Capítulo IV

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¿Qué estoy haciendo? posiblemente cuando regrese no estará Keith, ni mis cosas, Lance se llevó la mano al rostro mientras pasaba por la puerta del gran edificio donde trabaja, tomó el ascensor, subió hasta el quinto piso y apenas llegó a su cubículo, se sorprendió al verlo completamente desocupado.

–¿Sucede algo? –preguntó Kinkade, su compañero del cubículo de al lado– ¿acaso olvidaste que fuiste ascendido?

Lance conectó rápidamente hilos y le dio un leve dolor de cabeza, recordar tantas cosas del pasado afectaban su memoria.

–Gracias amigo, no sé qué sería sin ti –le dio un golpecito en el hombro retirándose a su oficina.

Dio una pequeña mirada a esas cuatro paredes, con una placa en la puerta con su nombre, no era la primera vez que veía algo así, pero era verdaderamente reconfortante. Del bolsillo interior de su abrigo sacó una pequeña licorera, pero en esta había sangre dentro, dio un pequeño sorbo, deleitándose con la metálica sensación en el paladar, no había desayunado bien.

Ahora sin nadie cerca, fue hasta su lugar de trabajo, subió los pies al escritorio y se recostó en la silla. Su momento fue interrumpido apenas escuchó golpes en la puerta, en seguida se reincorporó en la silla y guardó en uno de los cajones la licorera.

Pronunció un rápido "pase" y la pequeña de cabello color avellana se adentró a la oficina.

–Hola Lance –Pidge se sentó frente a Lance– ¿pasó algo malo ayer?

–Todo está bien ¿algún problema?

–No, solo Hunk y yo estábamos preocupados, sal de ahí Hunk –apenas fue llamado, se asomó por el marco de la puerta– cancelaste la comida por una emergencia, ¿seguro de que todo está bien?

–Solo fue un pequeño problema familiar, ya está todo resuelto, no deben preocuparse –les dedicó una resplandeciente sonrisa.

Ahora más confiado, Hunk entró a la oficina y se sentó junto a la pequeña.

–Es bueno que te ascendieran, pero extraño encontrarte en los pasillos –comentó Hunk con tristeza.

Lance se sentía muy afortunado de tener ese par de amigos, sin duda podía confiar en esos dos. Después de una corta charla, volvieron a tocar la puerta, Lance sin esperarse a nadie más, dio permiso para entrar, el señor de porte elegante y bigote abrió la puerta, a Pidge y a Hunk se les heló la sangre, temiendo por un regaño por estar fuera de sus puestos de trabajo.

–Joven Mc.Clain, necesito hablar con usted a solas.

Las palabras de Coran fueron más que suficientes para que los dos salieran de prisa de la oficina, Coran procedió sentarse frente a Lance y puso sobre la mesa un sobre de manila con varios papeles dentro.

–¿Ocurre algo malo Coran?

–No, todo lo contrario, tengo buenas noticias.

Coran sacó del sobre varios papeles para firmar y se los acercó, Lance los ojeo curioso, vio como entre los montones de palabras decía "beneficios para criaturas no completamente humanas", de inmediato devolvió los papeles hacia Coran.

–Esto es una gran oportunidad para ti, con esto, al confirmar que eres un vampiro, recibes un incremento de paga, entre otras ayudas que te serían muy beneficiosas.

–Sabes que no me gustan esos tipos de ayudas, solo quiero tener una vida "normal" como un humano "normal", no quiero ese tipo de lastima.

–No pienses eso, solo quieren ayudarlos para recompensar todas las crueldades y el maltrato en el pasado.

–Lo siento Coran, mis principios son firmes.

–Está bien, entiendo –guardó los papeles–, recuerda que conmigo siempre tendrás ayuda, después de todo, estoy en deuda contigo por salvar a mi abuelo, nunca lo olvides.

Coran se levantó de la silla y se dirigió a la puerta, y justo antes de salir de la oficina, Lance habla.

–Tranquilo, no puedo olvidar nada, nunca.

Después de la charla con Coran, se dirigió a recursos humanos para conseguir pastillas, recordar al abuelo de Coran tanto tiempo atrás le traía dolor de cabeza, tomó las pastillas y afortunadamente el dolor de cabeza desapareció.
Regresó nuevamente a su oficina y se dispuso a trabajar, el ser ascendido solo le traía más trabajo.

La jornada laboral terminó, se despidió rápidamente de sus amigos y Coran, su jefe. Llegó a la misma tienda del día anterior y compró comida humana para llevarle a Keith, sacó sus llaves y lentamente abrió la puerta, esperando no encontrar su casa vacía, pero todo estaba en su lugar, lo único inusual era el hombre lobo recostado en el sofá viendo Animal Planet, o eso parecía porque los ronquidos le indicaban que estaba dormido.

Cerró la puerta y se dirigió a la cocina dejando cosas en los vacíos estantes, esperando que algo fuera del agrado del huésped, regresó a la sala y se acercó al sofá, con un leve olfateo, Keith se tallo los ojos y bostezó.

–Hola

Tantos años solo y aburrido, es muy raro ser recibido por alguien esperando, era una extraña cálida sensación en el pecho.

–Hola Keith, ¿qué tal tu día?

–Bien, gracias a ti –se sentó correctamente en el sofá–, estoy algo avergonzado por abusar de tu amabilidad.

–No te preocupes –llevó una mano a su cabello y lo alborotó–, ¿comiste bien?

–Sí –retiró su mano–, mira, mi brazo sanó.

–Que alivio –se levantó–, ¿tienes hambre?, fui a la tienda y compré algo de carne.

Keith negó con la cabeza, pero al mismo tiempo su estómago rugió.

–Entendido –rio ante las contradicciones de su cuerpo–, estará listo en unos minutos.

Lance recogió sus mangas y se dio la vuelta, pero fue detenido por un agarre en la muñeca.

–Te agradezco toda tu hospitalidad, pero tengo una pregunta que no me he podido sacar de mi cabeza.

Lance se dio la vuelta y le puso atención.

–¿Dónde está mi familia?, mi nombre es Keith pero, ¿quién soy?

Lance tragó saliva, no tenía respuesta alguna.

–Hablemos después de comer.

Lance se alejó y fue a la cocina, al igual que él estaba solo, pero no tenía ningún recuerdo, ni siquiera sobre sus padres. Un ligero dolor de cabeza se hizo presente, tenían algo en común, no recordaba a sus padres.

Entre Garras y Colmillos - KlanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora