25 de marzo, 2019
—No quiero quedarme sola —protesto mientras Kevin se viste—. Es una casa desconocida y grande, estar sola me hace imaginar que hay fantasmas.
—Oli, no seas tonta. —Se ríe—. Amor, no podés ir a la pastelería, acordate que seguís haciendo reposo y trabajar te va a estresar. Además no podés estar subiendo y bajando todo el tiempo.
—Si no trabajo me voy a estresar. ¿Qué voy a hacer acá sola? Me da miedo, acá también hay escaleras, ¿qué pasa si vuelvo a...?
—Está bien —me interrumpe suspirando—. Venís conmigo, pero no te vas a mover, como mucho vas a atender a los clientes.
Festejo mentalmente. La verdad es que no me quería quedar sola y sin nada que hacer, ya que Kevin no me deja ni limpiar por miedo a que vuelva a tener pérdidas. Por el momento me siento bien, esta mañana apenas tuve náuseas y estoy reteniendo bastante bien el desayuno. A veces me pongo la mano sobre mi vientre instintivamente sin darme cuenta, a pesar de que apenas se me está empezando a notar una ligera hinchazón en la zona baja. También me doy cuenta de que hablo conmigo misma como si ellos pudieran escucharme, pero sé que todavía son muy pequeños para sentirme.
Mi acompañante no deja de mirarme, a tal punto que me hace sentir incómoda y tengo que apartar mis ojos de los suyos. Sonríe y se acerca para darme un beso.
—Te amo, gracias por lo de anoche. —Me guiña un ojo y lo único que provoca es que me sonroje. Él suelta una carcajada y me abraza—. Qué tierna sos.
—No me hagas recordar las cosas que hice, por Dios, me da vergüenza. —Me alejo para comenzar a vestirme y se cruza de brazos.
—¿Qué tiene, Oli? Es perfectamente normal lo que hiciste, complaciste a tu marido y estuvo muy bueno. En cuanto te pongas bien te devuelvo el favor.
—Sh, silencio que no puedo concentrarme buscando ropa —contesto metiendo la cabeza en el armario. Solo quiero que se calle porque sigue avergonzándome.
Se ríe negando con la cabeza y luego desaparece por la puerta, seguramente que para ir al baño. Aliviada de estar sola, me pongo una camisa y un suéter y un pantalón de jean... Cuando estoy abrochando los botones, sucede lo peor.
—¡Kevin! —grito desesperada, presa del pánico. Él vuelve corriendo con la respiración agitada y mirándome con preocupación.
—¿Qué pasa, Oli? ¿Qué tenés? —interroga rápidamente, recorriendo mi cuerpo con sus ojos para encontrar algo malo.
—¡Mirá! —señalo mi parte baja y él observa con el ceño fruncido—. ¡No puedo creerlo!
—No veo nada, amor. ¿Qué es? ¿Vamos al médico? ¿Te duele algo?
—Sí, ¡el autoestima me duele! ¡No me cierra el pantalón! —grito con expresión triste. Su semblante se relaja y suspira.
—Olivia, casi me das un infarto —manifiesta con irritación, pero con tono divertido.
—¡Tengo casi dos meses y ya estoy gorda! ¿Cómo es posible?
—No estás gorda, estás embarazada de mellizos, amor. Es normal que tengas un poquito más de panza, no te preocupes. Después vamos a comprar ropa, por ahora ponete otra cosa —replica tranquilo.
—Pero quiero usar jeans.
—Bueno, entonces buscá alguno que te quede grande, seguro que ese te quedaba algo ajustado.
Entre protestas termino poniéndome un pantalón de gimnasia con elástico. Es bastante cómodo, pero es poco elegante para ir a trabajar. En el auto, Kevin me sigue diciendo que solo voy a encargarme de la parte de arriba, pero que intente dejarle el trabajo a Laura y que él también va a subir de vez en cuándo para comprobar que está todo bien. En conclusión, me voy a aburrir demasiado el día de hoy.
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Las galletas de los deseos |EcdC#2|
ChickLitLuego de varios meses de amor y dulzura, Olivia es asaltada por las dudas. Deseosa de saber si Kevin es el hombre de su vida, pedirá un deseo de Año Nuevo que traerá varios obstáculos con nombre y apellido. *** Tras ocho meses de relación, Olivia es...