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6 de enero, 2019

Kevin me despierta llenándome de besos y con varios regalos sobre la cama. Me refriego los ojos mientras bostezo y sonrío.

—¡Vinieron los reyes! —anuncia con entusiasmo. Me río porque parece un nene chiquito.

Comienzo a abrir los regalos y la gran mayoría son vestidos, pero me encantan.

—Me va a dar lástima usarlos porque son hermosos —comento mirándolo. Él sonríe y me da un beso.

—Todos te van a quedar bien en cualquier momento, hasta con camisón te ves bien —replica acariciando mi pelo que debe estar hecho un desastre—. Falta un regalo.

Trago saliva cuando saca de su bolsillo una pequeña cajita roja. Me mira con atención, creo que ni siquiera parpadea, y yo tampoco.

Miro aquel objeto cerrado e intento disimular el temblor de mis manos, pero estoy segura de que se nota y me da vergüenza que piense que tengo miedo o algo por el estilo.

Respiro hondo antes de abrir la cajita y me siento sorprendida al ver dos pulseras. No puedo evitar sonreír cuando distingo las formas que estos tienen. Uno es un muffin con un corazón de diamante y el otro es una flecha, una muy parecida a la que usaría Cupido.

—Si querés... —comienza con lentitud—, solo si querés, podemos hacer de cuenta que esto es como nuestro anillo de compromiso y podríamos compartir las pulseras. —Me quedo en silencio, admirando esas joyas tan preciosas y se aclara la voz con incomodidad—. Es muy cursi, ¿no? Sí, mejor la devuelvo y...

Intenta sacarme el estuche de la mano y se lo impido agarrándola con fuerza.

—¡Ni se te ocurra devolverlo! —exclamo con tono emocionado—. ¡Me encanta, me encanta! ¡Obvio que acepto esto como si fueran anillos de compromiso! Es más, no puedo esperar a que me lo pongas. ¿Cuál querés vos?

—La flecha es mía, obviamente —dice con una amplia sonrisa. Saco dicha pulsera con suavidad y la deslizo por su muñeca para abrocharla. Me mira con una expresión tan amorosa que se me derrite el corazón.

Él saca la que me corresponde a mí y, tras dos intentos fallidos, logra abrochar el accesorio. Toma mi rostro entre sus manos y me acerca a él para besarme con suavidad. Disfruto el beso como si fuese el primero, con todos esos choques eléctricos en mi cuerpo entero. Apoya su frente sobre la mía y sonríe.

—Te amo —susurra. Paso una mano por su pelo y lo atraigo para depositar otro beso en sus labios.

—Yo te amo más.

Nos separamos y miramos nuestras pulseras, entonces él agarra mi mano, pega mi muñeca a la suya y con un simple movimiento los accesorios se unen. Abro mi boca con sorpresa al verlo. Su flecha se encastró a la perfección con el corazón de mi muffin. Una sonrisa juguetona baila en la comisura de su boca y me mira con expresión divertida.

—Sos el cupcake de mi Cupido —dice, haciéndome reír.

—Es lo más hermoso que me regalaron en la vida —contesto, aguantando la emoción que se arremolina en mis ojos—. Gracias, realmente me encanta. —Separa nuestras manos y sigo estupefacta—. ¿Cómo hacés eso? O sea, ¿cómo se unen?

—Tienen un imán —replica, encogiéndose de hombros con naturalidad y volviendo a pararse—. Y ahora, querida prometida secreta, ¿qué te parece si salimos a desayunar a algún lado? Aprovechando que es domingo y festejamos nuestro compromiso no serio.

—Para mí es un compromiso muy serio, aunque no haya anillos, sigue siendo algo muy hermoso. —Me levanto—. Yo olvidé por completo que hoy era reyes y no te compré nada... —digo con tono avergonzado. Él sonríe y acaricia mi mejilla.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora