24

2.7K 385 138
                                    

2 de febrero, 2019

Me remuevo en mi bolsa de dormir y abro los ojos con pesadez. No pude parar de llorar en toda la noche en silencio para no demostrarle nada a Kevin. Tampoco pude pegar un ojo, si dormí una hora fue suerte. No tuve opción que dormir con él, Benjamín me ofreció un lugar en su carpa, pero ni loca me acostaba con él.

—Oli, ¿podemos hablar? —cuestiona mi acompañante. Suspiro, todavía está acá.

—No tenemos nada de que hablar —replico sin mirarlo. Él resopla y siento que se mueve.

—Para mí sí, fue todo un malentendido. Ustedes se fueron, comenté que me dolía la espalda por dormir acá y ella insistió tanto en hacerme masajes que no me quedó otra opción que aceptar —cuenta con tranquilidad. Ruedo los ojos, pero no contesto—. Y lo que me dijiste... Que estaba excitado, bueno, sinceramente no me di cuenta, debe ser por los masajes, el sueño o no sé, Oli. Me avergüenza tanto, pero no es lo que vos crees. Jamás pasó por mi mente hacer algo con ella, te lo juro.

—No importa —digo finalmente, sentándome y poniéndome ropa, aun sin verlo.

—Sí que importa, necesito que me creas, te lo juro. ¿Pensas que sería tan idiota de engañarte, y aún más, engañarte en una carpa que compartimos y en la que pudieras llegar en cualquier momento? —interroga perdiendo la paciencia.

—No, pero podría ser un precalentamiento para que me engañes al llegar —contesto cruzándome de brazos.

—¿A vos no se te insinúo Benjamín en la cabaña? —cuestiona con amargura. Trago saliva.

—Sí, pero a diferencia tuya, yo sí pude decir que no.

Salgo de la carpa y todos se quedan en silencio. Claro, vieron el espectáculo de anoche y ahora no saben qué hacer. Yo suspiro y me voy a sentar junto a Alan y su prima. Kevin me mira desde lejos, pero decide quedarse con sus nuevos amigos.

La rubia me mira desde el otro extremo con los ojos entrecerrados, Benjamín intenta hablarle, pero ella mantiene su mirada en mí. No despego mis ojos de ella hasta que rompe el contacto visual. Si piensa que me intimida está muy equivocada.

No aguanto más la situación, tengo que marcar territorio, al fin y al cabo, tampoco es que me engañó, aunque lo que más me molestó fue que estuviese excitado. Supongo que es normal, no voy a negar que es una mujer sexy y que si hace masajes semidesnuda... Lo multiplica al mil.

Bufo sin saber qué hacer.

—Andá —murmulla Alan. Lo observo con las cejas arqueadas y me dedica una simpática sonrisa—. Es obvio que querés estar con él, además no sé por qué te enojaste, yo estaba cuando le dijo a María que le dolía la espalda y ella le insistió un montón para hacerle masajes, él no quería, pero terminó convenciéndolo por cansancio.

—Es que... No es eso lo que me molesta.

—El tipo estaba excitado —comenta. Asiento con lentitud y se encoge de hombros—. Normal, que te hagan masajes es excitante, imaginate si te lo hiciera un hombre sexy, ¿no te calentaría? Quizás solo eso, no pensarías en engañar a Kevin ni nada, simplemente te calienta porque el cuerpo piensa solo.

Imagino a Ryan Gosling semidesnudo haciéndome masajes y admito que entiendo a Kevin, pero todavía es chocante porque María es mi enemiga, Ryan es un actor que jamás veré en mi vida.

—No sé qué hacer —replico finalmente—. ¿Por qué tenían que estar semidesnudos para un maldito masaje?

—Ay, Olivia, es obvio. La persona que va a ser masajeada usualmente debe quedar en ropa interior. Ella se sacó la ropa para excitarlo y provocar que se peleen... —Me mira a los ojos—. Se van a casar —dice con tono irritado—, no podés echar todo a perder por esa estupidez.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora