capítulo 25

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Me siento terriblemente cortada cuando abro la puerta. Christopher está en el porche, con sus vaqueros y su cazadora de cuero.

chris-—Hola —dice, y su radiante sonrisa le ilumina el rostro.Me detengo un instante para admirar su belleza. Madre mía, está buenísimo vestido de cuero.

emma-Pasa.

chris-—Si me lo permites —contesta, divertido. Cuando entra, le veo una botella de champán en la mano—. He pensado que podríamos celebrar tu graduación. No hay nada como un buen Bollinger.

emma-—Interesante elección de palabras —comentó con sequedad.Él sonríe.

chris-—Me encanta la chispa que tienes, Emma.

emma-—No tenemos más que tazas. Ya hemos empaquetado todos los vasos y copas.

chris-—¿Tazas? Por mí, bien.Me dirijo a la cocina. Nerviosa, sintiendo las mariposas en el estómago; es como tener una pantera o un puma en mi salón.

emma-—¿Quieres platito también?

chris-—Con la taza me vale, Emma —me responde Christopher distraídamente desde el salón.

Cuando vuelvo, está escudriñando el paquete marrón de libros. Dejo las tazas en la mesa.

emma-—Eso es para ti —murmuro algo ansiosa.Mierda... Seguro que esto termina en pelea.

chris-—Mmm, me lo figuro. Una cita muy oportuna. sea ausente el largo índice por el texto—.Pensé que era d'Urberville, no Angel. Has elegido la corrupción. —Me dedica una breve sonrisa lobuna—. Solo tú podías encontrar algo de resonancias tan acertadas.

emma-—También es una súplica —le susurro.¿Por qué estoy tan nerviosa? Tengo la boca seca.

chris-—¿Una súplica? ¿Para que no me pase contigo?.Asiento con la cabeza.Compré esto para ti —dice él en voz baja y con mirada impasible—. No me pasaré contigo si lo aceptas.

emma-Trago saliva compulsivamente.—Christopher, no puedo aceptarlo, es demasiado.

chris-—Ves, a esto me refería, me desafías. Quiero que te lo quedes, y se acabó la discusión. Es muy sencillo. No tienes que pensar en nada de esto. Como sumisa mía, tendrías que agradecérmelo. Limítate a aceptar lo que te compre, porque me complace que lo hagas.

emma-—Aún no era tu sumisa cuando lo compraste —susurro.

chris-—No... pero has accedido,Emma.Su mirada se vuelve recelosa.Suspiro. No me voy a salir con la mía, así que pasamos al plan B.

emma-—Entonces, ¿es mío y puedo hacer lo que quiera con ello? Me mira con desconfianza, pero cede.

chris-Sí.

emma-—En ese caso, me gustaría donarlo a una ONG, a una que trabaja en Darfur y a la que parece que le tienes cariño. Que lo subasten.

chris-Si eso es lo que quieres hacer....Aprieta los labios. Parece decepcionado.

emma-—Me lo pensaré —murmuro.No quiero decepcionarlo, y entonces recuerdo sus palabras. «Quiero que quieras complacerme.»

chris-—No pienses, Emma. En esto, no.Lo dice sereno y serio.

¿Cómo no voy a pensar? Te puedes hacer pasar por un coche, ser otra de sus  posesiones, ataca de nuevo mi subconsciente con su desagradable mordacidad. La ignoro. Ay, ¿podríamos rebobinar? El ambiente es ahora muy tenso. No sé qué hacer. Me miro fijamente los dedos. ¿Cómo salvo la situación?

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