SACRIFICIUM PARTE 3

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Tomé aire desesperada por respirar y lancé una mentira.

– Estoy absolutamente bien. No me has hecho daño. 

– Mientes –aseguró Jungkook con una tonalidad macabra. Volví mi mirada hacia él.

- ¿Por qué no puedes aceptar que te lastimé ______?, deja de hacerte la fuerte por una vez y admite que soy despiadado y peligroso.

Se levantó de la cama y se dirigió hasta la puerta para salir, yo lo seguí, tomé unos desnudos y marcados brazos y lo jalé para evitar que se marche. 

– ¿Jungkook? –lo detuve–. ¿Por qué siempre actúas tan extraño? Es decir, yo no te entiendo.

Jungkook poso su mirada nuevamente directo a mis ojos, era difícil leer sus pensamientos a través de la intensidad de esos hermosísimos ojos, era muy complicado adivinar qué había detrás de ellos. 

– ¿Quieres que me quede contigo? –me preguntó Jungkook con una expresión que sinceramente me atemorizaba, en ese momento podía temblar de miedo pero sabía que no debía demostrárselo a Jungkook, yo debía demostrarle a él que yo no tenía por qué temerle y que él no era tan "despiadado y peligroso” como pensaba–. ¿Quieres entonces que te haga daño? ¿Que te lastime? ¿Que te haga sufrir? Eso es lo que te gusta, ¿no?

Él me agarró del brazo apretándolo hasta hacerme daño y dejarme todos sus dedos marcados en la piel. Mis pensamientos respondieron desde mi inconsciente “si es necesario sufrir para estar a tu lado, lo haré” en ese momento supe que yo estaba dispuesta a todo, daría cualquier cosa por ese chico y moriría si era necesario solo para tenerlo conmigo por el resto de mi vida y para el resto de la eternidad. 

– ¡CONTESTAME! –me gritó y yo entrecerré mis ojos aterrada–. Eso es lo que quieres, ¿no? Quieres que te trate muy mal, eso quieres, _______, porque tú sigues aquí fingiendo que no tienes miedo, fingiendo que yo no soy un peligro mortal, fingiendo que soy tu noviecito bueno y valiente, ¿no es cierto? ¡ERES UNA TONTA!

De un empujón me arrojó hasta el otro extremo de la habitación y golpeé contra una pared en la que había un estante lleno de libros que con el impacto cayeron todos sobre mí y yo caí al suelo golpeándome la cabeza y los codos.

Jungkook atravesó la estancia casi corriendo a toda velocidad y dando saltos como un gato para llegar hasta mí. 

Yo estaba debajo de esa gran masa de libros amontonados y Jungkook llegó hacia mí con una increíble velocidad, en pocos segundos lo tuve peligrosamente cerca, él me sacó con delicadeza del fondo del montón de textos y me examinó por todas partes para saber si estaba bien.

– Perdóname... –me dijo con voz quebrada que destilaba dolor–. Perdí el control. Perdón, yo no quise… Lo siento. -Él pasó su mano por su rostro y cabello con un gesto que me decía que estaba intentado recuperar la compostura y la paciencia y dos segundos más tarde la compañía se incrementó, ya que vi entrar a Yoongi y a Namjoon abriendo la puerta de un golpe. 

– ¿Qué sucedió? –dijo Yoongi al entrar a la habitación oscura–. Escuché un ruido y…

Su voz se apagó cuando se dio cuenta de lo que había producido aquel ruido que acababa de escuchar, era obvio que había sido la ruma de libros al caer y el golpe que dio mi cabeza
contra la estantería. 

– ¿La golpeaste? –preguntó Namjoon haciendo una mueca de disgusto como si estuviera muy enojado. Jungkook con toda sinceridad asintió con la cabeza.

– Sí, lo hice –contestó–. ¿Por qué no acabamos con esto? Yoongi… Mátame. 

En la pared estaba colgada una gran y brillante espada, enorme y resplandeciente adornando el lugar, Jungkook no dudó y la tomó para luego ofrecérsela a su hermano gemelo.

– Ten –dijo Jungkook pero Yoongi no tocó siquiera la espada, simplemente se quedó plantado en el suelo firme como una estatua, tal como si sus pies estuvieran clavados al pavimento–. Anda. Acaba con la maldición, atraviesa la maldita espada a través de mi corazón y quédate con ella, quédate con _______. Quítame la vida. -Su tono de voz era frio y escalofriante como si lo que más deseara fuera que lo asesinaran. Mi corazón dio un vuelco y sentí un feo hormigueo en todo el cuerpo, era miedo. Jungkook puso el arma en las manos de Yoongi, que estaba pálido como un fantasma. Al ver que su hermano no se movía ni hablaba Jungkook se alteró.

–¿QUÉ ESPERAS? ¡HAZLO! –le ordenó a gritos. 

Palidecí al ver que Yoongi alzó aquella espada que expulsó destellos de esplendor por toda la habitación. Vi la expresión en el rostro de Yoongi que casi estaba por echar una carcajada y las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa cómplice.

– Jungkook, no voy a hacerlo –dijo Yoongi echándole una mirada a la espada–. Jamás podría asesinar a mi propio hermano.

– Min Yoongi… si tú no piensas matarme lo haré yo mismo –cuando escuché decir esto a Jungkook sentí como el corazón se me paralizaba y se caía todo el color de mi piel. 

– Y si ninguno de los dos lo hace, lo haré yo –dijo Namjoon y de inmediato escuché la fría carcajada de Yoongi.

– Yo no te he invitado, pequeño –dijo arrogante Jungkook fingiendo una falsa carcajada.

Enamorada de un demonio ( Jungkook y tu) EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora