capítulo 24

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Amigo con derecho a roce, me dice mi subconsciente con mala cara. Lo sé, lo sé. Me quito de encima el desagradable pensamiento. ¿Cómo voy a presentárselo a Ray? La sala sigue todavía medio llena, y Ray no se ha movido de su sitio. Me ve, me hace un gesto con la mano y empieza a bajar.

papá-—Hija, felicidades —me dice pasándome el brazo por los hombros.

emma-—¿Te apetece venir a tomar algo al entoldado?

papá-—Claro. Hoy es tu día. Vamos.

emma-—No tenemos que ir si no quieres.Por favor, di que no...

papá- —Hija, he estado dos horas y media sentado, escuchando todo tipo de parloteos. Necesito una copa.

Le cojo del brazo y avanzamos entre la multitud a través de la cálida tarde. Pasamos junto a la cola del fotógrafo oficial.

papá—Ah, lo olvidaba... —Ray se saca una cámara digital del bolsillo—. Una foto para el álbum, hija.Pongo los ojos en blanco mientras me saca una foto.

emma-—¿Puedo quitarme ya la toga y el birrete? Me siento medio tonta.

Eres medio tonta... Mi subconsciente está de lo más sarcástico. Así que vas a presentar a Ray al hombre con el que follas... Estará muy orgulloso. Mi subconsciente me observa por encima de sus gafas de media luna. A veces la odio.

El entoldado es inmenso y está lleno de gente: alumnos, padres, profesores y amigos, todos charlando alegremente. Ray me pasa una copa de champán, o de vino espumoso barato, me temo. No está frío y es dulzón. Pienso en Christopher... No va a gustarle.

ethan-—¡Emma!

Al girarme, Ethan Kavanagh me coge de improviso entre sus brazos. Me levanta y me da vueltas en el aire sin que se me derrame el vino. Toda una proeza.

Ethan-—¡Felicidades! —exclama sonriéndome, con sus ojos verdes brillantes.

Qué sorpresa. Su pelo rubio está alborotado y sexy. Es tan guapo como María. El parecido es asombroso.

emma—¡Uau, Ethan! Qué alegría verte. Papá, este es Ethan, el hermano de María. Ethan, te presento a mi padre, Ray Irwin. Se dan la mano. Mi padre evalúa fríamente al señor Kavanagh.

emma-—¿Cuándo has llegado de Europa? —le pregunto.

Ethan-—Hace una semana, pero quería darle una sorpresa a mi hermanita —me dice en tono de complicidad.

emma-—Qué detalle —le digo sonriendo.

Ethan-—Era la que iba a pronunciar el discurso de graduación. No podía perdérmelo.Parece inmensamente orgulloso de su hermana.

emma-—Su discurso ha sido genial.

Papá-—Es verdad —confirma Ray.

Ethan me tiene cogida por la cintura cuando levanto la mirada y me encuentro con los gélidos ojos grises de Christopher Evans. María está a su lado.

maría-—Hola, Ray. — María besa en las mejillas a mi padre, que se ruboriza—. ¿Conoces al novio de Emma? Christopher Evans. Maldita sea... ¡María! ¡Mierda! Me arden las mejillas.

chris-—Señor Irwin, encantado de conocerlo —dice Christopher tranquilamente, con calidez, sin que le haya alterado la presentación de María.Tiende la mano a Ray, que se la estrecha sin dar la menor muestra de sorprenderse por lo que acaba de enterarse.

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