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Espero a Kevin con la cena lista. Fue a dejar a su padre a casa, por suerte ya le dieron el alta. Todavía no sé qué es lo que le pasó a Lorenzo porque apenas hablamos, solo me dijo algunas palabras por mensaje para avisar que estaba todo bien.

La verdad es que me alegré bastante, me hubiera puesto demasiado triste si a mi suegro le hubiese pasado algo grave.

Llamo a Kevin para saber si lo espero para cenar. No quiero que la comida se enfríe, pero yo estoy muerta de hambre y si le falta mucho para volver voy a tener que comer sola. Justo en ese momento, la puerta se abre y él entra con una sonrisa en su rostro. Le devuelvo el gesto.

—Te atraje con la mente —le digo—. Justo te estaba llamando.

—Vos me atraes siempre —contesta acercándose y dándome un beso en los labios—. Pero si justo me estabas llamando y volví, es porque nuestras almas están unidas.

—Seguro. —Me río—. ¿Te sirvo la cena?

—Sí, por favor. Muero de hambre.

Comienzo a llenar los platos mientras él va al baño. Luego vuelve y me da un beso en la frente antes de sentarse.

—Esto huele muy bien —comenta, cortando un trozo de carne repleta de salsa. Me siento frente a él y lo observo comer—. Y está muy bueno también.

—Gracias —digo con timidez—. ¿Qué tenía tu papá?

—No se vale reír —responde conteniendo su propia carcajada. Arqueo una ceja—. Tomó viagra y el corazón se le disparó como trote de caballo. El tema es que no se le baja más, ni con veinte pajas. —Estalla de risa hasta tal punto que se pone morado y le digo que tome agua o se va a ahogar.

—¿Y por qué tomó eso? ¿Ya no le funciona? —cuestiono envolviendo el tenedor con los tallarines.

—Sí, le funciona, pero no dura mucho. Y cree que tomando eso iba a complacer un poco más a Guadalupe. —Niega con la cabeza en un gesto de incredulidad y sigue comiendo—. Está loco. El problema es que su mujer lo vio mal, se asustó en pleno acto y lo llevó al doctor, pero se le pasó rápido la taquicardia. El problema es que se le quedó durísima. —Sigue riendo—. No sé cuánto tiempo va a durarle.

—Por lo menos Guadalupe va a tener con qué entretenerse —respondo entre risas. Mi suegro está loco—. De repente me vino la imagen de tu papá en calzones con trompa de elefante y... Mejor no sigo.

Estalla en carcajadas.

—¡Oli! Me voy a poner celoso porque imaginas a mi papá así. Es una imagen muy turbia, menos mal que no fuiste al hospital. Los doctores se mataban de risa... —Lleva algunos fideos a su boca—. Lo bueno es que mi papá se lo tomó con humor.

—Tu viejo es genial. Debería haber salido con él cuando tuvimos una cita —murmuro con tono divertido y mirando su rostro de reojo.

—Qué horror. Hubieras sido mi madrastra y capaz después lo nuestro se convertía en una historia digna de una porno, de esas que tienen relaciones en la mesada de la cocina —replica soltando una risita. Me mira como si se le hubiera ocurrido una idea fenomenal y abro los ojos al entender lo que pensó.

—¡Ni loca voy a grabar un video mientras lo hacemos! —exclamo negando con la cabeza sin parar. Hace puchero con la boca y hago una expresión realmente seria—. En serio, Kevin, no pienso hacer eso.

—Ufa —manifiesta como nene que se da por vencido—. ¿Y cómo te fue a vos en la pastelería? —cuestiona cambiando de tema—. ¿Todo bien?

—Sí, todo perfecto —contesto sonriéndole—. No hubo mucho movimiento. Hice algunos cupcakes de Cupido porque me los pidieron. Laura me ayudó bastante, me fueron a visitar las chicas.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora