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Ni bien nos sentamos, Kevin comienza a mover su pierna con nerviosismo. Toma mi mano, y a pesar de que su semblante se muestra tranquilo, puedo decir que por dentro debe estar temblando como loco, al igual que yo.

La jueza nos mira con una sonrisa y comienza a decir algunos chistes para el matrimonio que nos hacen reír bastante y creo que lo hace para sacarnos los nervios, cosa que le agradezco internamente. Cuando la diversión acaba, se mete en su papel de seriedad y empieza a decir las palabras correctas. Ahora soy yo la que mueve la pierna.

—Estamos aquí para unir en matrimonio a Olivia y Kevin. En primer lugar, voy a proceder a dar lectura al acta matrimonial: siendo las quince horas del día quince de marzo del dos mil diecinueve, comparecen quienes acreditan ser Olivia Lorena Vega y Kevin Elías Romero, al objeto de contraer matrimonio civil en virtud de autorización recaída en el expediente. Quiero hacer constar que se han cumplido todas las prescripciones legales para la celebración de este matrimonio civil, sin que en la audiencia sustitutoria de edictos se haya presentado ni denunciado impedimento ni obstáculo para esta celebración.

Trago saliva al recordar a Benjamín intentando impedir que me casara, pero se me olvida al notar que dijo mi segundo nombre. La verdad es que casi nadie lo sabe, apenas Kevin y mis amigas. La señora lee unos artículos de ley, pero no le puedo prestar atención.

—Ahora vamos a lo importante —agrega entre risitas y mira a mi novio—. Kevin Romero, ¿acepta por esposa a Olivia Vega?

Él me mira con una sonrisa muy tierna, se aclara la voz y asiente con la cabeza.

—Sí, acepto —pronuncia. Debo admitir que me agarra un poco de alivio, tenía miedo de que se arrepintiera a último momento.

—Olivia Vega, ¿acepta por esposo a Kevin Romero?

—Sí, acepto —contesto con tanta firmeza que me sorprendo.

—Entonces los declaro marido y mujer —dice la jueza, poniéndose de pie y aplaudiendo a la misma vez que nuestros invitados mientras nosotros nos fundimos en un beso lento y tierno. Kevin me susurra que me ama y yo solo sonrío.

Firmamos los papeles, al igual que Joaquín y Romina. Noto que mis amigas están llorando y no puedo evitar reír, terminaron siendo más sensibles que yo.

La mujer nos da la libreta con el certificado de matrimonio, nos da un leve apretón de manos y nos felicita. En el mismo cuarto nuestros familiares se acercan para saludarnos y abrazarnos y, finalmente, salimos.

La lluvia de arroz no se hace esperar. Laura y Pablo están tirándolo como locos mientras gritan y Kevin me protege entre sus brazos mientras reímos. Cinthia nos saca varias fotos más, me duele la mandíbula de tanto sonreír.

Estoy por entrar al auto de Kevin para dirigirnos a la casa de su padre, cuando lo veo de lejos. Benjamín apoyado contra el tronco de un árbol, con expresión amargada y fumando un cigarro. Me encojo de hombros para comunicarle que no tuve opción, que amo a Kevin y él me dirige una sonrisa triste mientras asiente. Luego desaparece a paso rápido.

Confío en que eso es una buena señal, así que entro al auto emitiendo un suspiro de alivio.

—Al fin —murmura él, apoyando sus manos sobre el volante. Me mira a los ojos y se acerca para besarme con un poquito más de intensidad, pero manteniendo la dulzura—. Te amo, Oli, gracias por aceptarme como tu esposo.

—Yo te amo más —contesto acariciándolo.

—Ahora que estamos tranquilos, quiero que hagamos algo. Lamentablemente la jueza no me permitió hacerlo por el tema del tiempo, pero creo que está bueno en esta intimidad.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora