capítulo 34

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Eso es lo importante. Quiero estar con él. La diosa que llevo dentro suspira de alivio. Llego a la conclusión de que rara vez usa la cabeza para pensar, sino más bien otra parte esencial de su anatomía, que últimamente anda bastante expuesta.

chris-—No lo hagas —murmura.Frunzo el ceño y me vuelvo hacia él.

emma-—¿Que no haga el qué?-No lo he tocado.

chris-—No les des tantas vueltas a las cosas, Emma. —Alarga el brazo, me coge la mano, se la lleva a los labios y me besa los nudillos con suavidad—. Lo he pasado estupendamente esta tarde. Gracias.

Y ya ha vuelto a mí otra vez. Lo miro extrañada y sonrío tímidamente. Me confunde. Le pregunto algo que me ha estado intrigada. 

emma-—¿Por qué has usado una brida? Me sonríe.

chris-—Es rápido, es fácil y es una sensación y una experiencia distinta para ti. Sé que parece bastante brutal, pero me gusta que las sujeciones sean así. —Sonríe levemente—. Lo más eficaz para evitar que te muevas.

Me sonrojo y miro nerviosa a Taylor, que se muestra impasible, con los ojos en la carretera. ¿Qué se supone que debo decir a eso? Christopher  se encoge de hombros con gesto inocente.

chris-—Forma parte de mi mundo, Emma. Me aprieta la mano, me suelta, y vuelve a mirar por la ventana.

Su mundo, claro, al que yo quiero pertenecer, pero ¿con sus condiciones? Pues no lo sé. No ha vuelto a mencionar ese maldito contrato. Mis reflexiones íntimas no me animan mucho. Miro por la ventanilla y el paisaje ha cambiado. Cruzamos uno de los puentes, rodeados de una profunda oscuridad. La noche sombría refleja mi estado de ánimo introspectivo, cercándome, asfixiándome. Miro un instante a Christopher , y veo que me está mirando.

chris-—¿Un dólar por tus pensamientos? —dice.Suspiro y frunzo el ceño.¿Tan malos son? —dice.

emma-—Ojalá supiera lo que piensas tú.

chris-—Lo mismo digo, nena —susurra mientras Taylor nos adentra a toda velocidad en la noche con rumbo a Bellevue.

Son casi las ocho cuando el Audi gira por el camino de entrada a una gran mansión de estilo colonial. Impresionante, hasta las rosas que rodean la puerta. De libro ilustrado.

chris-—¿Estás preparada para esto? —me pregunta Christopher mientras Taylor se detiene delante de la imponente puerta principal.Asiento con la cabeza y él me aprieta la mano otra vez para tranquilizarme.

chris-—También es la primera vez para mí —susurra, y sonríe maliciosamente—.Apuesto a que ahora te gustaría llevar tu ropita interior —dice, provocador.

Me ruborizo. Me había olvidado de que no llevo bragas. Por suerte, Taylor ha salido del coche para abrirme la puerta y no ha podido oír nada de esto. Miro ceñuda a Christopher , que sonríe de oreja a oreja mientras yo me vuelvo y salgo del coche.

La doctora Grace Trevelyan-Evans nos espera en la puerta. Lleva un vestido de seda azul claro que le da un aire elegante y sofisticado. Detrás de ella está el señor Evans, supongo, alto, rubio y tan guapo a su manera como Christopher.

chris—Emma, ya conoces a mi madre, Grace. Este es mi padre, Carrick.

emma—Señor Evans, es un placer conocerlo. Sonrío y le estrecho la mano que me tiende.

Carrick —El placer es todo mío, Emma.

emma—Por favor, llámeme emma.Sus ojos azules son dulces y afables.

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