capítulo 23

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Christopher está frente a mí con una fusta de cuero trenzado. Solo lleva puestos unos Levi's viejos, gastados y rotos. Golpea despacio la fusta contra la palma de su mano sin dejar de mirarme. Esboza una sonrisa triunfante. No puedo moverme. Estoy desnuda y atada con grilletes, despatarrada en una enorme cama de cuatro postes. Se acerca a mí y me desliza la punta de la fusta desde la frente hasta la nariz, de manera que percibo el olor del cuero, y luego sigue hasta mis labios entreabiertos, que jadean. Me mete la punta en la boca y siento el sabor intenso del cuero.

chris-—Chupa —me ordena en voz baja.Obedezco y cierro los labios alrededor de la punta.

chris-—Basta —me dice bruscamente.

Vuelvo a jadear mientras me saca la fusta de la boca y me la desliza desde la barbilla hasta el final del cuello. Le da vueltas despacio y sigue arrastrando la punta de la fusta por mi cuerpo, por el esternón, entre los pechos y por el torso, hasta el ombligo. Jadeo, me retuerzo y tiro de los grilletes, que me destrozan las muñecas y los tobillos. Me rodea el ombligo con la punta de cuero y sigue deslizándola por mi vello púbico hasta el clítoris. Sacude la fusta y me golpea con fuerza en el clítoris, y me corro gloriosamente gritando que me desate.

De pronto me despierto jadeando, bañada en sudor y sintiendo los espasmos posteriores al orgasmo. Dios mío. Estoy totalmente desorientada. ¿Qué demonios ha pasado? Estoy en mi cama sola. ¿Cómo? ¿Por qué? Me incorporo de un salto, conmocionada... Uau. Es de día. Miro el despertador: las ocho. Me cubro la cara con las manos. No sabía que yo pudiera tener sueños sexuales. ¿Ha sido por algo que comí? Quizá las ostras y la investigación, que han acabado manifestándose en mi primer sueño erótico. Es desconcertante. No tenía ni idea de que pudiera correrme en sueños.

maría se acerca a mí corriendo cuando entró tambaleándome en la cocina.

maría- —Emma, ¿estás bien? Te veo rara. ¿Llevas puesta la americana de Christopher?

emma-—Estoy bien.Maldita sea. Debería haberme mirado en el espejo. Evito sus ojos verdes, que me atraviesan. Todavía no me he recuperado del sueño.Sí, es la americana de Christian.

maría-—¿Has dormido?

emma-—No muy bien. Cojo la tetera. Necesito un té.

maría-—¿Qué tal la cena?.Ya empieza...

emma-—Comimos ostras. Y luego bacalao, así que diría que hubo bastante pescado.

maría-—Uf... Odio las ostras, pero no estoy preguntándote por la comida. ¿Qué tal con Christopher? ¿De qué hablaron?

emma-—Se mostró muy atento.

Me callo. ¿Qué puedo decirle? No tiene VIH, le interesa la interpretación, quiere que obedezca todas sus órdenes, hizo daño a una mujer a la que colgó del techo de su cuarto de juegos y quería follarme en el comedor privado. ¿Sería un buen resumen? Intento desesperadamente recordar algo de mi cita con Christopher que pueda comentar con maría.

emma-—No le gusta Wanda.

maría-—¿A quién le gusta, Ana? No es nada nuevo. ¿Por qué estás tan evasiva? Suéltalo, amiga mía.

emma—maría, hablamos de un montón de cosas. Ya sabes... de lo quisquilloso que es con la comida. Por cierto, le gustó mucho tu vestido.La tetera ya está hirviendo, así que me preparo una taza.¿Te apetece un té? ¿Quieres leerme tu discurso de hoy?

maría-—Sí, por favor. Anoche estuve preparándolo en el Becca's. Voy a buscarlo. Y sí, me apetece mucho un té.maría  sale corriendo de la cocina.

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