LLORÓ POR TI

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En ese momento que comencé a especular me dolió muchísimo que tuviera que ser de esa forma, me lastimaba que ese chico no me amara con la misma intensidad que yo y seguramente él estaba comenzando a hartarse de la chiquilla impertinente y patética que se la pasaba siguiéndolo, seguramente ya se había atiborrado de mí.

Debí habérmelo esperado, si él era como un Dios y yo como una salvaje y desaliñada mocosa. Desde la muerte de mis padres mi orgullo había quedado olvidado por algunas razones, y ahora algo dentro de mi me pedía que fuera orgullosa y me diera mi puesto, no podía seguir arrastrándome tras Jungkook si él no estaba dispuesto a amarme igual que yo lo hacía (lo hago). Pero eso no quitaba el hecho de que yo lo seguía amando mucho más que a mi propia vida. Mi vida para mí no valía nada en absoluto en comparación con lo que era para mí la vida de Jungkook, él era lo único que me hacia seguir respirando solo con la motivación de verlo cada uno de los siguientes días que me restaban de vida. Esa noche se planeaba una cena en el jardín para estudiantes y profesores, adornaron mesas al aire libre y debíamos de vestirnos con ropa semi-formal, como yo no tenía ninguna otra ropa más que un jean, una camisa de Yoongi, una camisa de Jungkook y un short de licra; decidí ir a cenar con el uniforme de Kent College ya que debíamos asistir obligatoriamente. No hablé con nadie.

Me senté sobre una de las sillas frente a la mesa, me estaba congelando de frío por la brisa helada y me encontraba tensa, afligida, enfadada, irritada y vacía. Mathew me observaba como si me odiara, llevaba una mano vendada ya que se había cortado cuando Jungkook lo había golpeado contra la vidriera de medicinas en la enfermería. Entreví cuando Mathew se escapó con Rubie para fumar y besuquearse tras los arboles. Ya casi todos habían terminado de cenar, lo que hacían era conversar entre ellos mismos e ir de aquí para allá parrandeándose. Por mi parte me levanté de la mesa sin probar un bocado, todos estaban criticándome por lo bajo y murmuraban insultos a mis espaldas, me sentí demasiado injuriada. Con pasos obstinados caminé mirando hacia el césped. Entonces di un fuerte tropezón con alguien, casi caigo al suelo por el impacto tan fuerte, incluso dude que había sido un accidente por la tenacidad con la que había sido golpeada.

– Lo siento –dije y luego di una ojeada por encima de mi cabeza para darme cuenta de que era Jungkook. Con toda la pedantería posible siguió su paso sin dirigirme la palabra.

Yo me sentí más que indignada, quería lloriquear allí mismo pero no iba a permitirme hacerlo frente a Jungkook. Estaba claro que no quería conversar conmigo y me estaba ignorando, incluso me parecía que estaba actuando igual a los demás estirados de la academia. Arrogante y presumido, increíblemente ridículo, actuaba como si yo fuera una extraña para él. 

– Jungkook –vociferé antes de que pudiera irse del todo. Le discurrí con la voz más firme con la jamás le había hablado desde que lo conocí. Le hablé lo más agriada que pude haberlo hecho. Se detuvo sin siquiera volver hacia su espalda para mirarme, sin darme la cara.

– ¿Qué es lo que te sucede? –le escruté dando alaridos desde unos 5 metros de distancia.

No hizo otra cosa más que dirigirme una fugaz mirada de reojo girando únicamente su cabeza hasta que alcanzó verme a los ojos desde la distancia. Vi esa mirada, una mirada que flameaba, no logré presagiar si era un atisbo de dolencia o furibundo pero si sabía que parecía destilar fuego de su interior, aquellos ojos me exclamaban cosas inentendibles como si me pidieran ayuda desesperadamente y esos mismos ojos me estaban fulminando con odio y
se me helaba la piel con tan solo el hecho de que estuvieran posados en mí. 

Creí ver que Jungkook negó lentamente con la cabeza mientras me inspeccionaba a fondo con su mirada como si estuviera completamente decepcionado de mí o quizás como si le lamentara mucho tenerme cerca. Posteriormente de que mantuvo la mirada unos segundos veloces se volvió dándome la espalda, seguidamente continuó con su camino dando lánguidos pasos. Se marchó, no le importé, por un momento dude en seguirlo, llorar frente a él, implorarle que no me dejara, suplicarle que me besara, ir y humillarme todavía más, ir a abrazarlo y a pedirle que me cuide por siempre, pensé que naturalmente nos besaríamos frenéticamente y todo estaría muy bien, yo sería indiscutiblemente feliz y nada podría derrumbarme, eso era lo que yo pretendía, pero esta vez no sería todo a su manera, esta vez yo quería hacerlo sentir igual a como yo me estaba sintiendo, dolida, desalentada, llena de furor, ultrajada y con una lesión tremendamente dolorosa en el pecho, justo allí donde estaba mi corazón. Así fue como lo dejé ir. Lo observé mientras se marchaba, me deleité con la jugosa imagen de su ancha espalda y la forma en que se desplazaba al caminar.

Un fragmento de mí se esperaba que Jungkook se devolviera y corriera hasta mí para besarme, pero como era de esperarse él no lo hizo, él no era del tipo de chicos que fluctuaba en sus decisiones, yo había aprendido a conocerlo y sabía que él era decidido y poco flexible y conjuntamente de que llevaba su vanidad por delante, nunca iba a arrepentirse de algo que había decidido hacer simplemente por orgullo, él era bastantes veces más orgulloso que yo. De pronto me atacó una extenuación avasallante en todo el cuerpo, la herida que Jungkook me había causado estaba desangrándome por dentro, no soporté la idea de que él se comportara como si yo fuera una desconocida o una extraña. No toleré su indiferencia. Yo quería convencerme de que todo estaba bien pero me sentía tan rabiosa como desalentada, corrí hasta la habitación y más tarde me quedé dormida sobre la cama gimoteando y llorando por él.

Enamorada de un demonio ( Jungkook y tu) EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora