CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

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POV Kim Eun So

— Los declaro marido y mujer — Y frente a los ojos de Dios, jurando amor hasta que la muerte nos separe, nos unimos en santo matrimonio Kim Yang Moon y yo. Iniciando una farsa por un maldito legado y el bienestar económico de las empresas de nuestros padres.

— Sabes que podemos deshacerlo en cualquier momento — Susurra en mis labios antes de besarme y sellar las palabras del padre.

Muchos dijeron que mi vida era la vida soñada de cualquier mujer, entre lujos, comodidades, un gran esposo, una hermosa casa, carros y cuentas bancarias a punto de rebosar.

Yo también di esa imagen, también me encargué de que vieran que mi vida era perfecta, que éramos el uno para el otro, felices porque nadie podía tumbarnos o si quiera dañarnos, éramos intocables. Pero nadie sabía que pasaba al final del día cuando los dos estábamos bajo todas esas paredes y lujos; era como estar en un velorio con sabanas de seda, cuadros de pintores importantes y candelabros bañados en oro.

Debo admitir que yo no fui la mejor esposa mientras que Yang Moon se esforzaba porque las cosas se mantuvieran bien.

Yo solo gritaba y lloraba de frustración, de la nada todo cambiaba, así estuviéramos bien, cosa que no era común:

— ¡ME QUIERO MORIR! — Los brazos de Yang me tomaban fuerte y yo los rasguñaba con el propósito de que me soltara.

Pataleaba, gritaba y lloraba pero no había forma de que el me dejara libre de sus brazos:

— Eun, calma, todo está...

— ¡NADA ESTA BIEN! ¡SUELTAME! — Apretó su agarre y en medio del llanto, el cuchillo cayó en el piso siendo uno más de mis intentos de suicidio fallidos.

Fueron momentos difíciles cuando mis actitudes se volvieron completamente insoportables. No dormía, casi no comía; pero frente a los demás, era la mujer más feliz del mundo viviendo una vida de ensueño.

Después de un año de nuestro matrimonio, mi padre y el de él dijeron que deberíamos tener un hijo, algo que a la vista de los demás demostrara que era verdadero nuestro amor. Ya que estaban saliendo rumores de que lo nuestro solo fue una farsa, cosa que no era mentira y que yo quería sacar a la luz.

Para los demás, la relación de Yang Moon y yo tenía alrededor de seis años antes del matrimonio y que por eso y lo muy "enamorados" que estábamos, decidimos casarnos siendo una de las bodas más aclamadas para ese año, para no decir que era la más pedida.

Pensar en el hecho de tener un hijo, iba más allá de mis espectativas, no quería, me negaba completamente a la idea de tenerlo y mucho menos bajo estas lamentables circunstancias donde sus padres no se amaban, no tendría un hogar y mucho menos la mejor visión de unos padres que se quieran, algo que sería muy traumático, doloroso, tan igual a como lo viví yo en mi infancia al ver a mis padres dormir cada uno en una habitación, comer cada quien por su lado y frente a los demás, siendo los más cariñosos desbordando amor.

Yang Moon estuvo muchas noches apoyándome y diciendo que todo estaría bien, pero teníamos que ser realistas, todo se nos estaba saliendo de las manos.

A los meses, decidimos visitar a un doctor, el cual nos ayudaría a practicar una perfecta inseminación artificial usando los espermas de Kim y mi óvulo, lo cual fue para nosotros la salida más fácil para tener un hijo sin necesidad de coito. Sin embargo no fue tan fácil.

Después de una cantidad de exámenes y pruebas, descubrí algo que no era del todo de mi agrado, algo que dio respuesta a muchas preguntas y a muchas cosas que pasamos en el pasado:

FAR AWAY © | SUGA - BTS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora