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14 de enero, 2019

Kevin me mira mientras saco algunos muffin del horno. Sonrío, deposito la bandeja en la encimera y me acerco para besarlo.

—¿Sabés qué día es hoy? —le pregunto. Se rasca la ceja en un gesto pensativo.

—¿Lunes, catorce?

—Sí. ¿Y qué más? —Lo miro con expectación y resoplo cuando se encoge de hombros—. ¡Se cumple un año de que abriste tu pastelería!

—¿En serio? —cuestiona con sorpresa—. ¡Cierto! Fue hoy. Guau, me hacía mucha ilusión, estaba súper nervioso... Pensar que ahora es un local donde hacen masajes.

—Pero estás en una pastelería más linda —replico con una sonrisa divertida—. Y mañana se cumple un año de que nos conocemos.

—Y de que me enamoré de vos —agrega, tirando de mis manos para darme un beso—. Aunque no lo admití hasta dos semanas después.

—Y yo me enamoré de vos en... Bueno, no tengo idea —respondo. Nos reímos—. Lo importante es que estamos juntos y que nos vamos a casar.

—Todavía no puedo creerlo. ¡Quedate acá, voy al registro civil para sacar fecha! No vaya a ser cosa de que te arrepientas.

¡Y se va corriendo! Me río para mis adentros mientras niego con la cabeza y empiezo a decorar los muffins. No puedo creer que vaya a casarme, es una locura.

¿Por qué acepté de un minuto al otro? Cuando nos alejamos de Benjamín y yo le dije que Kevin tiene muchas cosas buenas, me las puse a pensar en el camino. Hice una lista tremenda de las cosas que me gustan de él y, la verdad, es que en ese momento me di cuenta de lo mucho, pero mucho, que lo amo. ¿Para qué perder tiempo? ¿Por qué seguir pensando en hacer lo correcto todo el tiempo? Tenía que arriesgarme y si no llegase a funcionar, no importa, por lo menos lo intenté. Sería una estúpida si lo dejo ir.

Laura se asoma por la puerta y me mira con el ceño fruncido.

—¿Se pelearon de nuevo? —cuestiona—. Porque Kevin se fue corriendo como un loco...

—No —contesto con una sonrisa y le hago una seña para que baje. Lo hace con algo de temor y me mira con expresión confundida—. Sos la primera en saberlo, pero nos vamos a casar.

—¡No te creo! —grita tapándose la boca con sorpresa—. ¿Es en serio? —Asiento con la cabeza—. ¡Dios mío, voy a llorar! Ay, los amo. Adóptenme.

—¿Por qué te vamos a adoptar? —interrogo entre risas—. ¡Ah!, no se te ocurra decir nada porque te conozco y sé que sos muy chusma. Prometé que no vas a decir nada.

—¡Lo prometo! ¿Estás embarazada? —interroga de repente. Arqueo las cejas.

—¡No! ¿Por qué?

—Porque es raro que aceptes casarte con él de un día para el otro y que quieran hacerlo todo rápido... —contesta entrecerrando los ojos.

—Laura, no digas tonterías. No estoy embarazada y no fue del día al otro, ¿sí? Estamos hace casi un año, estamos enamorados y nos amamos, además él me lo pide todo el tiempo. ¿Por qué seguir retrasando las cosas? —replico encogiéndome de hombros.

—A mí me huele a bebé...

—¡Tenés mal olfato! Porque no hay bebé —la interrumpo—. Hace unos días tuve la menstruación, así que seguí soñando. Primero voy a casarme y después voy a ser madre. Y ahora seguí trabajando que yo tengo que seguir decorando.

Ella bufa y vuelve a atender. ¿En serio habrá ido Kevin a sacar fecha para el casamiento? Estoy nerviosa, lo amo tanto que no tomé en cuenta las consecuencias de haberme precipitado al aceptar su propuesta. Sé que dije que no me interesa arriesgarme, pero por momentos estoy muerta de miedo. No sé si sea normal.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora