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Kevin toma mi mano y tira de mí mientras yo me resisto.

—Vamos, Oli, quiero que entres conmigo. ¡El lugar está lleno! —exclama.

—¡Por eso mismo! No voy a entrar con vos a uno de estos lugares cuando podemos hacerlo en casa sin que nos molesten... —replico poniendo mis brazos en jarra.

—Dale, amor, no me dejes con las ganas.

—¡Que no! Además, lo nuestro es más rico, estoy segura.

—Solo es un ratito y después nos vamos. Es para probar nada más.

Niego con la cabeza. Bufa y hace una mueca mientras mira las tortas que hay en el mostrador con resignación. No sé porqué quiere ir a probar otras cosas cuando nosotros podemos hacerlas en casa.

—Es que... —Suspira—. Bueno, quiero probar tortas para que alguien haga la de nuestro casamiento.

—Kevin, no seas tonto, la hacemos nosotros... —Frunce el ceño—. Va a ser divertido que hagamos nuestra propia torta, ya sabés lo que pasa cuando cocinamos juntos. —Le guiño un ojo y él esboza una sonrisa traviesa—. Además, va a quedar como nosotros queremos, no va a salir caro y sabemos que va a estar rica.

—Siempre tenés toda la razón. —Me acerca a él y me besa con dulzura, sin importar que estamos en medio de la vereda e interrumpimos el paso. Toma mi mano y continuamos caminando—. Entonces ya tenemos invitados, tarjetas de invitación, torta, lugar... Bueno, le tengo que preguntar a mi papá si nos deja su casa para la fiesta y la cabaña en la playa para la luna de miel.

—Perfecto, estamos haciendo todo bastante rápido. Creo que estamos demasiado ansiosos —respondo. Él se ríe.

—Queremos casarnos ya mismo. Te juro que no aguanto más, siento que te vas a arrepentir a último momento y...

—No me voy a arrepentir, Kevin. A mí me da miedo de que seas vos el que me deje antes de tiempo.

—¡Ja! Eso sí que es completamente imposible, aceituna. No te dejaría ni aunque me paguen. —Suspira y se detiene para mirar un local con cosas de cotillón—. ¿Compramos cosas para decorar ahora o después?

—Después, amor, primero tenemos que ver lo que dice Lorenzo y tenemos tiempo para eso.

—Sí, tenés razón. Vamos a la plaza que creo que hay feria —comenta señalando a la cantidad de gente que se ubica en el lugar.

Hago una mueca de fastidio, no me gustan los lugares atestados, pero seguro que él quiere ver lo que hay. Un grupo de baile está haciendo un show con unas canciones de electrónica. En la valla de seguridad veo que está Gabriel y me acerco a él con Kevin siguiéndome.

—¡Hola, comisario! —lo saludo. Él nos mira con sorpresa y sonríe.

—¡Hola, pareja dulce! ¿Cómo le está yendo en este esplendoroso día? Hace un ratito vi a tu hermano, está mucho mejor de los moretones, pero me comentó que no volvió más a la casa de su padre —dice. Chusma como siempre.

—Así es. Se quedó a vivir con Pablo, obviamente no iba a volver con nuestro padre, y si me enterara que volvió con él, lo agarro de la oreja y lo llevo a casa. —Suelta una carcajada.

—Olivia... sos una hermana muy severa —comenta entre risas—. ¿Qué los trae por acá? ¿Vinieron a ver el show?

—Algo así —responde Kevin—. En realidad no tenemos nada más para hacer, así que vinimos a ver qué pasaba.

—¿Cómo que no tienen nada para hacer? ¿Podrían traerme un mini lemon pie para comer mientras hago de guardia? —cuestiona. Lo miramos como si estuviese bromeando y él nos mira con seriedad.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora