LEE FÉLIX

3K 310 27
                                    

– ¿Qué dices, Jin, la sacamos? –preguntaba Rubie con ironía y yo escuchaba su malévola risa.

– Por favor se los pido, abran esa maldita puerta. 

– ______, querida, las malas palabras están prohibidas –siguió Rubie con su arrogancia.

- ¡Ábranme! –grité completamente alterada.

– Rubie, deberíamos sacarla ya –dijo Jin.

– ¡Estás loco! –le replicó Rubie–. ¿Acaso no te importa lo que me hizo? Debería quedarse allí encerrada unos cuantos días.

– No exageres –decía Jin a Rubie desde afuera.

Comencé a sentirme sofocada, por más que les gritara a esos dos ellos no me sacaban de allí, todo estaba demasiado oscuro, terminé de bajar los escalones para sentarme en el frio suelo de piedra de ese sótano. Aterrorizada en un rincón pedía a gritos ayuda, Rubie y Jin ya se habían marchado dejándome en solitario y a punto del colapso o tal vez cerca de sufrir de claustrofobia porque incluso empecé a sentirme asfixiada. El lugar olía a formol y a polvo. A tientas logré encontrar un interruptor de encendido y apagado para las luces y hundí el botón, una muy leve luz se encendió, una luz que apenas brillaba iluminó el lugar. Se me erizó la piel y un nudo en la garganta estaba ahogando un grito para que no saliera de mis labios ya que luego de que las luces brillaron mis ojos se aterraron con imágenes espantosas y una escena atemorizante, justo en el medio de la habitación, justo en el mismo lugar que en mi pesadilla estaban colgados con una cuerda atada al techo los huesos de un esqueleto humano, eran los huesos de ese chico, lo supe, era el cuerpo esquelético del tamaño de un niño, entonces debía ser él, eso era lo que ese espectro intentaba decirme, sus restos estaban allí encerrados.

- _______, ¿sigues ahí? –se escuchó del lado de afuera nuevamente la voz de Jin. 

Yo estaba tan atónita, petrificada y enmudecida que mi voz no salió cuando abrí la boca para responder. Sentí una humedad en mis mejillas y cuando me pasé las manos por el rostro descubrí que eran lágrimas, lágrimas que lágrimas que no pude contener, lágrimas de miedo, de compasión, de tristeza, de lastima, ese nudo en la garganta no me dejaba decir una palabra.

– Hey, ¿estás bien? –se escuchó la misma voz de Jin a lo lejos.

Las puertecillas se abrieron dejando que entre una oleada de luz solar cegadora y las cabezas de Jin y Rubie se asomaron en por el agujero de la salida. Me fui escaleras arriba sin decir una palabra.

– Te dije que la tarada estaba bien –dijo Rubie cuando salí de ese lugar.

Continué callada como una tumba, con el contorno de mis labios bocetando una línea recta, con el ceño entre fruncido y parpadeando petrificada los observé olvidándome de que me habían dejado allí encerrada y recordando la continua imagen del saco de huesos que estaba colgado en ese lugar.

– Mírala –balbuceó Jin–. Creo que la traumamos.

– Ay, por favor –canturreó la ridícula de Rubie–. ¿No ves que está haciéndose la tontita?

Jin sacudió su mano haciendo un gesto parecido a un saludo y pasándola frente a mis ojos.

– ¿Crees que está bien? –dijo él–. Yo la noto extraña.

– Ella es extraña, Jin. Ella es una loca –espetó Rubie.

Absorta en mis pensamientos no podía salir de ese estado de autismo en el que había entrado, prácticamente estaba en trance por la impresión que me causó ver todo aquello. Primero había sido una pesadilla, luego se había convertido en algo parecido a un visión, era algo real, los restos de aquel chico estaban en ese lugar tal y como yo lo había visto en mis sueños excepto por la diferencia de que en mi pesadilla el niño aún tenía su cuerpo completo, estaba repleto de carne y piel y su cuerpo estaba aún bastante conservado pero este, el real era un simple esqueleto, huesos viejos y asquerosamente repugnantes y aterrorizantes. Salí de mi estado de shock y balbuceé palabras casi inentendibles.

– Ha... hay... u... un muer... hay alguien... alguien muer... muerto allí.

– ¿Qué? –jadeó Rubie.

– ¡Hay... un... un muerto allí dentro! –alcé la voz.

– ¿Qué dices? –preguntó Jin–. ¿Un muerto?

Asentí para afirmar y mi rostro reflejaba mi trauma.

– Te dije que ella estaba loca, Jin. 

– ¿Pero qué estás diciendo chica? –dijo incrédulo Jin agitando los cabellos para alejarlos de su rostro.

– ¡Es cierto! –insistí–. Tienes que verlo, allí hay un esqueleto.

– ¿Estás segura de lo dices? –me interrogó él.

– ¡Ve a verlo! Estoy diciendo la verdad.

La curiosidad de Jin pudo más que él y lo vi adentrándose hasta ese lugar, comenzó a colocar sus pies sobre los escalones cuando la voz chillona de Rubie salió al ataque.

– ¿Qué intentas, estúpida? –dijo ella–. Jin vuelve aquí ella intenta asustarnos.

Cuando ella dijo esto último Jin ya estaba dentro del sótano y le respondió a ella hablando a gritos.

– Rubie, es cierto –gritó–. Tienes que ver esto.

Ella no se atrevió a entrar al lugar pero fue enseguida a correr para avisar a todo el Colegio que había un fallecido allí dentro. La directora no tardó en llegar con oficiales de policías y los policías.

- Ella lo descubrió -dijo Rubie.

Las voces de todos los jóvenes a mi alrededor se alzaron murmurando y musitando sus rumores. Escuché que una chica le decía a otra: "Es el cuerpo de Lee Félix" y entonces la otra chica le contestó con un tono verdaderamente sorprendido: “¿Ése es Lee Félix? ¿Es el chico que desapareció repentinamente hace unos años?" escuché la respuesta: "Exacto, el mismo, dicen que se suicidó porque todos lo molestaban porque creían que era gay" , así se llamaba y supe que eso era lo que él quería de mí, quería que encontraran su cuerpo. Mientras retiraban sus huesos y todos comentaban la espantosa situación su espíritu estaba allí, el chico estaba de pie a unos metros de mí y sus ojos me decían "gracias" ya no estaba llorando lágrimas de sangre, ahora su rostro parecía puro como el de un ángel y en sus labios se curvaba a penas una sonrisa, solo yo podía verlo, y él solo me miraba a mí. Y así como un suspiro el viento frio hizo que las rosas rojas del jardín se movieran al ritmo de la brisa y la imagen del niño desapareció ante mis ojos mientras veía a su espíritu ascender a los cielos tal como en las películas.

Enamorada de un demonio ( Jungkook y tu) EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora