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Cinthia me pone el antifaz ni bien llegamos a la planta baja. Me quejé de olvidarme mi mochila con ropa, pero dijeron que no va a ser necesaria. Admito que tengo un poco de miedo de lo que me espera, pero a la vez quiero divertirme. Solo espero que no hagan nada arriesgado, ¡ellas todavía no saben que estoy embarazada!

Me suben a un auto a tientas y enseguida siento un par de manos más, imagino que son Estela y Laura. El coche comienza a avanzar, tocan bocina y gritan y yo muero de la vergüenza, aunque me río al recordar que hicimos lo mismo en las despedidas de mis amigas, incluso en la de Estela.

Empieza a sonar Girls just want to have fun y hago una mueca de incredulidad.

—¿En serio? ¡Qué tema tan típico para una despedida! —comento con tono burlón.

—¡Es el himno de las despedidas de soltera, Olivia! —chilla la colorada. Suelto una carcajada porque logro hacerla enojar con solo abrir la boca.

Las cinco nos ponemos a cantar, más bien aullar, como perros. Si quiero dejar de sentir que van a torturarme, mejor empiezo a disfrutar. ¡Es mi día!

—Primera parada... —anuncia Cinthia con tono divertido.

—¿Primera? —interrogo asustada. Ellas se ríen, pero no responden. Simplemente sé que bajaron del auto y me dejaron sola. Trago saliva y comienzo a temblar de los nervios. Contengo las ganas de sacarme el antifaz porque me da la sensación de que me están vigilando.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que escucho sus risas, la puerta de mi lado izquierdo se abre y al instante un par de manos me ayudan a bajar. Noto que entramos a algún lugar y me sacan lo que cubre mis ojos. Los entrecierro un poco para acostumbrarme a la luz y las miro sorprendida. Están disfrazadas, están aún más ridículas que los chicos y suelto una risotada fuertísima que las contagia.

Romina y Cinthia están vestidas de las chicas superpoderosas, con sus respectivos trajes de Bombón y Burbuja en versión sexy. En cambio, Estela está disfrazada de la viuda negra y Laura decidió vestirse de marinera. Me hacen reír muchísimo, pero mi sonrisa se borra en cuanto me muestran un disfraz de Bellota.

—¿Tengo que ponerme eso? —interrogo atónita al ver el diminuto vestido verde que tienen en las manos y los tacones del mismo color.

—Obvio, Oli. Tenés que hacernos compañía —replica Romina con una sonrisa maliciosa.

Enseguida me empujan hacia un cambiador y me tiran las prendas por arriba de la puerta. Miro con el ceño fruncido el vestido, es demasiado corto. Empiezo a ponerme las medias de red, luego el vestido, la faja negra que va en la cintura y por último los tacones. Me miro al espejo del pequeño cuarto y suspiro. Debo disfrutar de los últimos tiempos antes de que ya no pueda ponerme vestidos apretados. Salgo y ellas gritan y aplauden.

Miro a mi alrededor y noto que estamos en la casa de Estela. Me siguen empujando para que sigamos con la travesía, pero me detengo un instante para anunciarles mi estado. Más que nada porque me da miedo que me lleven a algún lugar que me ponga en riesgo.

—Antes de seguir, tengo que decirles algo... —Tomo aire y las miro—. Estoy embarazada.

Se miran entre ellas y se ríen.

—¡Ya lo sospechábamos! —grita mi cuñada. Todas se acercan para abrazarme, felicitarme y darme besos.

—No te preocupes, pensamos en esa posibilidad mientras hacíamos esto, así que no va a ser nada fuerte. Solo vamos a tener que contenernos un poco más con los empujones —comenta Laura. Las otras asienten y volvemos a salir.

Otra vez en el auto, vuelven a ponerme el antifaz. Ahora que saben lo importante, me siento mucho más aliviada y siento que puedo relajarme un poco más.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora