No llevaba camisa y su pecho también estaba cubierto de heridas de rasguños.
– ¡Jungkook! –exclamé, mi voz sonó terrible, entrecortada por el terror y la confusión–. Mi Jungkook .
Quise levantarme pero mi cuerpo estaba tan adolorido que no lo logré, así que caminé sobre mis rodillas y llegué hasta Jungkook casi arrastrándome.
– Jungkook estás... –dije sin poder terminar la frase y poniendo mis manos en su cara.
– Tranquila –me interrumpió él–. Yo estoy perfectamente.- Realmente no aparentaba estar tan bien como decía, parecía débil y lastimado, sin fuerza y vulnerable a cualquier cosa.
– ¿Qué sucedió? –pregunté confusa.
– ¿Tú te encuentras bien? –Jungkook ignoró mi pregunta haciéndome otra pregunta–. ¿Cómo te sientes?
– Estoy bien –mentí.
– Los demonios nos atraparon –respondió él a mi anterior pregunta–. Pero no te preocupes, te sacaré de aquí, en cuanto logre zafarme de estas cadenas voy a matar a todos esos sucios.
–¿Cuánto tiempo llevamos aquí? –pregunté.
– Dos días.
– ¿Te han hecho daño?
– Ya te dije que yo estoy estupendamente bien –me contestó Jungkook.
De pronto ambos nos paralizamos cuando escuchamos unas voces que conversaban acercándose.
– _________, aléjate de mí –me susurró Jungkook –. Hazme caso, ve a tu lugar.
Sin poder comprender nada obedecí a Jungkook y me alejé con mucho mas esfuerzo en moverme hasta el lugar donde estaba antes.
Dos hombres vestidos en negro entraron a la habitación aquella, uno de ellos era el hombre moreno de aquel día en el internado, el otro tipo era desconocido para mi, era un tipo algo fortachón y en muy buena forma, pero su rostro era firme y de facciones bastante definidas, ni una sola arruga, ni marca de expresión deshacían la firmeza de su rostro, no parecía muy joven pero tampoco muy viejo. Sonrieron al verme cuando entraron, me observaban con malicia.
– Que linda, la niñita ya despertó de su siesta –dijo el chico moreno, luego ambos posaron sus ojos en Jungkook, que los fulminaba con la mirada.
– ¿Ya te has decidido, Jungkook? –le lanzó la pregunta el hombre más mayor.
– Sí –contestó Jungkook –. Estoy con ustedes, yo asesinaré a _______.
– A ver, jovencito... ¿Qué te hizo cambiar de opinión? –cuestionó el hombre de grises cabellos.
– ¿De verdad cree que Jeon Jungkook iba a detenerse por una niñita? –respondió el mismo Jungkook –. No soy de esa clase, es muy linda, pero tampoco hay que exagerar.
– No te creo nada, en absoluto –replicó otra vez el hombre–. ¿Crees que soy idiota?
– No lo sé –contestó Jungkook –. Ya debería saber quién soy yo. ¿No ha escuchado que los demonios no decimos mentiras?
– Sabes muy bien que ésa es la más grande de las mentiras. ¿Que no decimos mentiras? Por favor –dijo con ironía el chico más joven.
– Cállate, Hyo –le ordenó el otro hombre.
–Lo siento, Sr. kuyng –se disculpó el joven moreno llamado Hyo.
– ¿Cómo sé que no estás mintiendo? –preguntó el Sr. Kuyng a Jungkook.
– Simple –contestó Jungkook–. Te doy mi palabra. Tú decides si creerme o no, anciano. O bueno, quizás ustedes mismos puedan asesinarla si prefieren hacerlo sin mí. ¿No se supone que eres muy poderoso, Lee kuyng?
– Hyo, quítale los grilletes al muchacho –ordenó ese Lee Kuyng.
En seguida Hyo obedeció y sacó una llave de sus bolsillos para desatar a Jungkook. Él se puso de pie firme como una roca en cuanto soltaron sus ataduras.
– Demuéstrame que puedes hacerle daño –dijo el Sr. Kuyng y le mostró a Jungkook un pequeño cuchillo que brillaba reluciente–. Toma. Quiero que la lastimes, pero no la asesines aún.
Jungkook tomó en sus manos con perfecta experiencia aquella arma y la miró con los ojos brillantes. Mi corazón palpitaba desesperado y bombeaba sangre muchas veces más rápido. El hermoso Jungkook empezó a acercarse hasta mí dando pasos lentos y atemorizantes. Se puso de rodillas para estar a mi altura y mi respiración se alteró, él me miró directo a los ojos y yo me hipnoticé de tal manera con su mirada que aguardaba paciente a que Jungkook me atacara, apoyó el arma en mi cuello, se sentía el frio metal rozándome con cautela, Jungkook me acarició el cuerpo con el arma como si fuera un asesino psicópata.
– Dile que no te importa –dijo el Sr Kuyng–. Hazla sufrir.
Cuando Jungkook escuchó esto entrecerró los ojos y mantuvo fija su mirada en mí.
– _________, tú no me importas –me aseguró–. Yo te engañe todo este tiempo, solo quería tu alma. Ahora morirás sin piedad, linda.
– Perfecto –lo felicitó Kuyng–. Ahora desgarra su rostro. Lastímala.
La mano de Jungkook empezó a temblar cuando me tocaba levemente con la daga, solo lo vi cerrar los ojos y apretarlos con fuerza con una mueca de dolor. Me sobresalté cuando repentinamente Jungkook de un salto se volvió en contra de Kuyng y se lanzó sobre él. Jungkook había estado actuando, yo confiaba tanto en él que ni siquiera me pasó por la cabeza que de verdad yo estaba en peligro.
– Miserable –gritó Jungkook lanzado en el suelo encima de Kuyng intentando clavarle la daga pero este tenía la muñeca de Jungkook atrapada entre sus dedos inmovilizando la mano de Jungkook.
Mi esfuerzo por intentar levantarme fue inútil ya que no solo estaba demasiado adolorida para correr sino que Hyo corrió hacia a mí atrapándome inmediatamente. Jungkook vaciló volteando a verme, lo que provocó que Kuyng lo empujara lanzándolo lejos y haciendo que el pobre Jungkook se golpeara con fuerza contra una pared y cayendo de forma ruda en el suelo. Unas quince personas más aproximadamente entraron a la habitación de todas partes, entraron del techo, de las ventanas, de las puertas y nos rodearon a mí, que seguía atrapada por Hyo, y también a Jungkook que yacía en suelo golpeado.
– Lo sabía –dijo Lee Kuyng poniéndose ágilmente de pie–. Tú eres un débil, Jungkook, un traicionero, un descendiente de ángel, un sangre azul, un principito enamorado.
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Enamorada de un demonio ( Jungkook y tu) Editada
Fanfiction¿Cómo puedo ser yo la que tenga que salvar al mundo de los demonios? Me eh vuelto adicta a uno de ellos, tan solo soy una chica normal, sin ningún tipo de poder, tímida y con muy poca seguridad de si misma, solo soy (TN) la que se enamoró de la pers...