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7 de marzo, 2019

Kevin vuelve después de la cena con sus padres. Estuve todo el día sola, intentando recordar qué es lo que hacía antes de conocerlo y por qué me gustaba tanto estar sola, ahora me doy cuenta de que no podría vivir sin él.

Después de salir de la pastelería, me compré un test de embarazo y no quiero hacérmelo hasta que él me diga lo que piensa. Además, admito que estoy un poco nerviosa y tengo miedo del resultado.

Me da un beso tierno en los labios antes de tirarse al sillón con un suspiro. Se saca los zapatos, su saco, desabrocha un poco su cinturón y se estira con un bostezo.

—Estoy tan cansado —comenta—. Te juro que mi viejo no paró de hablar ni por un minuto, estoy con la cabeza hecha un taladro.

—Me imagino, ¿querés algo para tomar? —cuestiono acercándome a él con lentitud. Niega con la cabeza y abre sus brazos para que me meta entre ellos, cosa que hago—. Te extrañé.

—Yo también te extrañé, aceituna. —Me da un beso en la frente y se acomoda para mirarme a los ojos. Entrelaza sus manos con las mías y sonrió. Es increíble lo que me hace sentir solo con rozar mi piel—. ¿Qué hiciste hoy?

—Además de estar en la pastelería, nada —respondo. Omito todo el tema de María y mi ex porque pienso que es innecesario, quiero ir a lo directo—. Tengo que contarte algo.

—¿Qué pasó? —pregunta poniéndose serio y frunce las cejas. Me aclaro la voz.

—Por favor, todavía no te ilusiones, pero tengo casi tres días de atraso y... bueno, puede ser que esté embarazada —confieso.

Al principio se muestra sorprendido, luego feliz, al instante preocupado, hasta que por último le termina de caer la ficha de lo que dije y suelta una carcajada con los ojos brillantes.

—¿En serio? —interroga para asegurarse. Asiento con lentitud—. ¡Ay, Oli!

Se pone de pie, me levanta también a mí y me da vueltas en el aire. Está loco, pero esos comportamientos infantiles me enamoran tanto que no puedo evitar reír, disfrutando el momento.

—Te repito, amor, no te ilusiones. Todavía no me hice el test y...

—No importa, aceituna —me interrumpe antes de besarme—. Voy a estar con vos sea cual sea el resultado.

Me abraza y suspiro. Solo espero que esto sea así por siempre.

Por la mañana, Kevin me espera afuera del baño mientras mis manos tiemblan al sacar el objeto de su envoltorio.

Sí, tengo un atraso de tres días, él no quiso esperar más y me pidió que me hiciera el test, así que ahora estoy en eso. Es la segunda vez en el año que hago esto y recién empieza el tercer mes, ¿quién lo diría?

Sigo las instrucciones al pie de la letra, incluido el de hacer pis por la mañana porque supuestamente las hormonas del embarazo están más concentradas.

—¿Y, Oli? —insiste Kevin por quinta vez. Suspiro y abro la puerta para que entre al baño y deje de estar impaciente—. ¿Qué dio?

—Esperá un minuto más —replico con el corazón latiendo a mil por hora.

Mi cuerpo entero tiembla y él bufa, se sienta en la tapa del inodoro y comienza a mover su pierna con nerviosismo.

—¡Basta! Me ponés nerviosa a mí —expreso con voz temblorosa.

Cuando el tiempo pasa, agarro el test y miro el resultado. Trago saliva. El mundo tiembla a mi alrededor, no puedo mirar a Kevin por tener los ojos empañados y por la decepción. No puedo creerlo, no puede ser.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora