TERMINADO DE CHARLAR!

Profesor Pervertido || Puzzleshipping || YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora