La voz de Kevin me devuelve a la Tierra y empiezo a actuar de inmediato. Del otro lado del umbral se encuentra Julián, absolutamente golpeado, lleno de sangre y temblando de pies a cabeza.
Lo agarramos entre los dos y lo arrastramos como podemos hacia el sillón, donde lo depositamos con suavidad. Tengo la vista nublada, pero puedo decir que a este chico no le pegaron solo con los puños. Tiene varias cortaduras en ambos pómulos, los ojos hinchados e inyectados en sangre. La boca lastimada en las comisuras y la mejilla inflamada. Intenta hablar, pero lo callo. Debe estar muerto de dolor.
—Dejame a mí —dice Kevin con el botiquín de emergencias—. Tuve que curar varias veces a Joaquín cuando se metía en peleas, así que...
Empieza a curar el rostro de mi hermano mientras yo busco algún analgésico que por lo menos le saque un poco de dolor. Muerdo mis uñas y camino de un lado hacia otro. ¿Quién le pudo haber hecho eso? ¿Pablo? No, no creo. ¿Se habrá metido en alguna pelea callejera? Puede ser, pero Julián es demasiado bueno para eso. ¿Lo tenían amenazado? ¿Se le burlaban por ser gay? ¡Voy a matar a quien sea que le haya pegado de esa manera!
—¿Te duele? —le pregunta Kevin con preocupación. Mi hermano asiente con lentitud—. Perdón, pero no tengo manera de hacer esto más leve.
Él vuelve a intentar hablar y le decimos que no se esfuerce. Acaricio su pelo, le tomo la mano y ahí me doy cuenta de que tiene los nudillos con sangre. O intentó defenderse, o él empezó a pelear. Con un poco de temblor, tomo el algodón y le paso alcohol con suavidad. Luego le coloco una venda.
Cuando mi prometido termina con su tarea, le doy un vaso de agua con una pastilla. Le cuesta un poco tragarla, pero finalmente suspira y cierra los ojos.
—Dejalo —murmura Kevin, haciendo un gesto para que vayamos a la cocina. Apoyo mis codos sobre la mesa y tomo mi cabeza entre mis manos—. Tranquila, es normal que quiera dormir después de esto, cuando baja la adrenalina te agarra muchísimo cansancio.
—¿Qué le habrá pasado? —cuestiono con voz temblorosa. Él me abraza—. ¿Por qué le pegaron de esa manera?
—Oli... Mi amor, ya se va a aclarar todo. Creeme, las heridas que tiene son superficiales, por suerte. A veces Joaquín venía con cortes tan profundos que teníamos que correr al médico. Si te das cuenta, usa siempre flequillo porque tiene una cicatriz horrible a esta altura. —Señala su frente, en el comienzo del pelo.
—¿Y cómo lo golpearon ahí? —interrogo interesada.
—Lo cortaron con una navaja, amor. Creo que le dieron cinco puntos. —Se cruza de brazos y suspira—. Julián va a estar bien.
—Voy a matar a quien sea que le haya hecho esto. A no ser que él la haya empezado, en ese sentido, es consecuencia de sus actos —murmuro. Él chasquea la lengua.
—No te metas, Oli, son asuntos de él.
—¿Y si fue Pablo? ¿Él sabrá lo que pasó? Voy a llamarlo. —Comienzo a buscar mi celular y me detiene.
—Esperá a que tu hermano se despierte, primero tenés que escuchar su versión. —Lo miro por un instante y asiento—. Vamos a cocinar, ya es mediodía.
En menos de dos horas ya tenemos el pollo al horno con papas listo. Julián sigue durmiendo en el sillón y me pregunto si despertarlo para comer o no. ¿Tendrá hambre? ¿Le dolerá si come? ¿Debo dejarlo seguir durmiendo o lo despierto? Ay, Dios, esto de ser hermana mayor no es fácil.
Como en silencio, con un nudo en el estómago de tanto pensar. Kevin me observa sin decir palabra, pero acaricia mi mano por encima de la mesa para tranquilizarme. Le dedico una breve sonrisa a modo de agradecimiento.
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Las galletas de los deseos |EcdC#2|
Chick-LitLuego de varios meses de amor y dulzura, Olivia es asaltada por las dudas. Deseosa de saber si Kevin es el hombre de su vida, pedirá un deseo de Año Nuevo que traerá varios obstáculos con nombre y apellido. *** Tras ocho meses de relación, Olivia es...