Julián me observa con expresión incrédula cuando le cuento la situación. Niega con la cabeza repetidas veces y bufa cada dos segundos.
—No puedo creerlo —comenta tirándose el poco flequillo que tiene hacia atrás—. ¿Otra hermana? ¿Pero es que nuestro padre fue donante de esperma o qué?
—Al parecer le gustaba bastante repartir hijos para luego abandonarlos y tratarlos como pedazo de mierda —contesto con la mandíbula apretada.
—¿Y en dónde está ella ahora? —interroga nervioso.
—En la cocina. Me dijo que no aguantaba más la situación, que quería conocernos y hablar sobre papá. Al parecer está internado en uno de esos lugares de ayuda para alcohólicos y drogadictos.
—Ojalá se hubiera muerto —masculla mi hermano con amargura. Yo solo suspiro y aprieto su mano por encima de la mesa.
Cuando Kevin me dijo que teníamos un problema, lo que menos imaginaba era ver a una chica diez años menor que yo, de ojos negros y cabello rubio llorando y temblando sin parar. Incluso pensé que era alguna amiga de Laura, ¿pero una hermana más? ¡Y yo toda mi vida había pensado que era hija única!
—¿Cómo se llama la chica? —pregunta Julián. Me río con ironía porque se va a querer morir en cuanto le diga—. ¿Se llama Olivia también?
—Nop. —Suelto una carcajada—. Se llama Juliana.
—¡No puede ser! —exclama pegándole a la mesa con el puño—. ¡Qué mala suerte tengo! Y yo pensaba que mi nombre era único. —Resopla y masajea su sien—. ¿Tiene ojos claros? —Niego con la cabeza.
—Al parecer la única Vega afortunada fui yo —respondo sonriendo inocentemente. Él rueda los ojos—. Mirá el lado bueno, es bastante parecida a vos, solo que más gordita. ¿No la querés conocer?
Traga saliva y se queda mirándome fijo, sin saber qué hacer. Asiente con lentitud y esbozo una sonrisa amable.
—Todo va a estar bien —murmuro para tranquilizarlo.
—Es que, Oli, esto es imposible. Te juro que antes de conocerte hice mil investigaciones para asegurarme de que eras vos mi única hermana, ¡y ahora me entero de que tengo otra! No puedo creerlo.
—Estamos igual, querido, pero bueno. Así como nos aceptamos a nosotros, tenemos que aceptarla a ella. Pero antes te digo, ella sí es la nena mimada de papá y su madre tiene dinero, así que puede ser un poquito diferente a nosotros y a nuestra forma de pensar —advierto mientras nos ponemos de pie para ir a la cocina. Arruga la nariz.
—Ya siento que me cae mal —susurra y no puedo evitar reír. Le guiño un ojo a Kevin cuando pasamos por su lado y luego bajamos las escaleras que nos separan de nuestra hermana.
Juliana está apoyada contra la mesada, mirando su celular gigante con funda rosa de diamantes y tira su pelo hacia atrás en cuanto nos ve. Su mirada se dirige directo a Julián y le sonríe con timidez.
—Soy Juliana —comunica, extendiéndole la mano.
—Y yo soy Julián —contesta, estrechando la extremidad. La muñeca de la chica está llena de pulseras, así que hace un ruido terrible en cuanto la mueve—. Casi tocayos, ¿quién eligió tu nombre?
—Papá —responde ella sonrojándose.
Mi hermano la debe estar pasando absolutamente mal al saber que su padre eligió su mismo nombre para otra hija. Debe ser una real porquería.
—¿Cuántos años tenés? —le pregunta.
—Veinte. —Muerde sus uñas perfectamente pintadas de rojo y suspira—. Miren, si no me quieren acá está todo perfecto, yo solo vine para que sepan de mi existencia y comunicar que papá está internado por decisión propia, porque al parecer te pegó a vos y me dijo que está arrepentido.
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Las galletas de los deseos |EcdC#2|
Genç Kız EdebiyatıLuego de varios meses de amor y dulzura, Olivia es asaltada por las dudas. Deseosa de saber si Kevin es el hombre de su vida, pedirá un deseo de Año Nuevo que traerá varios obstáculos con nombre y apellido. *** Tras ocho meses de relación, Olivia es...